mirror-1426906Por: Miriam Hernández
El diagnóstico psicoanalítico es una comprensión dinámica e hipotética sobre el funcionamiento psíquico normal y patológico de un paciente, este permite establecer líneas interpretativas, la comunicación entre colegas, hipótesis sobre fenómenos transferenciales y contratransferenciales y determinar un posible pronóstico; es por ello que resulta pertinente generar investigación respecto a las configuraciones psicológicas que se observan en la práctica clínica.
En este caso, se realiza un estudio sobre el narcisismo, el cual es considerado por algunos autores como un cuadro nosológico particular y otros únicamente como un síndrome. Por lo tanto se plantean tres perspectivas teóricas diferentes que plantean modos de comprensión e intervención particulares.
Inicio con la tesis de Freud[1] sobre el narcisismo, la cual básicamente descansa sobre tres propuestas básicas:

  • El narcisismo es una catectización libidinal de uno mismo, un amor a sí mismo.
  • Dicha catectización pasa necesariamente en el hombre por una catectización libidinal del yo.
  • Esta catectización es necesaria en términos estructurales para la constitución misma del yo.

 
En este sentido, para Freud en la estructuración psíquica existe un proceso evolutivo que incluye 4 fases libidinales:
1) El autoerotismo
2) El narcisismo primario
3) El amor objetal (primero homosexual y luego heterosexual)
4) El narcisismo secundario, que se manifestaría en términos económicos: cuanto más disminuye el revestimiento libidinal de los objetos, más tendrían lugar los fenómenos narcisistas.
Por lo tanto el narcisismo se entiende como un fenómeno estructural, económico y dinámico. Sin embargo, es también adaptativo debido a que tiene que ver con la valoración que hacemos de nosotros mismos.
Para Kernberg, el narcisismo normal refleja la carga libidinal del sí mismo[2], es decir, la integración de las representaciones del sí mismo “buenas” o “malas” en un concepto realista que incorpore y no disocie las variadas representaciones que componen el sí mismo para la catectización libidinal de un sí mismo normal. (Kernberg, 1999)
Lo anterior implica para Kernberg, el desarrollo de un sí mismo integrado que regula la autoestima, la capacidad para establecer relaciones objetales profundas como resultado de la constancia objetal, también un superyó integrado, individualizado y ensimismado; por lo tanto, la gratificación instintual se obtiene respetando el contexto de relaciones objetales y un sistema de valores estable. (Kernberg, 1999)
Narcisismo patológico
Rosenfel en 1971 hace un estudio sobre los estados destructivos violentos, entre los cuales se encuentran los narcisíticos omnipotentes, donde la estructura psíquica del sujeto es dominada por la parte destructiva del self que aprisiona y domina al self libidinal que se encuentra casi totalmente ausente o perdido y resulta incapaz de oponerse a dicho proceso.
Este mismo autor, en sus trabajos publicados entre 1964 y 1978, propone que los pacientes narcisistas, han introyectado en forma omnipotente un objeto parcial, primitivo, totalmente bueno, y/o han proyectado en forma omnipotente su propio sí mismo “hacia dentro” de tal objeto, con la finalidad de negar cualquier diferencia o separación con el objeto, dando como resultado que estos pacientes puedan negar cualquier necesidad de dependencia de un objeto externo.
Así los objetos que son necesitados por las personalidades narcisistas en forma realista, son utilizados para la proyección de las partes indeseables, siendo así su padre el que se sentiría triste si Iván se fuera, así como también es en el padre en quien se proyecta lo devaluado e incapaz.
Según Rosenfeld, se espera que en el tratamiento psicoanalítico, el analista sea utilizado como “lavatorio”, lo cual genera gratificación pues le permite atribuirse todo lo bueno resultante de la relación.
Rosenfeld describe a los pacientes con narcisismo patológico como personas con una autoimagen altamente idealizada, por lo que necesitan negar de forma omnipotente cualquier evento o elemento que pudiera ponerla en riesgo. De esta manera, se apropian rápidamente de características ajenas y las declararan suyas, o de manera inconsciente devalúan y destruyen lo que reciben de los demás para evadir la envidia que reconocerlo produciría generando insatisfacción.
