El modelo multifactorial de los trastornos del comportamiento alimentario
Autor: Aura Lorenzo 

Introducción

Los trastornos de la alimentación constituyen en la actualidad una patología que se ha extendido dramáticamente entre los jóvenes, especialmente en las mujeres, quienes representan el 90% de los afectados (American Psychiatry Association DSM-IV-TR, 2002). Anteriormente, en los años ochenta y noventa, las cifras con relación a su prevalencia se expresaban en tantos por mil, en cambio ahora, debido al incremento de este tipo de trastornos, se emplean porcentajes.

Para el psicólogo clínico y el investigador, tratar de comprender el origen de un trastorno de la alimentación resulta una tarea realmente fascinante. Esto ha motivado a la comunidad científica a plantear una serie de hipótesis etiológicas, modelos y teorías que han ido evolucionando. El modelo multifactorial de Garner y Garnfinkel, es uno de los más completos para contestarnos la pregunta sobre el origen de los trastornos del comportamiento alimentario.

1. Antecedentes

La identificación de la anorexia nerviosa como una entidad independiente, se alcanza por la sistematización y clarificación del cuadro realizado por los médicos del siglo XIX. En 1873, Charles Lasègue en Francia y Sir Willliam Gull en Inglaterra describen, cada uno por separado, la anorexia nerviosa.

En abril de 1873, Lasègue publica en París el manuscrito titulado “Anorexia histérica”, en el cual describió ocho pacientes entre 18 y 38 años. Enfatizó la etiología emocional de la enfermedad, los sentimientos de los pacientes, los matices en la perturbación de las relaciones y lo agudo del desorden intrapsíquico. Consideró que la enfermedad era “una histeria vinculada a la hipocondríasis” (Silverman, 1995 p.).

Seis meses más tarde, Gull presenta un escrito titulado “Anorexia nerviosa” (apepsia histérica, anorexia histérica) a la Sociedad Clínica de Londres. En este escrito hace referencia a tres casos; no menciona aspectos emocionales y destaca la ocurrencia de amenorrea, constipación, pérdida del apetito, decremento de los signos vitales y emaciación. Gull creía que la enfermedad se debía a un estado mórbido mental que denominó “perversión del ego” (Silverman, 1995).

En 1914, la historia de la anorexia dio un giro debido a Morris Simmonds (citado en Caparrós y Sanfeliú, 1997 p. 37), quien vinculó la insuficiencia pituitaria con la pérdida severa de peso en algunas pacientes. Esto era la caquexia hipofisiaria ocasionada por la malnutrición. Con ello se hizo más fuerte la teoría endocrina de la anorexia por lo que las anoréxicas fueron tratadas extrayéndoles parte de la glándula pituitaria e implantándosele de nuevo años después. Este sería el inicio de las explicaciones etiológicas con componente biológico, que en la actualidad están en auge por las investigaciones genéticas.

En los años cuarenta resurgió la influencia del psicoanálisis, y en el caso de los trastornos de la conducta alimentaria se destacan: Waller, Kaufman y Deutch, quienes describieron los síntomas de la anorexia nerviosa como resultado de fantasías simbólicas o inconscientes producto del miedo a la fecundación oral (citados en Herscovici y Bay, 1997).

Estas fantasías de fecundación oral se asociaron a un sentimiento fuerte de culpa, en contra del cual la pérdida de peso de la anorexia nerviosa se utilizaba como defensa (citado en Silverman, 1997).

Las observaciones clínicas realizadas hasta entonces dieron como fruto que en 1965, conocedores del tema como Bruch y Selvini Palazzoli, se reunieran en el Simposio de Göttingen llegando a las siguientes conclusiones:

  1. La anorexia mental esencial expresa una incapacidad de asumir el papel sexual genital y de asimilar las transformaciones de la pubertad.
  2. El conflicto principal se sitúa a nivel del cuerpo y no a nivel de la función alimenticia.
  3. La estructura de la anorexia mental esencial es diferente de la neurosis clásica (citado en Kestemberg, Kestemberg, y Decobert, 1976, p.21).

