Lorena Fenton

Zeitgeist es originalmente una expresión del idioma alemán que significa “el espíritu (Geist) del tiempo (Zeit)”. Este término se utiliza, también en otros idiomas, para referirse al espíritu propio de un tiempo determinado; su origen en el idealismo alemán le confiere, en determinados contextos, el estatus de una realidad que se impone e influye de modo ineludible en el desarrollo histórico de la sociedad.” (https://es.wikipedia.org/wiki/Zeitgeist_(desambiguación).)

El término “trata de capturar a la mentalidad prevaleciente en un momento dado y en un cierto lugar.” “Se refiere a la forma dominante de ciertos momentos, en cierto período”. “Las ideas cuyo conjunto son síntomas del espíritu de los tiempos. Su acumulación sólo puede usarse como un indicador de lo que sucede más en el fondo. Eso es lo que trata de determinar la noción de Zeitgeist.” (http://contrapeso.info/2015/que-es-zeitgeist/.)

Como ejemplo de la importancia de una mentalidad prevaleciente de una cierta época, mencionaré brevemente la historia de Ignaz Semmelweis: el doctor al que metieron al manicomio por insistir en la importancia de lavarse las manos. “Durante 1840, Semmelweis trabajaba en el Hospital General de Viena, donde la muerte acechaba las salas regularmente. 

Previo al triunfo de la teoría de gérmenes en la segunda mitad del siglo XIX, la idea de que las condiciones miserables en los hospitales desempeñarán un papel en la propagación de la infección no pasaba por la mente de los médicos.” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-49653058 .) 

“En un ambiente que aún no entendía los gérmenes. Pues se pensaba que las enfermedades se propagaban a través de miasmas. Unas nubes de vapor venenoso. Este hombre intentó detener la propagación de la infección, advirtiendo a sus colegas de los riesgos de la falta de higiene. Sin embargo fue un intento fallido, pues fue demonizado por sus colegas, segregado profesionalmente y discriminado. Eventualmente un colega lo llevó al Asilo de locos vienés con el pretexto de visitar un nuevo instituto médico. Cuando Semmelweis se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y trató de irse, los guardias lo golpearon severamente, le pusieron una camisa de fuerza y lo confinaron a una celda oscura.

Sólo después de su muerte logró el reconocimiento que merecía.” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-49653058 .)

 Un reconocimiento que hubiese sido imposible durante esa época. Lo único que hizo falta fue un Zeitgeist adecuado.

Hoy en día tenemos a nuestro alcance una diversidad infinita de materiales para estimular nuestro imaginario sexual. Asistidos con una inmensidad de información sexual que está presente y bombardeándonos en los medios constantemente. 

Pensémoslo, accedemos a una plataforma digital y hay anuncios de todo tipo siempre. Muchas veces notificaciones inesperadas de mujeres desnudas, otras veces “links” para trasladarte a plataformas pornográficas, para insistir en que compres productos nuevos y para despertar a ese ser capitalista y consumista que todos llevamos dentro. En plataformas sociales como Facebook e Instagram hay perfiles llenos de fotos personales que cumplen la tarea de vender una imagen muy específica al público desconocido. 

Las noticias, llenas de violaciones, feminicidios, pornografía infantil, trafico de personas.

Nuestro día a día se ha visto inundado y hostigado por los medios de comunicación y sus anuncios hiper-sexuados. Los llamados “influencers”; que no solamente venden ideales estereotipados sino estimulación sexual. Cuerpos esbeltos, con senos operados. Cuerpos fornidos y musculosos. Editados y retocados a la perfección para impactar al espectador. 

Las generaciones “X” y “Z” (los millennials) crecieron con el internet. Sus esqueletos psíquicos están atestados de todo aquello que incluye la red. De maneras inmensas absorbemos e introyectamos toda la información que insiste en ocupar un espacio dentro de nuestro imaginario. Estamos apenas en la víspera de una nueva generación, que ha crecido rodeada de tecnología y propaganda, es apresurado aun, querer conocer los efectos secundarios que estos atañen. 

Como profesionistas de la salud mental, intentamos dilucidar las diferencias entre aquello considerado patológico y aquello considerado sano/normal. ¿Cómo podemos hacerlo ahora? Observando una sociedad que parece vivir más en las redes que en su realidad. Ahora los niños no quieren salir a jugar, quieren una tableta electrónica y jugar videojuegos. Y los adolescentes con acceso a la pornografía con la facilidad del clic de un dedo. 

