fotonoticia_20160216170419_1280Autor: María Montaño
Cuando las obras artísticas nos conmueven, tienen la capacidad de dialogar con partes internas en nosotros, comunicando algo en particular sobre un fenómeno universal. La obra de Room (tanto la novela como la película) ha logrado conmover a sus espectadores, llegando a ser comentada hasta en nuestros consultorios. La importancia de los vínculos, la intimidad de la relación madre e hijo, la maternidad, el desarrollo infantil, las relaciones interpersonales, la adaptación humana a la adversidad, el trauma psíquico y el trauma real, la construcción de la realidad y su choque con las realidades de los otros, entre muchos otros, son los temas que de una forma muy sensible dibuja “Room”.
 
En una entrevista para el programa “The Agenda with Steve Paikin” (2011), la autora de la obra, Emma Donoghue señala que la inspiración del libro (que luego fue adaptado a guión de película), surgió tras leer en el periódico el caso Fritzl (Un padre vienés quien secuestró a su hija en el sótano por 2 décadas , teniendo 7 hijos con ella),  y se preguntó: ¿cómo podría ser una mujer una buena madre en dichas condiciones? ¿Es posible tener una infancia feliz en condiciones de hacinamiento acompañado sólo por tu madre?  Y comenta que, teniendo un hijo de la edad del protagonista, recurrió a aquellos sentimientos de “hacinamiento” que ella misma sentía en la maternidad con su hijo.
 
Al mismo tiempo, se planteó ¿cómo es que Jack iba a poder aceptar la realidad de vivir en habitación?  y refirió asociar este cuestionamiento a uno que, como homosexual le hacen cada vez que le preguntan: ¿No hay problema en que tus hijos hayan sido criados sin un varón? Haciéndola pensar que en realidad los niños logran adaptarse y “ser felices” con la norma bajo la que vivan, siempre que tengan los elementos básicos de amor y cuidado.
 
La propuesta de este trabajo es responder con una mirada psicoanalítica a las preguntas que la autora se hace y observar qué fenómenos psicodinámicos se ven dibujados en sus personajes. Este trabajo supone varios problemas, el principal de ellos que es una obra de ficción y no un caso clínico, por lo que tomaré prestados fragmentos ficticios consiente de que no necesariamente ilustran la realidad de una situación tan traumática como lo es un secuestro con abuso repetido. Por otro lado, la película ilustra de forma resumida lo que narra la novela a detalle, por lo que para cuestiones generales me apoyaré en la película y para cuestiones más particulares en la novela, refiriendome a “la obra” cuando sean aspectos compartidos tanto por la película como por la novela.
 
Room narra la historia de un niño de 5 años (Jack) y su madre (Má) quienes se encuentran secuestrados en un cobertizo (Habitación) por un hombre al que se refieren como “viejo Nick”[1]. El viejo Nick secuestró a Má 7 años antes del inicio de la obra y la ha mantenido encerrada en Habitación abusando constantemente de ella. Jack nace como consecuencia del abuso y Má lo cría sola. Al cumplir 5 años, es evidente para Má que no le será posible mantener la situación por lo que planea y ejecuta un escape, en el cuál Jack realiza la mayor parte. A partir de ahí se relata cómo Jack y Ma afrontan el mundo fuera de Habitación.
 
Uno de los temas que más impacta al público de la obra, es la importancia que tiene en ella el vínculo entre Jack y Má. Pareciera que la autora estuviera en sintonía con la propuesta de los psicoanalistas intersubjetivos y ambientalistas, quienes, apartándose de la teoría de los impulsos, le dan primacía al aspecto vincular, proponiendo que el motor de la vida humana es la fuerte necesidad de relacionarse con los otros.
 
Winnicott (1963) considera que la salud mental es un largo recorrido que incluye lo heredado, la realidad interna y los procesos de maduración del individuo, y le da importancia al ambiente facilitador que permite el óptimo despliegue de las potencialidades del ser humano.
 
Como precursor de la postura intersubjetiva del psicoanálisis, con su Frase “No existe nada que pueda denominarse bebé” Winnicott (1960) intenta transmitirnos que el bebé no puede entenderse por si sólo aislado de la madre, sino que debe comprenderse desde la unidad madre-hijo. Así mismo, el ambiente facilitador de los procesos de maduración del individuo está compuesto por: La preocupación maternal primaria, el Handling y el Holding y el rol del Padre y la familia.
 