 

De acuerdo con Silverman (1995), en el siglo XX lo más revolucionario acerca de la anorexia es lo planteado por la Dra. Hilde Bruch, psicoanalista de la Universidad de Baylor en Texas. Bruch (1973), centró la atención de la anorexia, en la patología emocional y la psique, producto de déficits en la relación entre la madre y la hija. A continuación se resumen los tres puntos coincidentes en la anorexia nerviosa, descritos por Bruch y encontrados en su experiencia clínica con anoréxicas:

  1. La distorsión de la imagen corporal, en la que se tiende a sobrestimar la talla del cuerpo.
  2. La distorsión interoceptiva, en la que existe inhabilidad para identificar correctamente y responder a las sensaciones internas, como el hambre y la saciedad, estados afectivos y sentimientos sexuales.
  3. Experimentar sentimientos de ineficacia reflejados en sentimientos de pérdida de control.

 

Este fue un avance sumamente significativo, debido a que se identifican características psicológicas que hasta ese momento no se habían tomado en cuenta. Al mismo tiempo abre una puerta a la investigación etiológica acerca de desórdenes perceptuales, la profundización de la relación de la persona con su cuerpo, el entrenamiento que la madre debe dar para poder percibir las señales de hambre y por tanto los tipos de madre y relación; así como toda la necesidad de investigar el por qué surge el sentimiento de ineficacia y su relación con otros aspectos como la autoestima, el perfeccionismo, etc.

En los últimos diez años, el énfasis en la etiología de los trastornos alimentarios, se detuvo en los aspectos socioculturales, y en la presión social que sufre la mujer para ser delgada. En la actualidad con el descubrimiento del gen candidato de la saciedad, los estudios hacia los aspectos genéticos están en auge; además empiezan a surgir modelos psicológicos, compuestos de grupos de características psicológicas predisponentes de trastornos alimentarios.

Aún así, se considera que la etiología de los trastornos de alimentación, es aún poco clara. Desafortunadamente la utilización de datos retrospectivos en vez de estudios prospectivos longitudinales en población general dificultan la claridad de los factores predisponentes (Hetherington, 2000).

 

Algunas consideraciones determinantes en la investigación de la predisposición para los trastornos alimentarios, son los aspectos relacionados con las alteraciones que la inadecuada utilización de la función alimentaria, conlleva en sí misma (Bruch, 1973). En la anorexia existe un inexplicable miedo a ganar peso llegando en ocasiones a la llamada caquexia; por tanto, la condición de la inanición implica por ejemplo, que rasgos psicológicos, el funcionamiento cognitivo y la interacción familiar, se vean afectados, resultando una menor claridad entre las características del sujeto antes de dicha inanición, y lo que es producto de esta última como consecuencia del desorden fisiológico (Wren y Lask, 1996). Otro aspecto producto de la falta de nutrientes que tienen los enfermos cuando hacen dietas, se evidencia en la bulimia, la cual, frecuentemente surge después de un periodo de dieta, que puede o no estar asociado a una pérdida de peso; al atracón usualmente le sigue el vómito, u otras medidas de compensación, para deshacerse del exceso de comida ingerida, teniendo la persona, una preocupación constante y exagerada por mantener una figura y peso “ideales”.

Son comunes en la anorexia y bulimia nerviosas la baja autoestima, depresión y ansiedad (Gendall, Kaye, Altemus, McConaha y La Via, 1999). Los comportamientos anoréxicos y bulímicos dan lugar a una serie de desajustes biológicos, psicológicos y sociales que dificultan igualmente, la identificación de características o desajustes de carácter predisponente, al mezclarse con aquellas que son consecuencia del trastorno.

2. Modelo multifactorial

En la actualidad con el fin de lograr una teoría etiológica coherente de los trastornos de alimentación o cuando menos acercarse a ella, se ha abandonado la búsqueda de una única causa que de origen a los trastornos de alimentación. La mayoría de los investigadores han optado por una explicación multifactorial. Como se mencionó, Garner y Garnfinkel (1980) plantearon un modelo multifactorial para la anorexia nerviosa, el modelo en sí incluye factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes de carácter biológico, familiar, psicológico y social


A partir de este modelo han surgido otros también para la bulimia, pero con la misma idea acerca de la multicausalidad y la inclusión de factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes o de mantenimiento. Sin embargo como afirman Garner y Garnfinkel (1982), el hecho de tener una lista de factores predisponentes, no implica que las personas que por consiguiente estén en riesgo de desarrollar el trastorno, lo hagan, y en aquellos que se desarrolle, sólo algunos de dichos factores estarán presentes y se relacionarán de manera particular en cada caso.