Una y otra vez nosotros psicoanalistas, hemos intentado entender el imaginario sexual y sus diversas presentaciones. 

Sin embargo los actos sexuales no pueden ser divididos como se ha intentado. Se ha dividido, entre neurótico y perverso. Entre lo aceptable y lo degradado prohibido. Pero, ¿Cómo podemos discernir entre salud mental y patología, si hoy en día, nuestro espacio íntimo ha sido transformado? En la cultura actual, las redes, las películas, los libros y la pornografía; es decir, toda la información que ronda en internet. Son ahora una parte estructural de nuestro mundo interno. Solemos observar películas y series de televisión en donde imperan prácticas sexuales e imágenes del mismo tipo. Mucho de aquello considerado perverso ahora impera sobre nuestro imaginario. Por ejemplo, 50 Sombras de Grey llena de sadismo sexual. La asfixiofilia que consiste en obtener placer con la sensación de ahogamiento es ahora una creencia popular. La asfixia autoerótica aparece constantemente en los medios cinematográficos. La urofilia, fantasías que incluyen la presencia de orina. La Ginandromorfofília, preferencia exclusiva hacia transgénero o transexuales.  Estas, son solo algunas filias presentes en la interconexión de nuestro mundo actual. 

Para el psicoanálisis de orientación Freudiana, el sujeto perverso es desviado con respecto a la meta sexual. La unión de los genitales es considerada la meta sexual “normal”, el coito que lleva al alivio de una tensión sexual.  Se dice bajo esta misma premisa, que el perverso actúa lo que el neurótico reprime. La perversión es planteada como una transgresión anatómica. Desde el desvío del objeto de amor hacia objetos inanimados, hasta aquellas en que la pulsión sexual ejecuta asombrosas operaciones como “lamer excrementos, abusar de cadáveres. Superando las resistencias, como la vergüenza, el asco, el horror y el dolor.” (Freud, S. Tres Ensayos Sobre una Teoría Sexual).

Algunos otros autores plantean que la perversión es una defensa frente a la psicosis. Mientras que los Lacanianos posicionan el concepto como un elemento dentro del edificio teórico, ya que ocupa una de las tres posiciones subjetivas estructurales. 

¿Por qué las perversiones ocupan su propia entidad clínica sí sabemos que no hay una normalidad como tal? La homosexualidad era considerada una perversión, se pensaba como una defensa en contra de una relación incestuosa con la madre; sin embargo, la heterosexualidad; dependiendo del punto de vista donde se le catalogue; es defensiva también. El 16 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud retiro la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Y a su vez el Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales lo retiró también de su lista de enfermedades. 

No obstante, las filias como, voyerismo, fetichismo, travestismo, exhibicionismo, siguen siendo consideradas una perversión. A diferencia del DSM-IV, el DSM-V hace la aclaración; “los comportamientos sexuales inusuales no representan un trastorno mental”. Los titulados desórdenes parafílicos, tienen que sentir que su comportamiento involucra el estrés psicológico de un otro, herida o muerte. Así como el deseo por comportamientos sexuales que involucran a segundos incapaces de otorgar consentimiento de dicho acto. Habrá aquellas penosas que viven su comportamiento sexual de manera ego-distónica o ego-sintónica y esto se tomará en cuenta para hacer el diagnóstico. 

Si algo podemos intuir es que a través de los años las definiciones de diferentes conceptos, se van transformando. La perversión, y todo lo que representa, en especial actos sexuales que son ó han sido considerados malvados, nocivos, enfermos, defectuosos, penosos; han sido actos sexuales que han sido experimentados y fantaseados a lo largo de la historia de la humanidad. Desde la expulsión del Edén hasta la era de la tecnocultura. 

Por ejemplo, en la tradición cristiana, desde el bautizo, se nos impone pecadores en busca liberarnos del “pecado original”. El pasaje bíblico de Adán y Eva, interpretado por muchos como la transgresión que despertó la lujuria sexual. El fruto prohibido como la pérdida de la inocencia, y la inocencia la libido sofocada. Comer el fruto prohibido equivale a descubrir el placer sexual. Con este ejemplo podemos observar, que cargamos con estigmas y pre-concepciones sexuales que no empalman en la actualidad. Cómo le explicas a un niño la complejidad del bien y el mal. Eventualmente será inevitable que absorba imágenes y videos cargados de aforismos sexuales. Y aun así, se ha intentado limitar y catalogar comportamientos y pensamientos para el devenir psicosexual. Se intenta moldear el carácter psicosexual con un eje de referencia según la forma social considerada.