La experiencia de mutualidad madre-hijo  y La preocupación maternal primaria
Son las experiencias corporales y emocionales compartidas entre la madre y el bebé durante el embarazo y el postparto, que aunados al deseo de la maternidad, le permiten gestar en la fantasía a la madre un hijo vivo.  La preocupación maternal primaria es un estado de devoción que la madre presenta en el primer tiempo de crianza del bebé. Son los cuidados corporales y la elaboración imaginativa de la relación con el hijo. A partir de una identificación creciente, la madre le brinda sostenimiento emocional y apoyo yoico en la etapa de dependencia absoluta, previa a la integración del yo infantil. A la vez que protege y cuida al bebé de los sentimientos personales de frustración y enojo. Trata de no ser vengativa, y si se halla alterada por razones ajenas, espera hasta recuperar su equilibrio antes de relacionarse con su hijo. No lo invade con sus estados de ánimo o sus ansiedades. (Abadi, 2014 )
 
Ilustrando este primer punto, el diálogo inicial de la película, narrado por Jack, nos ilustra la realidad que Má le construye a Jack para protegerlo de la angustia y frustraciones frente a las condiciones de secuestro y abuso en las que ella ha vivido:
 
“Una vez, antes de que yo llegara, y tu llorabas y llorabas y veías tele todo el día, hasta que te volviste un zombi. Entonces, yo zumbé llegando desde el cielo y atravesé a Claraboya y llegué a Habitación. ¡Zas-fshew! Y te empecé a patear desde dentro. ¡Boom, boom! Y entonces, me resbalé disparado sobre la alfombra y con los ojos bien abiertos, cortaste el cordón umbilical y me dijiste: “¡Hola, Jack! […]Uno, dos, tres … Está Habitación, después el espacio exterior, con todos los planetas de televisión, y luego el cielo. Planta es real, pero no los árboles. Las arañas son reales, igual una vez que un mosquito que estaba chupando mi sangre. Sin embargo, las ardillas y los perros son sólo televisión, excepto Lucky mi perro, que podría venir algún día. Los monstruos son demasiado grandes para ser reales, igual el mar. Las personas de tele son planas y están hechas de colores. Pero yo y tu somos de verdad.” (Abrahamson, 2015)
 
Esta línea parece introducirnos o a un mundo de ciencia ficción o a un franco delirio paranoide. No obstante, tomando en consideración la preocupación materna, Má generó un cuento o una realidad para adaptarse a la realidad traumática. En la psicosis según Rosenfeld, D. (1992):  “Como fue definida por Freud, debemos entender [por psicosis] la negación de la realidad y su desadaptación de la misma. Es una perturbación narcisística con un aparato psíquico dañado”.  Al resaltar el elemento de adaptación a la realidad, podríamos descartar una franca psicosis o también considerar que los elementos delirantes de este discurso surgen como defensa, es decir, de forma adaptativa a condiciones traumáticas y adversas.
 
Holding, Handling y la función de la sociedad (el padre y la familia)
 
El holding o sostenimiento materno es un concepto que engloba las respuestas físicas y emocionales de la madre con respecto a las necesidades del bebé. Involucra tanto el sostén físico como la forma en la que la madre se adapta a estas necesidades sin modificarse. Esto se logra cuando la madre logra una buena identificación con el infante. Un buen sostenimiento le da al bebé un entorno confiable y estable, sin que se percate conscientemente de esta provisión ambiental. A su vez facilita la continuidad existencial y lo protege contra las angustias.  Las funciones de sostenimiento implican proteger contra la irrupción pulsional, tomar en cuenta la sensibilidad del bebé en términos corporales (tacto, temperatura, audición, visión, acción de la gravedad). Reconocer y aceptar el estado narcisista con el consiguiente desconocimiento del no-yo por parte del bebé. Involucra adaptarse al ritmo único y original de cada criatura. (Abadi, 2014)
 
El libro está escrito en primera persona en tiempo presente, en todo momento hace sentir al lector dentro de la cabeza de Jack. Es por esto que no conocemos a detalle cómo fue el holding y el handling durante sus primeros años de vida, aunque la confianza, la seguridad y la fuerza yoica que demuestra el protagonista parecen dilucidarnos que fueron suficientemente buenos.
 
