El perfume: ¿la historia de un asesino en busca de esencia o de identidad?

Autora: Tania Díaz Michel

 

“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia” Edgar Allan Poe.

“Ser o no ser, ésa es la cuestión”  William Shakespeare.

 

A través de la literatura, podemos formarnos una clara idea del mundo interno del escritor, de su esencia como persona. Como señala Grinberg (1983), el trabajo de un artista, al igual que los sueños y el juego de los niños, tiene sus raíces en la vida de la fantasía inconsciente y que a menudo corresponden a realidades internas que emergen de lo más profundo del psiquismo. Es así como el artista plasma en la obra de arte una parte de sí que pretende provocar una reacción en el espectador.

En este caso, me abocaré a la obra de un artista si podemos llamarlo así, en la que, por un lado se deja ver la historia de un personaje y las bases que sentaron su genio y, desde mi punto de vista, su patología. Hablo de la novela de Patrick Süskind, el perfume. Intentaré hacer un resumen de la obra para luego abordarlo desde la temática psicoanalítica.

El perfume

En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llama Jean- Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Sain- Just, Fouché, Napoleón, etcétera ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a Grenouille fuera a la zaga de esos hombres célebres y tenebrosos en altanería desprecio por sus semejantes, inmortalidad, en una palabra, impiedad, sino que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores. (Suskind, P., 1993, p.1)

Dentro de un entorno lleno de desesperanza, mal olor, podredumbre, un cementerio colapsado y pescado, una mujer dió a luz a un pequeño a quien pretendía abandonar y dejar morir al igual que los cinco productos anteriores. Jean- Baptiste cambió el destino de su madre, a quien desmayada después del parto, descubrieron con la intención de abandonar a su pequeño razón por la cual fue aprendida y decapitada. El pequeño pasó a manos de una nodriza de oficio. Jean Baptiste, pasaba de nodriza en nodriza “Según decían, era demasiado voraz, mamaba por dos, robando así la leche a otros lactantes y el sustento a las nodrizas, ya que alimentar a un lactante único no era rentable” (Süskind, P., 1993, p. 10). El pequeño fue dejado en un convento, quedando al cuidado de una nodriza quien al poco tiempo presentó la misma queja que las anteriores, no obstante, esta vez agregó un nuevo elemento: el niño no poseía un olor propio y eso causaba miedo. Nuevamente fue relegado, esta vez a un orfanato en el que la dueña no se preocupaba por los cuidados, sino por el dinero que le pagarían. En este lugar los demás chicos rechazaban a Grenouille, querían matarlo pero parecía ser resistente a todo.

Jean Baptiste comenzó a reconocer los olores más raros que lo rodeaban: troncos, piedras, distintos aromas provenientes de las vacas, árboles, etc. Podría haber sido un genio del olfato, un prodigio, ya que era capaz de percibir olores desde lejos y con una gran precisión, olores que los demás no alcanzaban a percibir.

Al tiempo que se agotó el monto pagado por el convento, la dueña del orfanato lo vendió a un peletero quien lo puso a trabajar; trabajaba jornadas completas con pocas quejas y pocos beneficios y era capaz de comer comida en mal estado sin tener consecuencia alguna. En una ocasión enfermó de ántrax, quedó con daños permanentes en el rostro y en una extremidad; sin embargo, sobrevivió, lo cual le dio un sobre valor para el peletero.

Jean Baptiste trabajó un tiempo en el oficio de las pieles, no obstante, su sueño era poder crear fragancias, por lo que cuando se presentó la oportunidad pidió a un famoso perfumista de Paris que lo dejara crear una fragancia. Resultó crear un perfume exquisito, que le permitió quedarse a trabajar en ese lugar, brindándole riqueza y fama al ya decadente perfumista. Jean Baptiste, no contaba con mayor motivación que el de crear fragancias por lo que dedicó su tiempo a esto. En una ocasión, lo cautivó un aroma exquisito, al seguirlo, se dio cuenta que era la de una chica, una púber pelirroja a quien asesinó en el acto, sin tomar ninguna posesión de ésta. Fue un evento extraño ya que por lo general detestaba el olor del ser humano.

