De cómo la madre le enseña a soñar a su bebé.

Autor Eduardo Distel

 No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.”         Federico García Lorca, La ciudad sin sueño.

No hay mayor experiencia estética que el ver a una madre con su bebé, la manera en la que se complementan nos hace pensar en la existencia de una perfecta simetría, no sólo en la parte física, sino tambiénen la parte emocional. Esta imagen nos invita a visualizar un bello intercambio de universos internos, uno ya consolidado y otro al poco tiempo de su Big Bang“Aquellas pequeñas pláticas radiofónicas de Winnicott de hace tantos años sobre La ordinaria madre devota y su bebé,” Meltzer (2008) escribió, “bien pudieron haber hablado sobre la ordinaria y bella madre devota, y su ordinario y bello bebé.”

Es desde este momento en donde se comienza a trazar la historia de la persona y uno comienza a ser. Es la madre quien entrega una parte suya en orden para que el pequeño siga adelante en los primeros tiempos de su vida. La ordinaria y bella madre devota se entrega al vivir de su ordinario y bello bebé, prestando por un tiempo, su propia capacidad de soñar, aportando una función que al comienzo se combina con lo que Bion (1967) llamó la “consciencia rudimentaria”del bebé.

Al inicio, el pequeño no tiene la capacidad para poder diferenciar aquellos procesos internos de los externos, se encuentra en un mundo que no conoce fronteras. Cada uno de estos procesos cruzan la línea imaginaria entre consciente e inconsciente de manera inadvertida, y es en este momento en el cual la madre ayuda al bebé a comenzar a digerir aquello que le está sucediendo. La mamá nombra los eventos que el pequeño ha comenzado a experimentar por primera vez en su vida para así, eventualmente, lograr que el bebé lo haga por el solo, que éste aprenda de la experiencia, desarrollando un aparato para pensar.

Para el pequeño, mamá es una “madre – universo”, una totalidad en donde el bebé se siente sumergido. Ahora, esta fantasía de cuerpo único, tiene un prototipo biológico, siendo éste el cuidado de la madre al bebé durante la vida intrauterina, cuidado que continuará en los primeros meses, tiempo en donde el llanto del pequeño hará actuar a la madre, donde ésta utilizará su calor, ritmo, cuerpo y voz para calmar sus necesidades, creando así la ilusión de Uno.

La madre comprende el sentir del bebé, sabe qué llanto pide determinada acción. De cierta manera la madre logra diferenciar un llanto que grita “hambre” que uno que pide cariño. El bebé le expresa a la madre su universo interno y ésta lo capta, regresándole al pequeño aquellas partes que fueron imposibles de digerir por él solo. Estos elementos no digeridos y crudos, Bion los llamó elementos β.

“Es una imagen impactante:” Civitarese comenta,

que en el amanecer de la vida la madre es

el inconsciente de su bebé, por lo tanto ¡un

complemento de su consciente primitivo!

La mamá mediante su reverie – la habilidad

de recibir y transformar la identificación

proyectiva de su hijo – le expresa amor a éste,

conteniendo ansiedades en aras de crear una

función α para él, basado en la experiencia de

ser cuidado por ella. (2011, p. 278)

Winnicott lo expresó de gran manera al decir “El bebé existe siempre con alguien más; una mamá que lo corporaliza, lo construye, lo invita amorosamente a vivir.”El intercambio mencionado es en extremo hermoso. La madre le enseña al bebé a tener la capacidad de poder diferenciar y procesar los elementos β en orden para poder convertirlos en elementos que puedan ser utilizados en la formación de pensamientos oníricos, en pensar inconsciente durante la vigilia, sueños y recuerdos; estos últimos conocidos como elementos α. Pero para que este resultado se logre se debe de contar con una función α lo suficientemente buena, tarea de la cual la madre se enfocará, enseñándole a su hijo lo que es el soñar. Bionescribe que “La función α es necesaria para el pensar, el razonamiento consciente y para relegar el pensar a lo inconsciente cuando es necesario liberar a la consciencia de la carga del pensamiento mediante el aprendizaje de una habilidad.” (1975, p. 27)

Bion utiliza un tipo de lenguaje desprovisto de un significado cotidiano, limpiando las asociaciones que antes se tenían, logrando así un comienzo en blanco. “Puede parecer que empleo en forma equivocada palabras cuyo significado ya está establecido, como en el caso de los términos y funciones(…) Las he usado deliberadamente en razón de esas asociaciones y deseo que la ambigüedad persista.” (1975, p. 14)

El soñar es un ejemplo del cambio en significado, para Bion el soñar ya no sólo nos habla de la vida onírica sino logra que este concepto abarque todo nuestro vivir, llegando al punto de decir que nuestro soñar está presente durante la vigilia. Nosotros soñamos nuestro vivir. Por lo tanto el soñar no es simplemente la diferenciación entre el universo consciente del universo inconsciente sino que  es la función que nos permite hacer esa diferenciación, convertir los elementos β en elementos α.  El soñar se convierte en parte esencial de la salud mental. “Si el paciente no puede transformar su experiencia emocional en elementos α, no puede soñar (…)El  fracaso de la función α significa que el paciente,” Bion escribe,

 

no puede soñar y por lo tanto no puede dormir.