Otro concepto clave que Winnicott (1971) crea describiendo los proceso de maduración, es el de “objeto transicional”. Acuña el término para definir el uso de ciertos objetos en el área intermedia entre lo subjetivo y lo objetivo. Éstos objetos pertenecen al reino de la ilusión que constituye la base de iniciación de la experiencia. Su significado se ubica dinámicamente entre las satisfacciones autoeróticas y las relaciones objetales. (Abadi,2014 ). Llega a adquirir importancia para el bebé, ya que es una defensa contra ansiedad, en especial contra la de tipo depresivo.
 
En Realidad y Juego, Winnicott (1971) describe las siguientes características del objeto transicional

  • El bebé adquiere derechos sobre el objeto, y nosotros los aceptamos. Pero desde el comienzo existe como característica cierta anulación de la omnipotencia.
  • El objeto es acunado con afecto, y al mismo tiempo amado y mutilado con excitación.
  • Nunca debe cambiar, a menos que lo cambie el propio bebé.
  • Tiene que sobrevivir al amor instintivo, así como al odio y si se trata de una característica, a la agresión pura.
  • Al bebé debe parecerle que irradia calor, o que se mueve, o que posee cierta textura, o que hace algo que parece demostrar una vitalidad o una realidad propias.
  • Proviene de afuera, desde nuestro punto de vista, pero no para el bebé. Tampoco viene de adentro: no es una alucinación.
  • Se permite que su destino sufra una descarga gradual de modo que a lo largo de los años queda no tanto olvidado como relegado al limbo. […]No se olvida ni se llora, pierde significación, y ello porque los fenómenos transicionales se han vuelto difusos, se han extendido a todo el territorio intermedio entre la realidad psíquica interna y el mundo exterior, tal como lo perciben dos personas en común, es decir a todo el campo cultural. (Pg. 33)

 
Las características de este objeto son fácilmente vislumbradas en la Muela-Mala que Jack adopta de mamá y que lo acompaña en las escenas más angustiantes de la obra, así la describe el protagonista:
 
“Me meto en el armario y juego a que soy un minero. Encuentro una pepita de oro debajo de la almohada, que en realidad es la Muela Mala que se rompió; aunque no está viva, no se dobló como le pasó a la planta, y no tenemos que tirarla por el váter. Está hecha de mamá, como yo, sangre de su sangre […]” (Donoghue, 2010)
 
 
El último elemento del ambiente facilitador que mencionaremos es la función del padre y la familia. El papel del padre, además de colaboración en la función de sostén, representa al “ambiente indestructible” que acompaña a la unidad madre-bebé y más adelante, a la relación madre-hijo. Las primeras nociones de la función paterna se organizan en el niño a partir de ciertas cualidades de la madre: la firmeza, la severidad, el orden, la autoridad. […] La presencia del padre permite a la madre cumplir su propia función, sin tener que hacerse cargo de las características paternas, y dejando lugar al despliegue de diferentes sentimientos y experiencias en el niño, en relación a cada uno de sus progenitores y al vínculo entre ellos.  La estructura familiar, fundada en la pareja parental funciona como espacio transicional entre el niño con sus relaciones más próximas, y la vastedad del mundo social. Cumple la doble función de protegerlo frente a las exigencias del medio y a la vez de abrirle camino hacia nuevas relaciones. Así como la madre organiza la aparición gradual de la realidad en el psiquismo del bebé, la familia administra la transición entre el mundo íntimo y cercano y la realidad circundante. Permite una gradual permeabilización de los vínculos con el entorno a través de la incorporación de los miembros de la familia ampliada: abuelos, tíos, primos. (Abadi, 2014)
 
Durante la primera parte de la obra, Jack, identificado con el discurso protector de la madre, cree que todos los otros son “tele” y que las únicas personas reales son Má y él. No obstante, uno de los elementos que más me llamó la atención de la obra es la carencia de artículos (el, la, los, las). Desde el título en inglés, simplemente: Room. En realidad no es la habitación, sino Habitación, como si estuviera nombrando un país o una colonia, no es un cuarto cualquiera, es simplemente lo que existe, sin necesidad de diferenciarlo de nada más. Lo mismo ocurre con cada elemento de Habitación, donde Jack antropomorfiza a todos los contenidos y objetos inanimados, como si de cierta manera los hubiera adoptado ilusoriamente:
 