Al poco tiempo dejó Paris para convertirse en un ermitaño, viviendo en una cueva por varios años, hasta que un día se percató de la falta de una esencia en su persona, se dio cuenta que él no contaba con un olor personal, razón por la que regresó a la civilización. Buscó hacerse perfumista, pero antes comenzó a experimentar y a crear una esencia propia y así, mezclando elementos tan repulsivos y cotidianos como la comida putrefacta, el excremento de un gato, entre otras. Logró obtener una esencia, discreta, cotidiana, pero que le permitía ser notado por los demás. Poco a poco fue creando esencias que le permitían hacer reaccionar a los demás de distinta manera. Existía la fragancia que producía la compasión, la que le permitía mantener la lejanía con los demás, etc. esta última le permitía buscar nuevos aromas y nuevas técnicas de extracción de las fragancias en la naturaleza.

Al poco tiempo comenzó a crear un perfume único y especial. Este fue elaborado con el aroma de mujeres a quienes asesinaba y extraía el aroma de sus cabellos, pies, axilas y su sexo. Poco a poco fue conmocionando el pueblo en el que habitaba ya que era notoria la muerte por estrangulamiento de las doncellas púberes con cabellos rojos. Tardó varios años en completar su aroma. La última doncella, la pieza dorada de la corona, fue llevada del pueblo la noche en la que él pretendía asesinarla. La siguió por su aroma, no obstante, antes de salir del pueblo preguntó por qué dirección salió el carruaje. Debido a su cojera, consecuencia del ántrax, pudo ser identificado. Logró asesinarla extraer su esencia, completando así su perfume perfecto.

Jean Baptiste fue condenado a muerte por el asesinato de las doncellas; no obstante al momento de la ejecución, libero la esencia que provocó conmoción en la audiencia y todos los presentes se entregaron a los placeres mundanos. Él logró escapar, pero el padre de la última doncella asesinada le pidió que viviera como su hijo, él aceptó. Al poco tiempo utilizó el perfume en él mismo, lo que provocó que la muchedumbre quisiera tener un poco de él y lo asesinaron llevándose trozos de él.

Dicho lo anterior, me gustaría abordar varios puntos de la obra para explicar el origen de la patología de Jean- Baptiste.

 

La creación del genio

La introducción que nos dan a este personaje es la de un genio, que como los grandes de la historia logró la fama, no obstante este no pasó a la historia. Retomando una idea de Bion: “Se ha dicho que el genio es semejante a la locura. Sería más acertado decir que los mecanismos psicóticos requieren que un genio los manipule de manera adecuada para promover el crecimiento o la vida (que es sinónimo de crecimiento)”. (Bion, W., 1970: 63).

Si tomamos esta idea por cierta, Jean Baptiste poseía conductas que nos llevarían a pensar en fallas del juicio de realidad, ejemplo de esto es la indiferencia a comer cosas que se encontraban en estado de putrefacción, el aislamiento, el poder trabajar por horas prologadas y el percibir olores que nadie más era capaz de percibir (aunque en este último punto debemos tomar en cuenta que es una historia novelada). No obstante, era capaz de poner estas defensas y genialidad al servicio de la creación y a la vez de poder preservar su vida.

Para Grinberg, “Toda creación es, en realidad, la recreación de un objeto amado al que se ha sentido en ruinas; por lo tanto es la recreación de un mundo interno y un Yo en ruinas.” ( Grinberg, L.,1983, p.242). Partiendo de esta idea, el genio de Jean- Baptiste es contrastante con sus circunstancias de nacimiento. Sin ser deseado por la madre, quien contaba con antecedentes filicidas, es traído al mundo en medio de un ambiente mal oliente, lo que realza su gran capacidad olfativa, que como sabemos es uno de los sentidos que se desarrollan más tempranamente. Es así que el mundo interno de Jean- Baptiste pareciera estar destruido y busca encontrar ese perfume ideal, del que se vio desprovisto, el de la madre que no pudo mamar para construir su propia identidad, tomando así, literalmente, fragmentos muertos para construir vida, la suya.

Lo anterior me lleva a describir el origen y tipo de patología que se gestó en el pequeño Grenouille.

 

La deprivación

Winnicott, en su artículo La Tendencia Antisocial (1956: 2016) habla sobre el complejo de deprivación en el que el niño deprivado de algunas características esenciales de una vida hogareña comienza a manifestar conductas antisociales en casa o en un ámbito más amplio. Esto, con el tiempo puede llevar a que el chico sea considerado un inadaptado social y ponerlo en un albergue para niños inadaptados o similar y así ir escalando a centros de readaptación social, etcétera. Si las medidas no dan resultado, puede convertirse en un adulto psicópata.