En 1925, cuando Freud escribe “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”; profundiza sobre el tema y menciona que observar y asimilar la diferencia anatómica es necesario para el devenir psicosexual. Podemos pesquisar con estos datos que la cuestión de la anatomía, el género, los genitales, el sexo y la sexualidad, siempre vienen yuxtapuestos a ideales, mitos, estigmas y dogmas. 

Y como son temas primordiales para la humanidad, pareciera que necesitamos catalogar y establecer paradigmas para crear una aparente estructura. Paradigmas creados por la sociedad de lo que se considera un acto transgresor, y lo que se permite. No existe, no hay cultura, pueblo, inclusive estructuras familiares, que no identifiquen lo obsceno, y que no establezcan bases y límites relacionados con la sexualidad. Sin embargo, el internet y la información que observan no conoce límites y no reconoce permitido de prohibido. 

Y aunque algunos sectores de la humanidad se han destinado a difamar y condenar ciertos actos, les ha sido imposible suprimir aquellos denominados perversos. Porque si algo podemos evidenciar, es que la humanidad busca satisfacer deseos. Y muchas veces el deseo va acompañado de lo prohibido y lo transgresor. 

La desobediencia al orden. Omnipresente en los anti-héroes, los segregados, las minorías, las oposiciones, los antagonistas, están ahí representando la propia negación de aquello que amenaza la moralidad colectiva. 

En el reino de la sexualidad y todo aquello que incluye, los herejes y los criminales, así como las prostitutas y los denominados “desviados sexuales” han aportado a la humanidad una manera de delimitar los límites de lo permisible. Podríamos inclusive decir que la vara se mide a partir de los extremos y las polarizaciones sociales. ¿Acaso somos víctimas de la humanización? De un ideal moral heredado, ajeno, ¿que busca siempre establecer una heteronormatividad inexistente dentro de una monotonía cotidiana? Me atrevo a decir que sí. Y la justificación de mi respuesta se encuentra en el comportamiento social de nuestros días. En donde rigen desde los actos sexuales más comunes, hasta los más vetados. En donde el uso de las redes sociales y la pornografía se ha normalizado. 

Escucho constantemente sobre casos de violaciones, filias y anomalías en los actos sexuales. Pienso también que, a través de los tiempos, tenemos ejemplos tangibles de una multiplicidad de prácticas y estimulantes sexuales. Datos históricos científicamente comprobados que datan el principio de las representaciones sexuales explícitas desde los orígenes de la humanidad. Por ejemplo, la célebre Venus de Willendorf, obra de barro cocido que se creó hace 27 mil años. Junto a estas se encuentran muchas estatuas con grandes senos y falos gigantes que representaban la fertilidad, pero a su vez es “un testimonio de los orígenes del erotismo”. (Yehya, 2001.)

Pensemos también en el “Kama Sutra” escrito entre el primer y cuarto siglo de nuestra era por Vatsayana. 

“El arte de la alcoba”, manual sexual escrito por doctores Taoístas desde el año 206 A. Cristo, durante la dinastía Han. 

El arte del amor cortesano, de Andreas Capellanus, escrito entre 1174 y 1186. 

La escritura, obras de arte, pinturas, fotografías, así como la reproducción de imágenes en forma de video han “canalizado desde su invención una infinidad de fantasías exóticas”. ( Yehya, 2001.) 

Cada cultura, reflejaba mediante sus obras de arte (aquellas con tintes sensuales), no solamente el extenso y perenne mundo interno, sino la influencia de la ideología sociocultural de su época específica. 

En nuestro tiempo lo que mejor refleja y reverbera lo que nuestros mundos internos han absorbido como ideología sociocultural es la pornografía moderna. Y esta tiene un bagaje histórico importante. 

Para poder exponer con claridad mi punto de vista, haré un recorrido breve de la historia de la pornografía, para así poder señalar de qué manera ese material ha saturado y estructurado la sexualidad que se experimenta en nuestros tiempos. 