“Serpiente-huevo es nuestra amiga más larga y más elegante. Cuchara derretida es la mejor para comer, porque es más aguada. Laberinto es el más retorcido y esconde cosas, así que no sé dónde están. WC es el mejor para desaparecer caca. Lámpara es la más brillante, excepto cuando la energía está cortada. Tú [Má] eres la mejor para leer y para las canciones y para muchas cosas, excepto cuando estás ida. Yo soy el mejor en dibujos, y en saltos y en crecer, y casi todo!” (Abrahamson, 2015)
 
En las descripciones de casos realizadas por Melanie Klein, se muestra que ciertos aspectos del jugar de un niño, por ejemplo, son experiencias “interiores”; es decir que ha habido una proyección en gran escala de una constelación de la realidad psíquica interior del niño, de modo que la habitación, la mesa y los juguetes son objetos subjetivos, y el niño y el analista están ambos en esa muestra del mundo interior. Lo que está fuera de la habitación está fuera del niño. (Winnicott, 1962)
 
El rompimiento y la desilusión que supone el abandonar el mito que Má le recrea entorno a Habitación es el elemento que más trabajo le cuesta elaborar cuando se ve obligado a adaptarse a la nueva realidad fuera de “Habitación”.
 
Me aparto un poco de Winnicott por el momento para mencionar otro tema que me parece central en la obra: la construcción de la realidad. Construimos el sentido de realidad en la intersección entre lo objetivo del mundo externo, lo que nos es presentado (en un principio por los cuidadores primarios) y la realidad interna o realidad psíquica.
 
Fonagy y Target (1996); y Fonagy (1995) proponen un modelo basado en evidencias experimentales, sobre los modos en los que se construye la realidad psíquica y resumen los siguientes puntos:
 
1) En la primera infancia, la realidad psíquica se caracteriza por dos modos de relacionar las experiencias internas a la situación externa:
(a) En un marco serio de la mente, el niño espera que el mundo interno en sí mismo y en los demás correspondan con la realidad externa. La experiencia subjetiva se verá a menudo distorsionada para que coincida con la información procedente del exterior (modo de equivalencia psíquica),
(b) Mientras está involucrado en el juego, el niño sabe que la experiencia interna puede no reflejar la realidad externa, pero entonces el estado interno es pensado como no relacionado con el mundo exterior, y por lo tanto, no tiene implicaciones para él (modo fingido o “juego de mentiritas”). Cabe señalar, sin embargo, que mientras el niño separa estrictamente las dos realidades en su pensamiento, la investidura afectiva en su juego puede reflejar directamente la medida en que su fantasía incorpora una pieza encubierta de su realidad ‘seria’, tal como la relación entre sus padres, o las consecuencias imaginadas de actuar deseos peligrosos.
 
2) En el desarrollo normal, el niño integra estos dos modos para alcanzar a la etapa de mentalización, o el modo reflexivo, en el que los estados mentales pueden ser experimentados como representaciones. Aquí, la realidad interna y la externa pueden ser vinculadas, sin embargo, es posible aceptar que difieran en aspectos importantes, sin necesidad de pensarlas como equivalentes o de escindirlas la una de la otra.
 
3) La mentalización normalmente se produce alrededor del cuarto o quinto año de vida, a través de la experiencia de haber tenido reflejados sus estados mentales, prototípicamente a través de la experiencia segura de juego con un padre o un niño mayor, lo que facilita la integración de los modos fingidos y de equivalencia psíquica. A través de la actitud juguetona, el cuidador le da a las ideas y a los sentimientos del niño (cuando “sólo está fingiendo” ) un vínculo con la realidad, al señalarle su existencia fuera de la mente del niño. El padre u otro niño mayor, también le enseña que la realidad puede ser distorsionada actuando sobre ella de una manera lúdica, y a través de este “jugueteo” puede ser introducida una experiencia a la vez “de mentiritas” y a la vez real.
 