Cuando existe una tendencia antisocial ha habido una verdadera deprivación y no una simple privación. En otras palabras, el niño ha perdido algo bueno que, hasta una fecha determinada, ejerció un efecto positivo sobre su experiencia y que le ha sido quitado; el despojo ha persistido por un lapso tan prolongado, que el niño ya no puede mantener vivo el recuerdo de la experiencia vivida. Una definición completa de la deprivación incluye los sucesos tempranos y tardíos, el trauma en sí y el estado traumático sostenido, lo casi normal y lo evidentemente anormal.(Winnicott, D. W., 1956: 2016, p.148)

Si bien en el relato de la novela, en un inicio nos habla de una deprivación, va siendo relegado y rechazado por varias personas, escalando, como menciona Winnicott, a medios de contención que posibilitan la gestación de la psicopatía. Jean Baptiste, se sintió despojado, de su madre, de un hogar, de el pecho de cada una de las nodrizas, etc. Su única y valiosa posesión para él era su poderoso olfato.

Winnicott (1956:2016), menciona que puede haber dos tendencias antisociales, una representada por el robo y la otra por la destructividad. En el robo, el niño busca algo que no puede encantarlo por lo que busca en otra parte. En cuanto a la segunda, se busca un suministro ambiental perdido, algo en lo que pueda confiar y que lo deje actuar, moverse y entusiasmarse. En esta segunda categoría se encuentra Jean Baptiste, buscando en su genio esa esencia sublime que le permita ser y a la par adquirir una identidad.

Entre los puntos que refiere Winnicott (1956:2016), como señales de la tendencia antisocial, me gustaría destacar dos: la voracidad, misma que se describe como un rasgo innato de Grenouille al mamar hasta vaciar el pecho de las nodrizas y la pérdida original en la que el bebé ha logrado percibir que el desastre es parte de una falla ambiental. El conocimiento de que es una causa externa y no interna, provoca una distorsión de la personalidad y el afán de buscar una cura que provea el ambiente, poniendo este a prueba de “soportar la agresión prevenir o reparar la destrucción, tolerar el fastidio, reconocer el elemento positivo contenido en la tendencia antisocial, y suministrar y preservar el objeto que ha de ser buscado y encontrado” (Winnicott , D., 1956:2016, p.154)

Trastorno antisocial y Narcisismo

Para Otto Kernberg (1994:2004), el trastorno antisocial presenta rasgos típicos del trastorno narcisista de la personalidad aunado a una patología superyoica y un deterioro de su mundo de relaciones objetales.

Kernberg hace referencia al libro The Mask of Sanity, de Cleckley en el que describe el “Trastorno antisocial de la personalidad” refiriendo que preexistente a un trastorno antisocial de la personalidad hay un trastorno narcisista de la personalidad:

[…] De hecho, los rasgos del perfil clínico de la personalidad antisocial descrita por Cleckley pertenecen naturalmente a tres categorías posibles: 1) algunos son características básicas que diferencian la personalidad antisocial de la psicosis y de los síndromes cerebrales orgánicos: “ausencia de ideas delirantes y otros signos de pensamiento irracional” y “conducta antisocial inadecuadamente motivada” (el síntoma inmediato dominante); 2) otros se encuentran en la patología narcisista grave del carácter: “vida sexual impersonal, trivial y pobremente integrada”, “falta de responsivídad en las relaciones interpersonales en general”, “pobreza general de las relaciones afectivas importantes”, “egocentrismo patológico e incapacidad para el amor”; 3) manifestaciones de una profunda patología del superyó: “inconfiabilidad”, “falsedad insinceridad”, “falta de remordimiento o vergüenza”, “juicio pobre y fracaso en aprender de la experiencia” y “fracaso en seguir cualquier plan de vida,”. (Kernberg, O. 1994: 2004. p. 123)

De igual manera describe dos tipos de trastorno antisocial de la personalidad: el predominantemente agresivo y el pasivo-parasitario. Este último “ha hallado una salida de la gratificación a través del poder sádico, renegando de la importancia de todas las relaciones objetales e idealizando regresivamente la gratificación de las necesidades receptivo-dependientes [….] y el poder simbólico que se ejerce sobre los otros al extraer de ellos esas gratificaciones” (Kernberg, O. 1994: 2004. p. 132).