Como la función α determinaque las

impresiones sensoriales de la experiencia

emocional sean asequibles para el pensamiento

consciente y el pensamiento onírico, el paciente

que no puede soñar no puede quedarse dormido

y no puede despertar. De allí la condición peculiar

que se manifiesta clínicamente cuandoel paciente

psicótico se comporta como si estuvieraprecisamente

en este estado.  (1975, p. 26)

 

En sí, la función α es el soñar, y a su vez es su “media naranja” Grotstein, citado por Brown (2011), menciona “Aunque Bion  nunca distinguió claramente el soñar del concepto de función α … (él) tiende a tratarlas, ya sea como idénticas y sobrepuestas, o como la segunda siendo el complemento de la primera.” (p. 73) Dejando claro cómo estos conceptos forman parte esencial de la vida del otro. López Corvo (2008)  profundiza un poco más mencionando que al inicio la función α iba a llamarse trabajo de sueño “Dream – work α” sin embargó Biondecidió cambiarlo para no crear aún más complicaciones con el concepto entregado por Freud. De esta manera el soñar Bioniano logra tener una diferencia del trabajo de sueño Freudiano en donde, como Ogden (2008, p.100) explica, habla sobre las operaciones mentales que ocultan pensamientos oníricos inconscientes por medio de los mecanismos de condensación y desplazamiento. En donde estos resultados son utilizados por el proceso secundario del pensar.

Es así cómo el soñar ya no es aquel proceso que sucede en el dormir, es un evento que está presente durante todo nuestro tiempo. Pera esta función no sería posible de desarrollar si no fuera por la presencia de una madre, lo suficientemente buena, que pueda metabolizar aquello que sucede en el entorno, una madre capaz de contener (♀) el contenido (♂)de las identificaciones proyectivas del pequeño; que como Kleinmencionó “No son solamente las partes del propio yo, sentidas como destructivas y malas, las disociadas y proyectadas en otra persona sino también partes que son vividas como buenas y valiosas.” (2009, p. 148). La identificación proyectiva en sí, es el comienzo de un vínculo.

El reverie materno es aquella capacidad para desarrollar un órgano receptor que metabolice la información que su bebé le entrega, en una ensoñación que parte del amor que la madre tiene a su pequeño, permitiéndole “ (…) una total apertura a la recepción de cualquier identificación proyectiva proveniente de su bebé, sin importar si éste la siente como un objeto bueno o malo.”  (López Corvo, 2008, p. 94) De esta manera si el bebé le proyecta un sentimiento de muerte a su madre, ésta lo digerirá en orden para que el pequeño, eventualmente, pueda re – introyectarlo de una manera tolerable. Sin embargo existe el evento en el cual la madre no sea capaz, por su propia dificultad de soñar, de tener la capacidad de desarrollar su propio reverie, imposibilitando el intercambio interno necesario en una relación de (♀  ♂) desembocando en que la madre no pueda tolerar la proyección del bebé. En este sentido, el pequeño termina sintiendo que su temor a la muerte es un temor real por la falta de metabolización de la madre, el pequeño finaliza re-introyectando un terror intolerable, un terror sin nombre, un peso abrumador para la aún consciencia rudimentaria del pequeño; creando una relación  – (♀  ♂). El niño queda desprovisto de la capacidad de soñarse.

Son varios los factores necesarios para desarrollar una función α, y éstos deben de estar vivos en la relación que tiene la madre con su bebé, partiendo de un cariño e interés por el otro presente, una preocupación innata por hacer que el bebé comience a ser uno consigo mismo; que inicie a vivir dentro de su vida. Winnicott habla de un concepto fundamental para que lo anterior de comienzo: el holding. Ogden (2008, p. 93 – 99) lo explica de una manera en la que éste no sólo queda en la imagen evocativa de la madre sosteniendo al bebé, sino en el evento de la vida de comenzar a ser dentro de uno mismo. En este sentido, la madre entra al mundo temporal del bebé sosteniéndolo mientras éste comienza a vivir. Eventualmente el uso del holding por parte de la madre comenzará a cambiar a razón de los procesos evolutivos internos del pequeño hasta que éste pueda lograr tener la capacidad de poder sostenerse a  sí mismo.

El soñar sucede durante el día y la noche, nos ayuda a lograr manejar la separación entre consciente e inconsciente y en lograr tener la capacidad para nivelar la información del día a día. Mucho del soñar trata en lograr diferenciar entre un proceso y otro, en el poder escoger qué información tenemos presente y qué información tiene que ir a lo inconsciente, es nuestra forma de tener el espacio para poder estar en el lugar que estamos sin sentir un mar de pensamientos que arrollen nuestro momento. Bion (1975 p. 27), en su muy particular forma de escribir, cambia la idea de que una persona que ha cenado demasiado tiene pesadillas por estar indigesto, diciendo que la persona ha sufrido de una indigestión mental por una falla de su soñar.

Es parte fundamental de nuestro trabajo como analistas tener la capacidad para trabajar como una madre de nuestros pacientes, de lograr que éstos comiencen a soñar su propia existencia, teniendo así la capacidad de comprender qué es aquello que les sucede en determinado momento. Al comprender lo anterior, el paciente comienza un trabajo de digestión de elementos no procesados en aras de una utilización de lo que sucede en su interior. El analista, al igual que una madre, debe soñar el análisis mediante su reverie, y poder devolver al paciente a través de la interpretación. Modificando lo mencionado por Meltzer, el bello y ordinario analista devoto debe de permitirse soñar el análisis con su bello y ordinario paciente, se debe de crear una relación bipartita en donde el intercambio de inconscientes esté abarcando más allá del espacio físico del consultorio.

Ogden (2008) junto con la idea de reveríe, como fue propuesta por Bion, y  su uso durante las sesiones analíticas, profundiza explicando que el analista debe dejarse llevar por su propio inconsciente prestando atención a lo que éste le va despertando durante las sesiones. En momentos los reveries del analista podrán llevarlo a otros sitios de su propio inconsciente. Son estas evocaciones inconscientes que brindarán información del mundo interno del paciente a razón de lo que fue producido en la mente del analista. Anterior a estos dos autores, Freudhabló sobre el uso de la comunicación de inconsciente a inconsciente en la primera parte de sus Dos artículos de enciclopedia :

La experiencia mostró en seguida

que lo mejor y más adecuado que el médico

analizador podría hacer era abandonarse a

su propia actividad mental inconsciente,

conservándose en un estado de atención

constante; evitar en lo posible toda reflexión

y toda producción de hipótesis conscientes;

no querer fijar especialmente en su memoria

nada de lo oído, y aprehender de este modo, con

su propio inconsciente, lo inconsciente del analizado.

(1997, p. 2664)

 

De tal manera Bollas menciona “Tenemos a Bion antes de Bion” (2008, p. 13) En el momento en que el analista se permite recibir las identificaciones proyectivas del paciente y da inicio al proceso digestivo del contenido (♂)el análisis se comienza a soñar.  “El final de un análisis”, Ogden comenta:“No se mide principalmente por el resultado de los conflictos inconscientes (que han regresado a la vida en la transferencia –  contratransferencia), sino por el grado en el que el paciente es capaz de soñar su experiencia emocional vivida por sí solo.(2008, p. 105).

 

Bibliografía.

 

  • Bion, W.R. (1967) Second thoughts: Selected papers on psycho-analysis. London: Karnac.
  • Bion, W.R. (1975) Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires: Paidos.
  • Brown, L.J. (2011) Intersubjective processes and the unconscious: An integration of Freudian, Kleinian and Bionian perspectives. New York: The new library of psychoanalysis.
  • Civitarese, G. (2011) The International Journal Of Psychoanalysis: The Unconscious. Oxford: Institute of psychoanalysis.
  • Freud, S. (1997) Obras completas. Tomo 19: Psicoanálisis y Teoría de la libido: Dos artículos de enciclopedia. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Klein. M (2009). Envidia y gratitud: Sobre la identificación. Argentina: Paidos.
  • López Corvo. R.E. (2008) Diccionario de la obra de Wilfred R. Bion. Madrid, Biblioteca Nueva.
  • Meltzer, D &Harris, M. (2008) The apprehension of beauty: The role of aesthetic conflict in development, art, and violence (kindle edition). London: Karnac.
  • Ogden. T.H. (2008) This art of psychoanalysis: Dreaming Undreamt dreams and interrupted cries. New York: The new library of psychoanalysis.
  • Winnicott, D. (1971) Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.