En sus comienzos, lo pornográfico eran obras escritas, adquiridas por los nobles. Obras destinadas únicamente a las clases altas, a la crema y nata de las sociedades. Empero, eventualmente las obras empezaron a ser accesibles a las masas, y fue solo en ese momento, ya masificado el contenido pornográfico, se le empezó a considerar obsceno. Lynn Hunt (1993) escribe, “La literatura libertina del antiguo régimen, destinada exclusivamente a los hombres de clase alta, ahora se volvía predominantemente un género popular.” Naief Yehya dice “Entonces cuando ya no había requisitos para conseguir las obras sensuales, los poderosos sentían un peligro inminente al pensar que ese conocimiento “prohibido” cayera en manos de la turba.” Ahora, porque el poder se sentiría amenazado, ¿si el pópulo practicara su sexualidad sin impedimentos? Quizá con el control y los límites lograban un control de natalidad. No obstante, es incuestionable la influencia que tuvo la pornografía. Gracias a las obras eróticas se comenzó a reconocer la existencia del deseo femenino y se comenzó a desmitificar lo convencional e hipócrita de la alta sociedad y los dogmas religiosos. Permitió la descripción de nuevos personajes libertinos, fracturaba las imágenes y roles preestablecidos de la época, ocasionando que las reglas y la moral se pusieran en tela de juicio. 

“No solamente reflejaba un mundo de fantasías e ilusiones eróticas. Ya que no trataba únicamente de sexo, sino que era también un espacio donde se reflexionaba sobre la política y la religión; ya que el porno era y es un espacio de disidencia.” (Yehya, 2011.)

En el siglo XVIII, gracias a los medios de comunicación, la tecnología y el consumismo; la pornografía se convirtió en el escenario visual por excelencia, donde se comenzaron a expresar cantidades grandes de escenas sexuales. Ahora, la percepción que se tiene de la pornografía, es muy distinta y ha ido cambiando al pasar los años. En un principio fungió un rol educativo, artístico, paliativo, médico. Fue mutando conforme la iglesia y la política intentaban censurar y limitar contenido considerado erótico; intentaban evitar reacciones anarquistas del pueblo. “Durante la revolución francesa, gracias a la invención de la imprenta, a través de la masificación de la cultura; los fines pornográficos consistían en ridiculizar a los poderosos y denunciar su decadencia, sus supuestas perversiones, enfermedades venéreas, impotencia u homosexualidad, al exhibirlos en situaciones graciosas y vulnerables. Desnudos, siendo sometidos, velando a la servidumbre o defecando públicamente y así, poniendo en duda la fidelidad de sus esposas y la paternidad de sus hijos.” (Yehya, 2011.)

“Para finales del siglo XIX la pornografía había dejado de ser asociada con ideas políticas subversivas y se había establecido como un género independiente, dentro de la literatura y el arte.”  (Yehya, 2011.)

“Y en 1806 la palabra, “Porno” se refería al tipo de obras que amenazan el orden de lo moral y que eran perseguidas por esta razón y no por causas políticas o religiosas.” (Yehya, 2011.)

“La historia de la pornografía es un registro fidedigno de las actitudes que tiene la sociedad ante la sexualidad, el cuerpo humano, las diferentes prácticas de erotismo y ante sus representaciones.” (Yehya, 2011.)

Se registran cientos y miles de artistas que, a lo largo de la historia erótica del hombre, han creado obras simbolizando y encarnando su mundo interno. 

Marquis de Sade, Baudelaire, Nicolas Chorier, Aretino, Walt Whitman, Margaret Sanger, Gustav Flaubert, entre muchos otros creadores de un tipo de material que por muchos es considerado subversivo. Son ejemplos concretos de un material intrínseco de la imaginería erótica, que nos permite percibir, cómo la sexualidad ya ha sido manipulada y pinchada a lo largo del tiempo. 

De cómo el imaginario sexual se deja influir por los valores y las normas socio-culturales. Finalmente depende de un contexto socio-cultural que la moldee y estructure para que esta se manifieste. Ya sea sometiéndose a las presiones y exigencias sociales, o transgrediendo y desmoronando el sistema. 

Hoy en día, la mayoría de la información que consumimos proviene del internet y el cine. Información masiva que se atesora en nuestra historia emocional. Sabemos que tiene un impacto insondable en nuestra psique. Los medios de comunicación se han expandido enormemente debido a la tecno-cultura. Han propiciado mentes infantiles que tienen a su alcance cantidades industriales de material informativo y pornográfico. Aunque ahorita no son los principios de la era de la tecnología, podemos observar cómo esta, ha penetrado el mundo interno y el mundo social. Es casi imposible no estar expuestos a mercadotecnia, películas, arte, literatura, y la mayoría contienen carga sexualizada. Incluso las canciones ahora contienen material explícito. No hace falta mencionar, el reggaetón latino o el rap.