Esta última descripción me parece más acorde a la que encontramos en la historia de Jean Baptiste Grenouille quien busca extraer la esencia de las cosas, dejándolas muertas y desprovistas de lo que las caracteriza, ya sean flores, frutos, animales o mujeres. Buscando, desde mi punto de vista, un aroma que pueda brindarle el sostén e identidad que en situaciones normales lo da la madre. Cuando logra concluir su obra maestra es capaz de hipnotizar a la población, de huir y de finalmente encontrar un padre adoptivo que le brinde aquello de lo que fue desprovisto desde su nacimiento, esencia.

Por último, Zac propone una extensa y ambigua definición que despliega, justamente, las dificultades de una conceptualización:

La psicopatía es una organización de la personalidad históricamente determinada por una distorsión infantil de la evolución yoica, con una estructura narcisística egosintónica, con intolerancia a la frustración y una irresistibilidad impulsiva psicopatológicamente caracterizada por el predominio intrapsíquico de una situación básica (borrosidad y multiplicidad de objetos) que estructura la neurosis grave de la infancia (psicosis) con deterioro de la identidad, la simbolización, la socialización, el control de la agresión, la comunicación, con conductas aloplásticas concretas resultantes de la interacción inicial del niño (luego el adolescente y el adulto) con su ámbito familiar y grupal, con un superyó lacunar deficitario (Zac, 1972: 51, citado en Mollo, J., 2010. p.97).

Podemos ver que las diferentes descripciones y percepciones de los diferentes autores llevan a caminos muy cercanos sobre la gestación y el devenir de la conducta sociopática o antisocial. Si bien en el relato de Grenouille, inferimos que aún predomina el narcisismo primario, buscando su propia gratificación, pareciera que éste es debido a que no logró formar un vínculo objetal real. Esto me lleva a tratar un último punto.

 

La identidad

La identidad se conforma de un intercambio con la madre de lo que Klein denominaría proyecciones e intoyecciones y que por medio del interjuego de identificaciones proyectivas e introyectivas del bebé con la madre, se va creando una identidad. Es necesario, que predominen las identificaciones introyectivas por sobre las proyectadas para lograr éxito en la conformación de la identidad.

 

Según Grinberg:

La formación de la identidad es un proceso que surge de la asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmentarias de la niñez que, a su vez, presuponen un contener exitoso de las introyecciones tempranas. Mientras ese éxito depende de la relación satisfactoria con la madre y luego con la familia en su totalidad, la formación de la identidad más madura depende, para Erikson, del desarrollo del yo, que obtiene apoyo para sus funciones de los recursos de una comunidad más amplia.(Grinberg, L., 1980. p.70)

De lo que sabemos de la historia de este personaje y las características brindadas anteriormente por algunos teóricos, se acentúa el hecho de que las relaciones objetables de estas personas son deficientes; no obstante, logran extraer gratificaciones del ambiente. En el caso de Grenouille, las identificaciones que logró hacer fueron escasas, no convivía con los demás niños y persistía el rechazo, por lo que, desde mi punto de vista, el poco contacto con esta realidad le impidió poder formar una identidad, llevándolo así a buscarla en el ambiente, abstrayendo lo que él carecía y hacía única a una persona, la esencia. Lo hacía valiéndose de medios como el asesinato y el despojo de elementos simbólicos como el cabello de las mujeres.

Laing sostiene que “la identidad ‘propia’ de una persona nunca puede ser completamente abstraída de su ‘identidad para los otros’. Su identidad, en cierta medida, depende de la identidad que los otros le atribuyen, pero también de las identidades que él atribuye a los otros, y por lo tanto de la identidad o identidades que él supone que los otros le atribuyen a él. (Grinberg, L., 1980. p.76)

La identidad que Grenouille fue creando, fue basada en los demás, al no tener olor propio, él no era nadie. En su búsqueda implacable de una esencia pasó por manipular estos aromas creados y adquiriendo una personalidad con cada uno de ellos dependiendo de la ocasión y del fin que buscaba. Por otro lado, su empeño por encontrar la esencia sublime, capaz de hipnotizar, de hacer lo que para él era impensable: ser visto y reconocido, aunque, como propone Freud en Más allá del principio de placer, detrás del placer se encontrara el impulso de muerte.