Por otro lado, Rosenfeld también menciona que existe una infiltración de la agresión primitiva en el sí mismo “loco”, generando una cualidad de violenta autodestructividad, por lo que existe un odio inconsciente hacia lo bueno o valioso, no solamente en los objetos, sino incluso en sí mismo. En estos casos, únicamente pueden sentirse seguros y triunfantes sólo cuando han frustrado los esfuerzos de aquellos que los aman e intentan ayudarlos. Lo anterior trae como resultado en el trabajo analítico, que sea difícil rescatar las partes dependientes y saludables.
Rosenfeld pone de manifiesto la fuerza imperante del impulso destructivo en estos pacientes, mientras que por otro lado para Kernberg (1999), al hablar del narcisismo patológico, hace énfasis en la carga libidinal en una estructura patológica del sí mismo, la cual se caracteriza por ser vivida como grandiosa, y que contiene representaciones objetales y del sí mismo devaluadas o determinadas de forma agresiva que se disocian, escinden, reprimen o proyectan.
Según este autor, existe la personalidad narcisista propia, que es un tipo específico de patología de carácter que se centra en la presencia de un sí mismo grandioso patológico. Estos pacientes pueden funcionar efectivamente en la esfera social sin embargo únicamente a nivel superficial, pues profundamente se encuentra un grado excesivo de autorreferencia en sus interacciones con los demás, necesidades excesivas de ser amados y admirados, así como una valoración exaltada de sí mismo combinada con episodios de extrema inferioridad.
También muestran, una necesidad del tributo de los demás con una vida emocional hueca, tienden a ser envidiosos aunque pueden idealizar a algunos de quienes en consecuencia esperan recibir abastecimientos narcisistas.
Sus relaciones con los demás tienen la característica de ser parasitarias y explotadoras; pueden vsiualizarse a modo superficial como atractivos y simpáticos, aunque a profundidad se siente crueldad y frialdad. Tienden a sentirse inquietos y aburridos cuando no hay fuentes de abastecimiento narcisista.
Es importante resaltar que Kernberg visualiza el narcisismo no sólo como una caracteropatía, sino también como un modo de funcionamiento, en el que su nivel más alto incluye pacientes con síntomas neuróticos, con buena adaptación superficial y con poca capacidad para percatarse de enfermedades emocionales, aunque sí perciben un sentimiento crónico de vacío o aburrimiento, alta necesidad de éxito personal, así como su poca capacidad de empatía, intuición y catectización emocional en los demás.
Por otro lado, Hugo Bleichmar en su libro “Avances en psicoterapia psicoanalítica” (2011), establece que lo específico del narcisismo es “el sistema de significaciones, o perspectivas desde las cuales se organiza la captación de cualquier actividad, pensamiento, sentimiento o tipo de vínculo: todo es vivido en términos de valoración del sujeto”. De esta manera su percepción está atravesada por una escala comparativa en términos de virtudes, defectos, superioridad o inferioridad con respecto a ideales o personajes del entorno.
Sin embargo, este autor puntualiza que se puede tener un trastorno narcisista, entendido como una problemática o un código que ocupa su mente, pero funcionar a diferentes niveles estructurales (neurótico, borderline o psicótico) de acuerdo a factores como juicio de realidad, separación entre proceso primario y secundario, tipo de mecanismos de defensa utilizados con mayor recurrencia, formas de organización de los afectos, etc. (Bleichmar, 2011)
Bleichmar (2011) considera que la arrogancia, los sentimientos de grandeza y la hipervalorización consciente son originados por tres condiciones:

  • Sujetos con hipernarcisización primaria: Se encuentran identificados con la grandiosidad parental y/o a la imagen grandiosa con la cual vieron a sus figuras significativas. Padres maglómanos que volcaron sobre sus hijos su sentimiento de grandiosidad y excepcionalidad.

La denominación primaria se hace para destacar que no es una defensa frente a un trauma, sino una identificación. El trabajo terapéutico en estos casos implica ayudar a ver al paciente que, por considerarse superior y que el mundo le debe reconocimiento especial, es que se siente como traumática cada experiencia que se contrapone a dicha imagen de sí mismo.

  • Déficit de narcisización no compensado: Personas a quienes sus padres no las especularizaron positivamente, el ambiente no ofreció una imagen valorizada de sí mismo con la cual pudiera identificarse y ha sido incapaz de compensar ese déficit.
  • Sujetos con hipernarcisización secundaria compensatoria: generada frente a traumas narcisistas infantiles a modo de defensa. En este caso la intervención terapéutica deberá dirigirse a ayudar al paciente a buscar sus sentimientos de inferioridad, así como los traumas infantiles y actuales que activaron la defensa megalómana.