En la obra, Jack, tras cumplir 5 años, en etapa edípica con el surgimiento de las pulsiones epistemofílicas, y en puerta para integrar la realidad fingida con la equivalencia psiquíca y alcanzar la  mentalización, comienza a cuestionarse la realidad de habitación, hasta un punto donde Má ya no puede sostener más el mito que le había creado. Má empieza a darse cuenta que Habitación no es medio óptimo para los dos y en aras de llevar a cabo el plan de escape, desilusiona abruptamente a Jack, quien entonces reúne todos sus recursos, y utiliza al objeto transicional Muela-Mala y la rutina lúdica (Muerto, Camioneta, Soltarse, Saltar, Correr, Alguien, Nota, Policía, Soplete) para internalizar el plan y salvarse a sí mismo y a Má.
 
El choque con la realidad externa cursa de formas diferentes para Jack y para Má. A diferencia de Má, Jack logra adaptarse progresivamente a la nueva realidad, al integrar la dualidad psíquica planteada por Fonagy y Target (1996) con ayuda de abuela y “Astro” (abuelastro):
 
“Hay tanto de “lugar” en el mundo. Hay menos tiempo porque el tiempo se debe extender delgadito sobre todos los lugares, como la mantequilla. Por eso, todas las personas que dicen “¡Date prisa!” “¡Agarra el ritmo!” “¡Apúrate!” “¡Acaba ahora!””. Má estaba apurada para “boing” al cielo, pero ella me olvidó. ¡Tonti Ma! Así que los extraterrestres la jalaron hacia abajo y ¡CRASH! la rompieron!” (Abrahamson, 2015)
 
 
A su vez, Jack experimenta fenómenos que describe Winnicott, que le permiten una mejor adaptación al nuevo ambiente: Objetos transicionales y espacio de juego (principalmente en la primera parte de la obra) y función del padre y la familia, la capacidad de preocuparse por otro, la capacidad de estar a solas y el desarrollo de la capacidad de duelo (que se ilustran en la segunda parte).
 
Un ejemplo de ello, surge en una escena de la novela cuando Jack hace un gran berrinche porque la abuela no le deja quedarse con la alfombra sucia que los policías le devuelven junto con las pertenencias de “Habitación”:
 
“-Jack –me dice-, pon esa alfombra apestosa donde estaba.
-Tú sí que eres apestosa –le contesto con un rugido.
Se aprieta el pecho.
-Leo –dice hablando por encima del hombro-, te juro que ya he hecho todo lo que…
El Astro sube por las escaleras y me levanta en vilo.
La alfombra se me cae al suelo. El Astro quita de en medio mi mochila de Dora de una patada. Me lleva en brazos, yo grito y le doy golpes porque está permitido, es un caso especial, incluso podría matarlo. Lo mato una vez, y otra… […]
El Astro me tira encima del hinchable, pero no me hago daño. Se sienta en el borde, y el colchón se levanta igual que una ola. Aún estoy llorando y temblando, y lleno la sábana de mocos.
Dejo de llorar. A tientas, busco la Muela Mala debajo del colchón, me la meto en la boca y la chupo con todas mis fuerzas. Ya no tiene sabor a nada.
La mano del Astro está encima de la sábana, justo a mi lado. Tiene pelos en los dedos. Sus ojos están esperando a que los míos lo miren.
-Bueno, ¿Amigos? ¿Agua pasada?
-¿Qué?
-¿Quieres que veamos el partido en el sofá con un trozo de tarta?
-Vale.” (Donoghue, 2010)
 
La obra culmina cuando Jack se despide de Habitación:
 
“[Visitando Habitación por última vez]…Supongo que una vez esto fue Habitación, pero ya no lo es…A lo mejor no es la misma habitación si está la puerta abierta.
-¿Quieres…? –carraspea-. ¿Te gustaría cerrar la puerta un momento?
-Nah
-Vale. Ahora necesito irme de aquí. Me acerco a la pared de la cama y la toco con un dedo. El tacto del corcho no me parece nada especial.
-¿Podemos decir “buenas noches” cuando no es de noche?…
-Creo que más bien habría que decir adiós.
-Adiós Pared…Adiós Suelo. Doy unas palmaditas a Cama: “adiós Cama”. Me agacho para decir: “Adiós Serpiente-de-huevos”. Meto la cabeza en Armario y susurro “Adiós Armario” […] Adiós, Habitación –saludo a Claraboya-. Di adiós –le pido a Má- ¡Adiós, Habitación!
Mamá lo dice, pero sin voz.
Miro atrás una vez más. Parece un cráter, un agujero que queda donde ha pasado algo. Luego cruzamos la puerta y salimos” (Donoghue, 2010)
 