Finalmente, llama la atención como, al igual que los asesinos seriales en la vida real, Grenouille, deja pistas para ser encontrado, y probablemente de esta manera ser contenido para no realizar más crímenes. Lo que me lleva a pensar en lo que Freud describe en Los que delinquen por conciencia de culpa:

[…]En ciertos niños puede observarse, sin más, que se vuelven «díscolos» para provocar un castigo y, cumplido este, quedan calmos y satisfechos. Una ulterior indagación analítica a menudo nos pone en la pista del sentimiento de culpa que les ordena buscar el castigo. En cuanto a los delincuentes adultos, es preciso excluir, sin duda, a todos aquellos que cometen delitos sin sentimiento de culpa, ya sea porque no han desarrollado inhibiciones morales o porque en su lucha contra la sociedad se creen justificados en sus actos. (Freud, S.,1916:2012, p. 339)

Me parece que en este tipo de individuos existe una consciencia moral, misma que conocen y tratan de evadir para lograr sus fines. En el caso de Grenouille, me parece que lo que lleva a delatarse es un sentimiento inconsciente de culpa aunque como lo refiere Mackinnon y colaboradores:

El papel de la culpa es otro tema controvertido en la discusión de los pacientes antisociales. En una vista, hay una tolerancia disminuida hacia la culpa, pero en la otra hay una relativa falta de culpa. En nuestra opinión, cualquiera de estas características puede estar presente y están íntimamente relacionadas en el desarrollo temprano del paciente. El paciente antisocial experimenta los precursores más primitivos de la culpa Puede sentirse avergonzado y temer la desaprobación pública por su comportamiento inaceptable, o puede deprimirse si su comportamiento está expuesto. Sin embargo, no ha desarrollado un sistema autónomo internalizado de controles de comportamiento que funcione sin la amenaza de descubrimiento y que provea la regulación de los impulsos antes de que conduzcan a un comportamiento manifiesto. (MacKinnon, Michels, & Buckley, 2016, p. 413)

Así, el delincuente busca que el ambiente sea contenedor, que provea los límites que permitan detener las conductas impulsivas a las que llega para cumplir sus fines.

Resulta interesante que a través de una novela, como comentaba al inicio del trabajo, pueda plasmarse tan claramente una patología. Si bien cuenta con elementos de ficción, el autor logra transmitir a través de su obra, lo que el personaje podría llegar a sentir, provocando por instantes sentimientos de vacío, asco o frustración en el lector. Creo firmemente que a través de la obra literaria, podemos conectarnos con el mundo interno del escritor, lo que paradójicamente logró hacer Grenouille a través de sus creaciones, encontrando una esencia sublime que le permitió crear una identidad ¿la de la madre? Pero que a la vez lo hizo perder su propio ser al ser sustraído por la población en pedazos, lo mismo que él hacía con la esencia de las cosas y personas. Es decir, en su búsqueda halló una identidad que era artificial pero sublime, capaz de inducir a los mayores placeres, pero tan codiciada que le arrebató esa esencia que creyó haber encontrado, llevándolo a la muerte.

 

 

Bibliografía

  • Bion, W. (2007). Attention & Interpretation. Londres: Karnac.
  • Freud, S. (2012) Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico en Obras Completas: (Vol. XIV, pp. 313- 340). Buenos Aires: Argentina: Amorrortu.
  • Grinberg, L. (1983). Análisis del Sentimiento de Culpa y el Duelo en la Creación ArtíEn Culpa y Depresión:Estudio psicoanalítico (pp. 241-252). Madrid: Alianza Editorial.
  • Grinberg, L., & Grinberg, R. (1980). Identidad y Cambio (pp. 68-78). Barcelona: Paidós Ibé
  • Kernberg, O. (2004). La agresión en las perversiones y en los desórdenes de la personalidad. (pp. 117-144) Buenos Aires: Paidós
  • MacKinnon, R. A., Michels, R., & Buckley, P. (2016). The Antisocial Patient. En The psychiatric interview in clinical practice (pp. 405-436). Arlington, VA: American Psychiatric Association Publishing.
  • Mollo, J. (2010). Psicoanálisis y criminología: Estudios sobre la delincuencia. (pp. 83-103) Buenos Aires: Paidós
  • Süskind, P. (1993). Barcelona: Narrativa Actual.
  • Winnicott, D. W. (2016). La Tendencia Antisocial. En Deprivación y delincuencia (pp. 144-156). Ciudad de México, México: Ediciones Culturales Paidós