Como se observa, Bleichmar genera un enfoque más profundo respecto a los aspectos genéticos del narcisismo, y para él, el narcisismo terminaría siendo un síndrome y no un cuadro nosológico particular.
Clínica de los trastornos narcisistas
Rosenfeld (1971) plantea que para ayudar a estos pacientes, es esencial encontrar una vía de acceso al self libidinal dependiente, con la finalidad de atenuar los impulsos destructivos. Así mismo será necesario analizar la estructura omnipotente de naturaleza infantil, para liberar las partes dependientes que sí logran generar relaciones de objeto, llevando a la introyección de los objetos libidinales que permiten una fusión normal.
Para Kernberg, la técnica implica la resolución de las transferencias primitivas, sus conflictos inconscientes y sus operaciones defensivas características, permite la integración gradual de representaciones objetales y del sí mismo que en el trastorno narcisista son contradictorias; resultando en la integración de un sí mismo normal donde las relaciones objetales evolucionan de parciales a totales logrando la constancia objetal y se resuelve el amor patológico al self y la catectización patológica de los demás. (Kernberg, 1999, pp. 170 y 171)
El análisis de las defensas y las reacciones terapéuticas negativas ligadas a fuentes de envidia inconscientes, permite la resolución del sí mismo patológico grandioso y la patología de sus relaciones objetales interiorizadas.
Hugo Bleichmar (2011), a diferencia de los modelos mencionados arriba, propone realizar interpretaciones relacionadas con aspectos intrapsíquicos, previo a los interpersonales, pues cree que de otra manera las interpretaciones son sentidas como nuevas injurias narcisistas. Una interpretación intrapsíquica está relacionada con como sus instancias psíquicas ejercen presión entre sí, por ejemplo la exigencia ejercida por el superyó del paciente a ser excepcional, con la finalidad de que se percaten como ellos mismos no se logran “dar tregua”. (Bleichmar, 2011)
Un segundo momento dentro de esta línea de interpretación es que el paciente se percate que esa exigencia que tiene para sí mismo hace que se vuelva imposible recibir ayuda, puesto que debería ser independiente y capaz, y por ello denigra a los objetos. (Bleichmar, 2011)
De acuerdo con Bleichmar (2011), también será relevante tener cuidado para no retraumatizarles, pues menciona que cuando se les interpreta la identificación proyectiva, existe este riesgo, por lo que propone explicarle al paciente que seguramente no tuvo otra alternativa para evitar volver a la situación infantil.
En esta ocasión se presentan únicamente tres aproximaciones, teniendo que dejar de lado contribuciones importantes de autores como Kohut, Green, Bowlby y Winnicott, entre otros, así como la infinita cantidad de usos que la palabra narcisismo tiene en el marco psicoanalítico; no obstante logran denotar la variedad de manifestaciones clínicas que pueden comprenderse bajo el mismo término y los múltiples caminos existentes para el tratamiento de dichos pacientes.
 
Bibliografía

  • Bleichmar, H. (2011). Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de intervenciones específicas. Madrid: Paidós.
  • Jean Laplanche, J. B. (1996). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
  • Kernberg, O. F. (1999). Trastornos graves de la personalidad: Estrategias psicoterapéuticas. México: Manual Moderno.
  • Rosenfeld, H. (1971). Aproximación psicoanalítica de los instintos de vida y de muerte, una investigación de los aspectos agresivos del narcisismo . Revista uruguaya de psicoanálisis; tomo 13, pte. 2-3 , 227-245.
  • Sigmund, F. (1910). Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
  • Sigmund, F. (1911). Puntuaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia. En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
  • Sigmund, F. (1913). Tótem y tabú. En obras completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
  • Sigmund, F. (1914). Introducción al narcisismo. En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.

 
 
[1] Se integran los siguientes trabajos de Freud: “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci” (1910), “Puntuaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia” (1911), “Tótem y tabú” (1913) e “Introducción al narcisismo” (1914).
[2] Si mismo comprendido como “la suma total de las representaciones integradas del sí mismo, de todas las etapas del desarrollo”. (Kernberg, 1999, pp. 169) Este sí mismo es una estructura intrapsíquica tripartita con componentes afectivos, cognoscitivos, incrustada en el yo pero derivada de precursores del mismo.
 
Imagen: freeimages / Cristina Romano
 
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