La importancia de la dieta en los trastornos de la alimentación tiene que ver con los tres tipos de factores incluidos en el modelo de Garner y Garfinkel (1980), en el que se incluyen factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes. En cuanto a los factores predisponentes, en el modelo de Blundell (1995), se incluye a la dieta como forma de control conductual que desincroniza el sistema del apetito; sin embargo también las características de personalidad medidas una vez iniciado el trastorno están influidas por los desórdenes fisiológicos producidos por condiciones como la inanición producto de una dieta severa en cuanto a la carencia de nutrientes esenciales para la vida del organismo.

Existen algunos estudios que avalan lo anterior, en los que se ha comprobado que la pérdida de peso excesiva, producto de la dieta, da como resultado la presencia de síntomas depresivos, obsesiones, perfeccionismo, ansiedad, alejamiento social, irritabilidad y pérdida de interés en el sexo. El experimento más famoso sobre este fenómeno psicobiológico fue el Minnesota Experiment, que se llevó a cabo en la Segunda Guerra Mundial. Keys y sus colaboradores (1950), reclutaron a 36 objetores de conciencia y redujeron la mitad de calorías en su dieta normal. Además de que perdieron el 25% de su peso inicial, terminaron a lo largo de seis meses, obsesionados por la comida y el comer y con síntomas de depresión. También ha habido varios informes de depresiones repentinas causadas por dietas rígidas como el estudio de Robinson y Winnik (1973).

a) Factores predisponentes biológicos

  • En los aspectos neurobiológicos, son importantes las decisiones psicológicas. Decisiones comportamentales como la dieta, los procedimientos de atracón, vomitar u otros procedimientos drásticos, llevan a una falta de sincronía, entre conducta y fisiología y entre los procesos fisiológicos y la actividad neurotransmisora (Blundell, Lawton, Halford, 1995).
  • En las aproximaciones genético-familiares, cualquier gen que participe en el sistema serotoninérgico, puede ser un gen candidato para los trastornos de la alimentación, debido existe alteración de la serotonina en síntomas presentes en los trastornos alimentarios como:

Una respuesta inadecuada ante el estrés (Dunn y Welch, 1991),

La dieta restrictiva que puede llevar a la irregularidad  de la función serotoninérgica, especialmente en mujeres (Goldbloom, Garnfinkel, y Shaw, 1991.

La inmadurez psicosexual y la experiencia de sentimientos sexuales conflictivos.

La personalidad premórbida obsesiva.