Los grandes monopolios, tanto cinematográficos como industriales han logrado ser los fundadores y progenitores de ideales, comportamientos y modas; en donde tanto hombres como mujeres son cosificados y explotados para vender ideas falsas, predisponer al consumidor y así favorecerse económicamente. Sin importar aquellos efectos nocivos que provocan.

Las fantasías pueden ser compartidas con millones de personas en forma de un video. Y las plataformas de pornografía han aumentado brutalmente.  

La sexualidad, siendo algo completamente subjetivo, se rige de miles de factores del mundo interno y externo. El sujeto comienza a desarrollar su sexualidad desde que nace. Empezando por la oralidad, al mamar del pecho materno; continuando por el placer de controlar sus esfínteres, reconociendo la alteridad genital y eventualmente, después de años algunos sujetos alcanzan la etapa y la madurez de una sexualidad genital. Y aunque muchos autores tienen distintas teorías, la mayoría concuerdan en que, la sexualidad es un cúmulo de experiencias sensoriales y emocionales que se van entretejiendo y finalmente se superponen creando el reino de las fantasías sexuales. Creando un territorio para el imaginario erótico. 

Tomando en cuenta que hay una gama tan extensa de material pornográfico a nuestra disposición podemos palpar que el espectro de aquellas fantasías no solamente es vasto sino variado y polarizado. En caso que se ponga en duda la omnipresencia de la pornografía en nuestra cultura, quiero presentar algunos datos recientes de su consumo. 

(El sitio Youporn realizó una encuesta que demuestra que tras evaluar a 24,000 mujeres determinó que el 60% de las encuestadas dijeron que veían porno un par de veces al mes. Y se disparó la búsqueda “porno para mujeres”. Mientras tanto, Pornhub observó un crecimiento del 359% entre 2016 y 2017. La doctora Laurie Betito, directora del centro de bienestar sexual de Pornhub, señaló que “2017 parece haber sido el año en que las mujeres se manifestaron para expresar sus deseos más abiertamente”.  (https://www.elmostrador.cl/braga/2018/01/11/la-cifras-se-dispararon-aumentaron-un-350-las-mujeres-que-vieron-pornografia-en-el-2017/). )

Si pensamos entonces como Freudianos, estas estadísticas nos llevarían a considerar al mundo entero como perverso. Lo que me hace replantearme el término perversión. Y comenzar a pensar desde otro punto teórico. Aquel de las “neosexualidades” de Joyce McDougall. 

Para McDougall, las soluciones “neosexuales” son un intento de reinventar el acto sexual. Inconformes y angustiados por las nociones de la sexualidad y género, utilizan fantasías y condiciones específicas para poner en escena este nuevo y sanador acto sexual. 

Las personas destinadas a recurrir a invenciones “neosexuales”, intentan contener angustia excesiva y conciliarse con una imagen introyectada perjudicada. Y a través de estos inventos, fantasías, puestas en escena, sanar aquellas identificaciones e introyectos que están en discrepancia con su identidad.   

Un sujeto únicamente observa pornografía y con eso satisface sus actos onanistas, ¿eso quiere decir que es un neurótico que únicamente fantaseó con aquello que actúa él perverso? 

Es que la perversión está implícita y omnisciente en todo ser humano porque acompaña perennemente a la sexualidad. Y la sexualidad, presente desde nuestro nacimiento, es durante muchos años una sexualidad desconocida y unilateral. Que se construye y se intenta comprender de manera solitaria. Se infiere y se deduce, a partir de la información y educación que tenemos a nuestro alcance. Como analistas, es nuestro deber indagar el caso subjetivo en cada uno de nuestros pacientes. Y tomar en cuenta que el imaginario erótico no reconoce aquello que ha sido censurado por terceros. Que el imaginario erótico de estos tiempos esta reinado por la sobre estimulación. Y que un síntoma neosexual está compuesto por una identidad compleja. Es decir, una identidad sexual que ha sido afectada por fantasmas inconscientes. Y una economía psíquica afectada por identificaciones superyoicas creadas por las interdicciones del internet.  

Pensemos en el uso de la pornografía como una búsqueda de la repetición de la escena primaria. El infante, un perverso polimorfo, jugando el papel de un tercero voyerista anonadado, excitado y excluido del acto sexual. El pequeño almacena aquella escena de manera inconsciente y con base en ella crea su propio mito/realidad de lo que concierne la relación sexual. 