Winnicott considera que la capacidad para el duelo implica madurez emocional y salud y lo explica de la siguiente manera: la depresión encierra en sí el germen de la recuperación. Este es el punto luminoso en psicopatología, y vincula la depresión con el sentimiento de culpa (la capacidad de sentir culpa es señal de un desarrollo saludable) y con el proceso de duelo. También el duelo tiende a la larga a completar su cometido. La tendencia innata a la recuperación enlaza asimismo la depresión con el proceso madurativo que se cumple durante la primera infancia y la niñez del individuo, proceso que (en un ambiente facilitador) lleva a la madurez personal, que equivale a la salud. (Winnicott, 1963b)
Tanto los conceptos teóricos como la obra me llevan a reflexionar también sobre el proceso analítico como una nueva realidad a la que nos enfrentamos, donde a partir de generar un nuevo vínculo en un ambiente facilitador, es posible, mediante fenómenos transicionales, jugar y crear nuevas formas de adaptarnos, para continuar con una maduración más óptima y quizá como Jack, elaborar el duelo de nuestras condiciones y espacios antiguos y no sanos, para dar lugar a la salud.
 
Bibliografía
 
*Nota: Las traducciones a los textos fueron realizadas por mí.

  • Abadi, A. (2014). Transiciones: el modelo terapéutico de D.W. Winnicott. Perú: Cauces editores SAC
  • Abrahamson, L. (Director). (2015). Room [Película]. Canadá, Irlanda: Telefilm Canada; Filmnation Entertainment; Bórd Scannán na hÉireann/Irish; Film Board; Film4;
  • Donoghue, E. (2010). La habitación (E. Vázquez Nacarino Trad.) Alfaguara, Santillana Ediciones Generales, S.L., Madrid. Edición para Kindle
  • Fonagy, P. (1995). Playing With Reality: The Development Of Psychic Reality And Its Malfunction In Borderline Personalities. En: The International Journal of Psychoanalysis, 76:39-44
  • Fonagy, P. and Target, M. (1996). Playing With Reality: I. Theory Of Mind And The Normal Development Of Psychic Reality. En: The International Journal of Psychoanalysis 77:217-233
  • Rosenfeld, D. (1992). Lo psicótico: Aspectos de la personalidad. Karnac Books, Reino unido, Edición en español 2015. (Pp. 1-29)
  • Target, M. and Fonagy, P. (1996). Playing With Reality: II. The Development Of Psychic Reality From A Theoretical Perspective. En: The International Journal of Psychoanalysis., 77:459-479
  • The Agenda with Steve Paikin (2011, Julio 18). Emma Donoghue: The Parent-Child Relationship [Archivo de Video] Obtenido de : https://www.youtube.com/watch?v=sOlJIV-UdFM
  • Winnicott, D. (1950) Crecimiento y desarrollo en la inmadurez. Obtenido en: http://www.psicoanalisis.org/winnicott/crecdes.htm (Abril, 2016)
  • Winnicott, D. (1960). La teoría de la relación entre progenitores-infante. En: Winnicott, D. (1965) Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (Piatigorsky, J. Trad.) Buenos Aires: Paidós, 2009.
  • Winnicott, D. (1962). El comunicarse y el no comunicarse que conducen a un estudio de ciertos opuestos. En: Winnicott, D. (1965) Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (Piatigorsky, J. Trad.) Buenos Aires: Paidós, 2009.
  • Winnicott, D. (1963). De la dependencia a la independencia en el desarrollo del individuo. En: Winnicott, D. (1965) Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (Piatigorsky, J. Trad.) Buenos Aires: Paidós, 2009.
  • Winnicott, D. (1963b). El valor de la depresión. Obtenido en: http://www.tuanalista.com/Donald-Winnicott/8512/El-valor-de-la-depresion-pag.1.htm (Abril, 2016)
  • Winnicott, D. (1971). Realidad y Juego (Mazía, F. Trad) Barcelona: Gedisa S.A. 2013 (Pp.23-62

 
[1] La expresión “Old Nick” (Viejo Nick) en el idioma inglés hace alusión al diablo.
 
 
Imagen: cuadro de la película “La Habitación”
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