  • La comorbilidad entre la anorexia nerviosa y la enfermedad depresiva (Cabranes y Barabash, 2000).
  • Hormonas sexuales, se ha encontrado que la existencia de niveles altos de estrógeno tienen un efecto anoréxico. El gen receptor del estrógeno ER& se expresa altamente en regiones cerebrales implicadas en la regulación del peso y el gasto de energía. Se ha encontrado un polimorfismo aumentado el 1082 G/A en pacientes con anorexia o bulimia nerviosas en la región codificada donde están los genes receptores de estrógeno, lo que es un descubrimiento importante, sin embargo no puede aun establecerse una relación funcional debido a que con el segundo polimorfismo (1739 A/G) del ER& no hay asociación con la anorexia (citado en Hinney, Remschmidt y Hebebrand, 2000).
  • Estudios en gemelos. Los estudios de gemelos han indicado que aproximadamente del 50 al 83% de la varianza en anorexia nerviosa como en la bulimia nerviosa, es debida a factores genéticos (Bulik, Sullivan, Wade y Kendler. 1998; Holland, Sicotte, Treassure, 1988; Kendler et al. 1991; Klump et al. 1999. citado en Klump, Mc Gue, M. e Iacono, W. 2000).
  • En el estudio de Bulik, Sullivan, Wade y Kendler (2000), revisaron los distintos estudios de gemelos, llevados a cabo para identificar los factores genéticos en los trastornos de alimentación y concluyeron lo siguiente:
  • La anorexia, bulimia y trastornos con relación a la comida son fuertemente de origen familiar.
  • Los estudios de gemelos en la bulimia revelan la contribución de efectos genéticos aditivos y factores ambientales únicos de riesgo, en ningún estudio se encontró que los efectos genéticos por sí solos sean responsables del riesgo del trastorno alimentario o de los rasgos.
  • Se ha encontrado que los factores ambientales son contribuyentes sustanciales, esta contribución disminuye cuando se controla la incertidumbre en la medición, el reto es identificar los factores ambientales únicos que confieren riesgo.
  • Los factores ambientales que han recibido tanta atención en los trastornos de alimentación probablemente son importantes factores mediadores y moderadores, contribuyendo a la expresión de los trastornos en individuos genéticamente susceptibles.
  • Estudios en familias. Kipman et al. (1999), en un análisis de los principales estudios en parientes encuentra un mayor riesgo entre más cercano es el pariente.
  • La concentración de anorexia nerviosa es más importante para los parientes de los examinados (101/718, o 14.1% para los 6 estudios sin controles), cuando se compara con lo que se esperaría al azar (cerca de 1/1000) según Garnfinkel, 1983. Los 6 estudios sin controles muestran una frecuencia de 3% para los parientes de 1er grado de pacientes anoréxicos (27/900) y 0.3% para el grupo control 3/1,300), lo cual es una diferencia altamente significativa (x2=30.3, df=1, p<0.0001) (citado en Kipman et al. 1999).
  • Quizá la predisposición genética no sea específica del trastorno de alimentación, esto significaría que otros trastornos comparten los mismos factores de riesgo.
  • La frecuencia de la bulimia en parientes de anoréxicos, incrementa sólo cuando la anorexia de los examinados, era de tipo purgativo (Rivinius, Biederman y Herzog. 1984, y Strober et al. 1982 citados en Kipman et al. 1999).
  • En cuanto a los hombres, se encontró la existencia de síndromes completos y parciales de anorexia nerviosa en parientes femeninas. La anorexia nerviosa en hombres, es una forma más maligna de la enfermedad, lo que implica que se requieren de un mayor número de genes o de factores familiares ambientales adversos para su expresión, comparado con la expresión en las mujeres (Strober et al, 2001).

b) Factores predisponentes familiares
Perspectiva de Stierlin y Weber

Las perspectivas de Minuchin y Selvini Palazzoli (1974) son compartidas por clínicos como Stierlin y Weber (1990),  quienes parten de la idea de que toda familia a lo largo del ciclo vital, es decir a través de las diferentes fases de evolución desde su nacimiento hasta su muerte, debe experimentar cambios, a fin de sobrevivir como sistema. Estos cambios son inherentes al progreso de cada miembro, individualmente y como un todo. La familia funcional o sana, es aquella en la que sus miembros tienen la capacidad de enfrentar los cambios previsibles e imprevisibles, mediante la reformulación de sus relaciones y experimentando cambios ellos mismos, a través de un proceso continuo de individuación el cual incluye:

 

  • Ser capaz y estar dispuesto a trazar fronteras internas y externas, distinguiendo claramente entre mis percepciones, mis deseos, mis fantasías, mis derechos y mis deberes (particularmente los relacionados con mi cuerpo y sus necesidades) y las percepciones, deseos, fantasías, derechos y deberes de los demás.
  • Definir y alcanzar satisfactoriamente metas y objetivos propios, que difieran de los declarados deseables por el medio.
  • Ser capaz y estar dispuesto a aceptar, una amplia gama de aspectos contradictorios y a menudo penosos de sí mismo, y resistir la tensión producida por esa ambivalencia.
  • Ser capaz y estar dispuesto a asumir responsabilidad por la propia conducta.