¿Qué hay de todos esos niños que son expuestos a material pornográfico a una edad temprana? ¿Cómo viven ellos esta inserción inesperada de información? 

¿Será que, con el aumento del uso de la pornografía como estimulante visual, deja de haber un reconocimiento de una falta narcisista? ¿Qué sucede con el deseo del objeto? ¿Se elimina la urgencia de un otro? ¿Lo esencial de la otredad queda difuminado con el uso de material pornográfico?

Me parece que, cuando una persona utiliza la pornografía para estimular su apetito sexual, el papel de la mirada y la exclusión se repite, no obstante, ahora se ha posicionado el sujeto con un rol activo que deliberadamente penetra aquel acto sexual en su imaginario. El sujeto que vivió la escena primaria de manera traumática, de manera pasiva busca revertir los roles. En el acto perverso, el objeto sexual se controla rígidamente y se le impone cumplir un rol, un rol anónimo. 

Joyce McDougall menciona que en cualquier acto sexual está presente la fantasía inconsciente de reparación del self y de la omnipotencia. Y pensemos que, aquellos sujetos que necesitan usar la pornografía están intentando satisfacer fantasías omnipotentes. Es un intento de mantener el equilibrio narcisista. 

Dentro del consultorio, debemos de pensar que el paciente está manufacturado a partir de una serie de mitos, dogmas y fantasías. Nosotros psicoanalistas servimos como espectador y espejo. Y es altamente probable que los pacientes que atendemos, tengan o hayan tenido algún acercamiento a la pornografía; que esta les haya impactado de alguna manera, que haya influido sobre sus ideales y expectativas sexuales, que sea parte de su cotidianidad, que existen un sin fin de fantasías subjetivas, prejuicios e incumbencias en su sexualidad. (Si no les ha afectado directamente, probablemente de segunda mano, a la pareja.) 

Debemos estar informados de los tabúes y de la desinformación, ambas colindantes al tema de la sexualidad. Pero más aún, debemos de contemplar e intentar pesquisar, qué es lo que hay tras bambalinas en cuestiones de las imagos maternas y paternas. La identificación e introyección de estas. Ya que muchas veces el uso y la búsqueda de conductas aberrantes intenta retomar, controlar o contener un falo idealizado o un falo denigrado. En ocasiones puede ser un intento de escapar de una relación simbiótica con la imago materna, de recobrar la masculinidad o feminidad que se siente perdida. Es decir, más allá de considerar un acto como perverso, o como una conducta aberrante, pensemos que cada vez hay más uso de la pornografía, y que entonces la fragilidad psíquica estará presente de diversas maneras en nuestros pacientes. Tomemos en cuenta el uso de sistemas complicados de defensas, como la negación, la condensación y el desplazamiento. Y que todo ser ha transitado por ese momento de desilusión en donde aquella promesa de incesto se derriba. Ocasionando un vacío en la identidad y cómo resultado la sexualidad funge como un intento de esconder, ahuyentar y sanar aquellos sentimientos de ira y sadismo que se despertaron en aquel perverso polimorfo. 

El imaginario sexual del adulto está compuesto de fragmentos creativos y mágicos de la infancia. Presentes con la finalidad de satisfacer y saciar los deseos infantiles que anhelan penetrar el coito paterno y aniquilar la escena primaria, para así convertirse en el único objeto de deseo y poder alcanzar la “completud” negando el vacío que deja el duelo por el objeto. 

Entonces, en cada creación “perversa”, el infante “triunfa sobre los lazos maternos y sobre la madre internalizada”. (McDougall, J. Alegato para una cierta anormalidad. Cap. II) 

Todo ser humano transita por una serie de desencantos al crecer, y la solución “neosexual” permite un rol de estabilización.

Añado que, aquello que falta en el mundo interno se busca en el mundo externo y que existirá una falla en la simbolización. Que la búsqueda para una estabilidad psíquica puede presentarse en diversas formas, y que la relación sexual juega un rol completamente diferente para cada sujeto. Es nuestra labor tener la consciencia que en él ahora mundo pandémico, se generarán regresiones de diversos tipos. Y las soluciones “neosexuales” no serán la excepción. Debemos de tener claros estos temas al momento de abordar la sexualidad y los significados inconscientes en cada uno de nuestros pacientes. Ya que todos nos encontramos transitando esta guerra silenciosa con la tecno-cultura. En donde estamos expuestos a esta invasión de ideales deformados y troquelados. 

Bibliografía: