Autor: Aura Sylvia Lorenzo

Introducción

El interés en este trabajo surgió al cuestionarme cuál es la parte más verdadera, que realmente pueda definirnos, preguntarme cual es la esencia, lo más puro que nos da la sensación de ser nosotros mismos, y que en nuestro trabajo como psicoanalistas nos aporte el conocimiento para ayudar al paciente a encontrar su verdad, su esencia, el que se pueda conocer a sí mismo, para que internamente se sienta libre y espontaneo. Desde mi punto de vista el concepto más cercano podría ser el de self.

  1. 1.     El Self

La traducción en español para self es “sí mismo”, sin embargo el uso del término en inglés “self”, se ha extendido y la mayoría de los colegas utilizan el término anglosajón. El concepto de self, está ligado a la conciencia de ser nosotros mismos, a la sensación de existir, de vivenciar, experienciar, tener un lugar en el tiempo y el espacio.

Cuando surge en lo académico el término self una de los cuestionamientos que nos hacemos es qué tiene que ver el self con el yo. Freud utilizó la palabra Ich, tanto para el “yo” en español, para designar a la estructura mental, pero también utilizó Ich, para el self, como para designar el sentimiento o la experiencia de uno mismo.

“Normalmente no tenemos más certeza que el sentimiento de nuestro sí mismo, de nuestro yo propio” (Freud, 1930).

Varios autores han ubicado al self dentro del yo, los orígenes del self en el ello, o al self dentro del superyó. Para ello han planteado propuestas para explicar el origen self (sí mismo) las cuales van de la mano con el desarrollo infantil.

Uno de los más destacados es D. W. Winnicott

2. D. W. Winnicott: Self Verdadero y Self Falso

Winnicott, cuyos principales aportes al psicoanálisis son destacar la importancia del ambiente facilitador para los procesos de maduración en el niño, el concepto de Holding, el objeto transicional, espacio transicional, etc. También proporciona el concepto de self falso y el del self verdadero.

Winnicott no diferencia con exactitud el yo del self. En su escrito: “La integración del yo en el desarrollo del niño” (1962, pag. 73), menciona que si existiera realmente un yo en el cerebro, éste organizaría e integraría tanto los instintos como las funciones, pero si no hay un aparato eléctrico o un cerebro, no hay experiencia y por lo tanto no hay yo. Sin embargo si nos vamos al modelo teórico dice: “no tiene sentido utilizar la palabra ello para designar fenómenos que no son abarcados, catalogados, experimentados y finalmente interpretados por el funcionamiento del yo. De modo que en las etapas muy tempranas del desarrollo del niño, el funcionamiento del yo debe considerarse un concepto inseparable de la existencia del infante como persona. La vida instintiva que exista al margen del funcionamiento del yo puede ignorarse, porque el infante no es todavía una entidad que tenga experiencias. No hay ningún ello antes del yo. Solo a partir de esta premisa se justifica el estudio del yo. La palabra self llega después de que el niño ha comenzado a utilizar el intelecto para mirar lo que los otros ven, sienten u oyen, y lo que conciben ante su propio cuerpo infantil. ¿Existe un yo desde el principio? La respuesta está en que el principio está en el momento en que empieza el yo (el principio es una suma de principios)”.

Por lo que se observa el yo está ligado a la experiencia y a la presencia del otro; el self surge cuando el niño se da cuenta de sí mismo a través de la mirada del otro; Winnicott también incluye la necesidad del intelecto, el pensar, desde mi punto de vista, la conciencia. Parece que el self estaría ligado a una conciencia de ser, a una representación de uno mismo. Este autor también hace una división del self en verdadero y falso.

Winnicott definió el self verdadero como “el potencial heredado que experimenta una continuidad de existir, y que a su modo y a su ritmo adquiere una realidad psíquica personal y un esquema corporal personal” (1960, pag. 46).

El self falso fue descrito como originado en la sumisión y con la capacidad de tener una función defensiva que protege al self verdadero (Winnicott, 1965 p. 173).

Winnicott dio una explicación de la etiología de estos selfs, en la cual destaca la relación infante-madre, así como las relacionales objetales producto de esta interacción, como esenciales para la manifestación tanto del self verdadero como del self falso.

El concepto del self verdadero para Winnicott está ligado más tarde con la capacidad de simbolización. Al principio, el bebé expresa una serie de elementos sensoriales motores. Estos gestos del bebé espontáneos son el indicio del self verdadero. Para que este self se mantenga como tal, requiere que la madre permita al hijo el sentimiento de omnipotencia, a través de la satisfacción de las necesidades del bebé, al mismo tiempo que les da sentido (traduce y digiere para el bebé). La madre suficientemente buena lleva a cabo repetidamente esta labor. Parece que para Winnicott, el self verdadero estaría ligado al ello en cuanto manifestar impulsos y provenir de elementos sensoriales motrices, sin embargo también al yo, en cuanto a poder descifrar estas experiencias y ser consciente de las mismas, gracias al ambiente facilitador, y a la introyección de esta función.

“Empieza a tener vida el self verdadero, gracias a la fuerza que le cede al yo débil del infante, la instrumentación por la madre de las expresiones omnipotentes de este último. La madre que no es suficientemente buena no es capaz de instrumentar la omnipotencia del infante, de modo que repetidamente falla en dar satisfacción al gesto de la criatura. En lugar de ello lo reemplaza con su propio gesto, que adquirirá sentido por la sumisión del infante. Esta sumisión del infante es la etapa más temprana del self falso, y corresponde a la ineptitud de la madre para sentir las necesidades de su bebé” (Winnicott, 1965, p. 89).

De acuerdo a Winnicott, “el self verdadero sólo adquiere un mínimo de realidad como resultado del éxito repetido de la madre en dar satisfacción al gesto espontaneo o a la alucinación sensorial del infante”.

A partir de esto el bebé es capaz de disfrutar el imaginar, tener una ilusión de creación y control omnipotente, lo que le permitirá más tarde reconocer esta parte de imaginación y llevarla a un espacio transicional de juego, lo cual sería la manifestación de que el niño ya es capaz de simbolizar, manifestando la espontaneidad, catectizando al objeto externo.

“Entre el infante y el objeto hay alguna cosa, o alguna actividad o sensación. En la medida en que ello una al infante con el objeto (es decir, con el objeto parcial materno), esa es la base de la simbolización. Por otra parte, en la medida en que ese algo separa en lugar de unir, queda bloqueada su función de conducir a la formación del símbolo” (Winnicott, 1965, p. 190).

En el caso de la formación del self falso, éste estaría relacionado con la falta de contención de la madre, tanto de las alucinaciones del bebé como de la respuesta adecuada a estos impulsos o gestos espontáneos.

El proceso que lleva a la capacidad para el uso de símbolos no se inicia (o bien se interrumpe con el consiguiente repliegue de las ventajas adquiridas) (Winnicott, 1965 p.190).

El infante podría morir porque no se inicia la catexia hacia los objetos externos. Sin embargo empieza a crearse un self falso, para proteger a este self verdadero. Se caracteriza porque el bebé empieza a vivir una existencia falsa, y por necesidad de sobrevivir, accede a ser sumiso, y se vuelve complaciente a las exigencias ambientales.

El gesto espontaneo del bebé es sustituido por el gesto de la madre, del otro, del ambiente. Cuando el self falso es explotado y tratado como real, surge en el individuo una sensación creciente de futilidad y desesperación.

Sin embargo según Winnicott, existen varios grados de ser falso, uno de los cuales permite al niño ser social y adaptable, debido a que puede hacer una transacción, porque sí hay lugar para el self verdadero al cual se le ha permitido convertirse en una realidad viva.

El self falso va desde un aspecto cortés y saludable del self hasta un falso self sumiso que se toma como un self total.

Para Winnicott existe un núcleo de la personalidad que corresponde al self verdadero y nunca se comunica con la realidad externa ni es influida por ella. Este núcleo es el que nunca debe ser tocado y para protegerlo se despliegan todas las defensas como el self falso.

Me pregunto qué tanto este núcleo sí es tocado en la regresión al servicio del yo, término creado por Kris para explicar los procesos creativos, ¿realmente dicho núcleo no se comunica?