A diferencia de las familias funcionales, Stierlin y Weber (1990), afirman, que el origen de las familias con un miembro anoréxico, se encuentra en las generaciones anteriores (perspectiva multigeneracional). Ellos observaron que en este tipo de familias habían existido pérdidas trágicas, muertes, desarraigos y separaciones, por lo que existía una “voluntad de unión”. Estas familias son sistemas sumamente cerrados que bloquean la individuación, refuerzan constantemente los vínculos familiares y comparten un credo familiar y reglas secretas como:

 

  • El autosacrificio.- Impera el bienestar familiar antes que las necesidades y deseos personales, para ser esto posible, es necesario el control de impulsos a través de la represión de sentimientos y deseos. Se acaba entonces, tratando de controlar al cuerpo.
  • Se vive de manera convencional, viviendo de acuerdo a las expectativas familiares y de la sociedad, existe un autocontrol sintiendo culpa cuando no se actúa dentro de las reglas.
  • Se idealizan los logros para estar bien en la sociedad, los miembros de estas familias generalmente son muy respetados desde generaciones atrás. Los logros son orientados a ideas convencionales.
  • Sentido fuerte de justicia, se debe amar y tratar a todos los miembros de la familia por igual, esta utopía implica que cuestiones como las preferencias de hijos y las injusticias, sean negadas y por lo tanto no se habla de ellas. Se evitan los conflictos.
  • La cohesión es tan fuerte, que junto con la sobreprotección se impide la individuación y separación de sus miembros;.

c) Factores predisponentes psicológicos
Modelo psicoanalítico de desarrollo de Hilde Bruch (1973)

Las aportaciones de la psicoanalista Hilde Bruch (1973) a los trastornos de alimentación reflejan un gran adelanto a la comprensión del desarrollo de estos trastornos. Anteriormente al modelo psicoanalítico de Hilde Bruch, los modelos psicoanalíticos estaban centradas en la libido y en fijaciones en la fase oral. A partir de los escritos de Bruch, estas concepciones se modificaron al proponer un modelo que puede considerarse de desarrollo y al mismo tiempo etiológico. Este modelo plantea que el origen de los trastornos de alimentación se debe al fallo de la interacción madre-hija, fallo que influencia la evolución de la personalidad al promover déficits en el sentido del self, la identidad y la autonomía.

Para que el bebé adquiera conocimiento de su yo y de su propio cuerpo, necesita que la madre o los cuidadores tengan respuestas apropiadas a sus necesidades tanto físicas como psicológicas. Esto le dará a lo largo de toda su vida, la capacidad de identificar sus propias señales corporales y psicológicas, además de un sentimiento de autodirección.

Cuando Bruch (1973) investigó las historias de desarrollo de las anoréxicas, descubrió que existían déficits en la confirmación de las claves esenciales de la niña, quien había sufrido de falta de respuestas regulares y consistentes a sus necesidades, impidiendo el desarrollo adecuado de una identidad corporal, implicando la incapacidad para identificar de forma perceptual y conceptual sus propias funciones. A raíz de lo anterior se promueve la incapacidad de separarse del otro, ya que este otro (la madre o cuidador y más tarde la opinión de los demás) es quien le dice qué sentir y cuándo sentir. La niña permanecerá atada a sus padres, sin la capacidad para tener su propia autonomía, tomar sus propias decisiones y ser independiente.

Por consiguiente las preanoréxicas se caracterizan por conductas de obediencia, conformismo y sumisión, tienen incapacidad para verse y sentirse a sí mismas, experiencian al mundo de manera amenazante y se sienten en el fondo incompletas e ineficaces. Son chicas que han sido niñas muy buenas, exitosas en la escuela y que según Bruch, provenían de hogares estables e incluso privilegiados. Esto último en los últimos estudios acerca de las clases sociales de pacientes con trastornos de alimentación,  ha cambiado.

Cuando se inicia el trastorno se acompaña de cambios severos de conducta, las hasta ahora niñas obedientes y complacientes, se vuelven negativistas, enojonas y desconfiadas. No aceptan que necesitan ayuda cuando empieza a asomarse la extrema delgadez en sus cuerpos porque no la perciben o se sienten orgullosas. Las percepciones de sus sensaciones corporales y emocionales son a menudo inexactas y no confían en ellas mismas para identificar sus propias necesidades y sentimientos correctamente. También fallan en experienciar sus cuerpos como propios, los ven como extraños, separados de sus yos psicológicos. Esta división entre el cuerpo y el yo es un elemento básico y se rinde sólo lentamente a los esfuerzos terapéuticos (Bruch, 1985).

La expresión de sus sentimientos tampoco es estimulada y experimentan sólo un estrecho rango de reacciones emocionales. Pueden experimentar alguna toma de conciencia, de furia primitiva e impotente o de enfados que mantienen reprimidos hasta que la enfermedad se desarrolla, e incluso hasta que no se encuentran bajo tratamiento. Para muchas de ellas, el asegurarse que tienen sentimientos y que sus sentimientos son tomados en cuenta, es un descubrimiento sorprendentemente nuevo. No es raro que puedan decir cosas como “mi madre siempre sabía cómo me sentía yo. Nunca pensé que importaba lo que yo decía o sentía” (Bruch, 1982). La disciplina rígida acerca del comer, con una visible pérdida de peso, les da la experiencia de ser efectivas y de controlar por lo menos un área. La definición desplegada no es una expresión de fuerza e independencia, sino una defensa en contra del sentimiento de no tener un sentido de totalidad en sí mismas, de ser impotentes e inefectivas.

De acuerdo a Bruch (1985), los trastornos de la alimentación se manifiestan alrededor de la pubertad, porque en esta época se enfrentan a nuevas experiencias y expectativas para las cuales no se sienten preparadas sino ineficaces.

En resumen las características psicológicas que se destacan de este modelo para los trastornos de alimentación son:

1)     La distorsión de la imagen corporal en la que se tiende a sobrestimar la talla del cuerpo, punto que ahora se discute si está o no presente en todas las personas con trastornos de alimentación.

2)     La distorsión interoceptiva en la que existe inhabilidad para identificar correctamente y responder a las sensaciones internas como el hambre y la saciedad, estados afectivos y sentimientos sexuales. Que estaría ligada a la alexitimia y en la actualidad en el Inventario de Trastornos de la Conducta Alimentaria (EDI-II), se mide en la escala de conciencia introceptiva.

3)     Sentimientos de ineficacia reflejados en sentimientos de pérdida de control (Silverman, 1997) .

El Inventario de trastornos de la conducta alimentaria (EDI 2), elaborado por Garner (1990), resume muy bien las características psicológicas encontradas en sujeto. Este instrumento evalúa los síntomas que acompañan a la anorexia y bulimia nerviosas. Detecta en forma rápida trastornos del comportamiento alimentario subclínicos. El EDI 2, tiene 91 ítems y evalúa once escalas relacionadas con los trastornos de la alimentación (Garner, 1990):

1)   Obsesión por la delgadez, se manifiesta a través de un fuerte impulso a estar delgado o por medio de un temor a la gordura. Los elementos de esta escala se refieren a la preocupación por el peso, las dietas y el miedo a engordar.

2)   Bulimia, esta escala mide la tendencia a tener pensamientos o a darse atracones de comida. Este síntoma es característico de la bulimia y también diferencia entre los dos tipos de anorexia. La bulimia severa por su parte está asociada con fuertes disfunciones psicológicas.

3)   Insatisfacción corporal, el sujeto que puntual alto en esta escala muestra un descontento con su cuerpo o partes del mismo (estómago, caderas, muslos, nalgas, etc. Se considera parte de la “perturbación de la imagen corporal”, que es característica de muchos pacientes con anorexia o bulimia nerviosas. Es un factor de inicio para la presencia de conductas para perder peso.

4)   Ineficacia, esta escala mide sentimientos de incapacidad en general, inseguridad, vacío y falta de control sobre la propia vida. Teóricamente esta característica está relacionada con una baja autoestima, pero no sólo incluye ésta sino que además están presentes los sentimientos de vacío, soledad e inadecuación.

5)   Perfeccionismo, representa el buscar altos niveles de rendimiento con la idea del deber ser mejor. También los sujetos tienen la creencia que los demás esperan de ellos que sean cada vez mejores.

6)   Desconfianza interpersonal, esta condición expresa que el sujeto no está interesado en establecer relaciones íntimas, mantiene a los demás a distancia, además de la existencia de problemas para dar a conocer los propios sentimientos y pensamientos.

7)   Falta de conciencia interoceptiva, se trata de la dificultad para darse cuenta de forma adecuada de sentimientos y sensaciones; conlleva inseguridad para identificar las sensaciones del propio cuerpo, característica importante en los trastornos de alimentación.

8)   Miedo a la madurez, se mide el deseo del sujeto a volver y buscar la seguridad de la infancia. En los trastornos de alimentación es característico el ayuno con el fin de evitar la madurez psicobiológica.

9)   Ascetismo, tiene que ver con la búsqueda de la virtud a través de autodisciplina, sacrificio, autosuperación y control de las necesidades corporales.

10) Impulsividad, mide los problemas en el control de impulsos y la tendencia al uso de drogas, hostilidad, autodestrucción. Estas características coinciden con las características “borderline” de grupos de pacientes con trastornos de la conducta alimentaria y con la escala de desviación psicopática del MMPI.

11) Inseguridad social, esta escala evalúa la creencia que las relaciones sociales son tensas, inseguras, incómodas, insatisfactorias y de escasa calidad.

d) Factores predisponentes socioculturales

Las características de la sociedad occidental son las causantes o precipitantes del trastorno alimentario. Esta sociedad se caracteriza porque la valía personal se centra en lo estético, convirtiéndose a la vez en una sociedad donde el narcisismo está presente como forma de cubrir la pérdida de tradiciones y de la sensación de sentir, incluso la pérdida del propio yo.

  • El hecho de que dichos trastornos predominan en las mujeres debido a que requieran aferrarse a estereotipos, que destacan la delgadez como un valor social, y que en sí mismo incluye la felicidad, éxito y riqueza. Estos valores se han entremezclado con el rol de género específico de la mujer, convirtiéndose “la delgadez”, en una continua presión social y cultural, y en un signo de identidad, éxito y valía. Por tanto la mayoría de las mujeres viven con un sentido de inseguridad corporal. El no tener el peso o a la talla adecuada, genera malestar subjetivo. Debido los anteriores requisitos socio-culturales, muchas mujeres comienzan una dieta.
  • En relación a la clase social, la diversificación de los trastornos de la alimentación en todas las clases sociales, es esperable debido al componente patógeno sociocultural de estos trastornos (García –Camba, 2001).
  • De acuerdo al DSM-IV-TR (2002) el rango de edad promedio de inicio para la anorexia nerviosa es hacia la mitad o a finales de la adolescencia (14-18) y es rara su aparición en mujeres mayores de 40 años. En cuanto a la bulimia nerviosa, la edad de inicio según el DSM-IV-TR (2002), al final de la adolescencia o al comienzo de la vida adulta.

4. Factores precipitantes

  • Iniciar un régimen con el fin de adelgazar y controlar la ingesta.
  • Ejercicio físico excesivo
  • Anorexia nerviosa previa (para el desarrollo de una bulimia nerviosa)
  • Trastornos emocionales
  • Insatisfacción con el propio cuerpo
  • Insatisfacción personal
  • Situaciones de cambio y estresantes en general.

5. Factores perpetuantes o de mantenimiento

  • El propio trastorno.
  • Desnutrición.
  • Comportamientos alimentarios anómalos.
  • Conductas purgativas.
  • Imagen corporal negativa.
  • Trastornos emocionales.
  • Consecuencias positivas del trastorno (su funcionalidad).
  • Otros factores:
  • Reaparición de situaciones de crisis y estresantes.
  • Presión social.
  • Aislamiento.
  • Permanencia o reaparición de conflictos familiares.

6. Conclusiones

Lo anterior compone lo que se denomina la multicausalidad de los trastornos alimentarios. Con relación a los factores predisponentes, este modelo facilita la creación de programas preventivos y de mecanismos que evalúen su eficacia, ya que es primordial el tratar de evitar que los sujetos que presentan dichos factores no desarrollen el trastorno alimentario, cuando un factor precipitante aparece. En el tratamiento una vez desarrollado el trastorno es primordial no perder de vista que el trastorno por sí mismo se mantiene en una especie de círculo vicioso de síntomas, círculo que hay que romper como en el caso de el ciclo atracón purga de la bulimia nerviosa.

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