Finalmente antes de terminar de hablar de Winnicott quiero mencionar una crítica que Bollas le hace:

“Winnicott se equivocó en mi opinión, cuando relacionó al propio ser genuino con el ello, y al yo, con el propio ser falso. Intentaba destacar que el propio ser genuino representaba la vida instintual, pero obrando así, omitía comunicar la organización de la persona que es el carácter del propio ser genuino. Si el propio ser genuino es el idioma de personalidad, es por lo tanto el origen del yo, al que toca procesar vida. Naturalmente los instintos son parte del yo, y, sin escavar en la metapsicología psicoanalítica, solo añadiré que no existe razón en la teoría freudiana, que nos impida sostener que la energía de los instintos sea intrínseca a la economía de la vida yoica e inseparable de ésta. Lo cierto es que los impulsos son siempre organizados por el yo porque este propio ser genuino que nos soporta es una estructura profunda que inicialmente procesa instintos y objetos con arreglo a su idioma. (Bollas, 1989)

Desde mi punto de vista Bollas, no le da crédito a Winnicott sobre su concepción organizativa del yo, aunque Winnicott, no delimita el yo del self claramente. Sin embargo si parece que Winnicott piensa que cuando menos una parte del self verdadero no se comunica, pero nunca dice que se encuentra en el ello, más bien estaría en el inconsciente, puede ser en la parte del yo inconsciente.

Ahora pasaré a exponer lo que Christopher Bollas dice sobre el self.

3. Christopher Bollas: El Ser Genuino

En los libros “La sombra del Objeto” y “Fuerzas del Destino”, de Bollas, el concepto de true self es traducido como ser genuino.

Para Bollas (1989), Winnicott descubrió las primeras manifestaciones del self verdadero en el erotismo muscular del feto. El propio self genuino era sensitividad como tal, y aunque lo discernió como un potencial heredado, piensa que Winnicott no se esforzó en ampliar esta inteligencia del concepto (Bollas, 1989). Bollas amplía el concepto de self verdadero de Winnicott; considerándolo el propio self nuclear:

“Es la presencia singular de existir de cada uno de nosotros es; el idioma de nuestra personalidad. Como conjunto de disposiciones orientadas genéticamente, el propio-ser existe antes del allegamiento de objeto. Sin embargo, es sólo un potencial porque depende del cuidado materno para su evolución. Dado que sus expresiones gestuales y sus reclamos intersubjetivos nunca son independientes de la interpretación del otro, su evolución dependerá de las facilitaciones del padre y de la madre. Pero ningún ser humano es sólo propio-ser genuino. Cada disposición heredada es cruzada por el mundo real y uno de los resultados de esta dialéctica entre idioma de personalidad y cultura humana es la vida psíquica. (Bollas, 1989)

Podríamos preguntarnos ¿Cómo nos damos cuenta de que estamos ante la manifestación del self genuino o del idioma?

Para ello Bollas menciona: “El idioma que somos encuentra su expresión en las elecciones y usos de objetos que a él se ofrecen disponibles en el medio. Si la madre conoce a su infante, si capta sus intenciones figurales, sus gestos expresivos de carencia y de deseo, proveerá objetos (incluida ella misma) que sirvan como elaboradores vivenciales del potencial de personalidad de él. De este modo, ella presta asistencia a la lucha por el establecerse (Bollas, 1989)”.

Es decir que aquí para que el self genuino se manifieste, necesita poder usar los objetos, elegir los que le permitan el sentimiento de existir, de estar vivo. Por ello el concepto de “Lo sabido no pensado” (Bollas, 1987), del conocido del autor, enriquece el entendimiento del self genuino: “ese conjunto de disposiciones heredadas que constituye el propio–ser es una forma de saber que no ha sido ciertamente pensado aunque esté ahí ya operante en la vida del neonato que aporta ese saber con ocasión de percibir, organizar, recordar y usar su mundo de objetos, es el saber disposicional del propio ser genuino”.

Los padres a través de la intuición deben ser sensibles al idioma del bebé, para poder presentarle objetos para que los use y al traducirle el mundo (al representarlo), pueda experimentar el mundo de objetos como un mundo facilitador de la expresión del self genuino.

“Si esto ocurre tendremos niños que gusten de representarse ellos mismos, que celebren las artes de transformación porque han experimentado un cuidado materno y paterno transformador y que por imperio de su vivencia interna conozcan que a un saber latente se lo puede abrir para que viva”. (Bollas, 1989)

Podemos regresar un poco y darnos cuenta que parte del self genuino descrito por Bollas, está constituido por disposiciones heredadas. Para el autor el término self genuino sería semejante al concepto de Freud “inconsciente reprimido primario”:

“En “Lo inconsciente”, Freud, escribió: El contenido del inconsciente puede ser comparado con una población psíquica primitiva. Si hay en el hombre unas formaciones psíquicas heredadas, algo análogo al instinto de los animales, eso es lo que constituye el núcleo del inconsciente (1915, pag. 195) estas formaciones psíquicas heredadas que constituyen el núcleo de lo inconsciente –el inconsciente reprimido primario- bien pueden ser equivalentes al idioma del propio ser-genuino. Laplanche y Pontalis (1973) entienden de este modo el intento de Freud de conceptualizar esquemas heredados: las fantasías típicas descubiertas por el psicoanálisis llevaron a Freud a postular la existencia de esquemas inconscientes que trascienden la vivencia individual y que presuntamente se trasmitían por herencia; los denominó fantasías primordiales (Bollas, 1989)”.

Sin embargo aclara que también la experiencia en el útero, la experiencia del nacimiento, así como la experiencia del vivir tendrá un impacto sobre el idioma. Es decir que no toma la parte de herencia como que se hereden características tal cual, sino como un potencial de la personalidad.

Siguiendo la línea de Winnicott, sobre el self verdadero y falso también Bollas, explica a través del término hado, como puede instalarse un self falso; el hado es algo que el sujeto sufre y puede especificar y tiene en su vida poder suficiente para estropear su capacidad de trabajar de hallar placer o de forjar relaciones íntimas. Por este hado la persona no experimentaba como propio su espacio psíquico interior, por ejemplo cuando alguien tiene que pensar en las necesidades de su madre, antes que en las propias.

La contraparte del Hado es el Impulso de destino. “Denota la apetencia que anima a cada persona de formular y elaborar su idioma a través de la selección y el uso de objetos. Es una forma del instinto de vida en que el sujeto busca entrar en su propio genuino existir a través de un experimentar que libere ese potencial”.

Es decir que Bollas basado en Winnicott y a través de la teoría de relaciones objetales, logra profundizar desde mi punto de vista el concepto del self y llevarlo a otro nivel de entendimiento, donde de todas formas se queda algo que no puede ser nombrado o definido de forma concreta, al igual que Winnicott, mantiene una parte del self verdadero, un núcleo que no puede ser definido totalmente.

Finalmente Bollas menciona en la introducción de “La sombra del objeto”:

“El self de la persona es la historia de muchas relaciones internas. Cada infante, niño, adolescente y adulto ( a lo largo del ciclo de vida) experimenta las partes –en teoría son infinitas- del self articuladas por el juego de mudanzas de realidad interna y externa. Tan pronto como una de esas partes es objetivada (en el pensamiento o el sentimiento), en ese mismo acto adviene la existencia. No hay un fenómeno unificado al que podamos denominar self…..” (1987, p. 24)

Conclusiones

  1. 1.     Cuando se habla se self, me parece que tanto el concepto del ello como del yo se funden. No alcanza esta delimitación para explicar al self, tal como lo dice Bollas. Es un concepto tan dinámico que da la sensación que no puede ser representado totalmente por palabras, tal cual es su vivencia.
  2. 2.     Me parece que Bollas enriquece los aportes de Winnicott y nos da en palabras una visión más clara de lo que podría ser el self. Su uso poético de las palabras transmite una unidad dinámica del concepto, lo cual podría ser contradictorio, porque las palabras limitan, pero a la vez en la poesía permiten la libertad del concepto. Como lo sabido no pensado, el concepto de self tendrá que seguirse pensando, incluyendo tal vez nuevas teorías como la de selfs múltiples de otros autores.
  3. 3.     Lo que importa en nuestro trabajo clínico es ayudar a nuestros pacientes a experienciar este self genuino para sentirse vivos a través del allegamiento de objeto (que nos usen) y a la vez podernos sentir vivos nosotros a través de la manifestación de nuestro self genuino en la labor como psicoanalistas.
  4. 4.     Tal vez el debate sería si existe una unidad del sí mismo, como tal o no.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Bollas, C. (1987). La sombra del objeto: Psicoanálisis de lo sabido no pensado. Amorrortu: Buenos Aires.
  • Bollas, C. (1989). Fuerzas del destino: Psicoanálisis e idioma humano. Amorrortu: Buenos Aires.
  • Freud, S. (1930). El Malestar en la Cultura. En Obras Completas de Freud, Ed. Amorrortu: Argentina 1976.Tomo XXI, pag. 66.
  • Winnicott, D. W. (1993/1965). La integración del yo en el desarrollo del niño. En: “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: Estudios para una teoría del desarrollo emocional” pp. 73 a 82. Paidós: Argentina
  • Winnicott, D. W. (1993/1965). La distorsión del yo en términos del self verdadero y self falso, pp. 182 a199, En “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: Estudios para una teoría del desarrollo emocional”. Paidós: Argentina