El Faro

Lourdes García Castro

 

Buenas tardes. Gracias a las organizadoras de esta comisión de cine y psicoanálisis y a los administradores del cine Tonalá por la oportunidad que se me brinda de compartir con ustedes mi visión de esta Película.

Mucho que decir, pero qué difícil decirlo todo. 

Premiada por fotografía y con actuaciones extraordinarias, considerada como una de las mejores películas del año, catalogada como película de Terror, aunque creo que es más bien de horror porque no es lo externo sino lo interno lo que nos asusta. 

Es sin duda una de las mejores películas que he visto en los últimos años, al menos de las que a mí más me pueden gustar. Toda la película he tenido el estómago encogido, reacciones viscerales, sin duda. La tensión se mantuvo durante toda la proyección. 

Por ahí voy a empezar. Dice Damásio –un neurólogo de actualidad, muy conocido y reconocido, y cuyo tema de estudio se centra en los sistemas neuronales que subyacen a las funciones mentales– que las emociones son la representación subjetiva de las respuestas somáticas. 

El encogimiento del estómago, la secreción de adrenalina, la respiración y los latidos acelerados, la sudoración en frío, son los principio fisiológico de la subjetividad. En este caso: tensión, angustia, miedo. 

Para seguir con la fisiología, autores ya clásicos, desde hace más de un siglo (Cannon por ejemplo), han propuesto que las respuestas fisiológicas y las emocionales ocurren en un mismo tiempo, y que ciertamente la interpretación de las mismas es subjetiva. Las imágenes que hemos observado despiertan emociones. Sea que ocurran al mismo tiempo o que una determinen a las otras, lo importante es, creo, que todas estas respuestas nos preparan para: el ataque o la huida. ¿Huir de qué? El clima en el que se desarrolla la trama, creado por la ausencia de color, de luz, el sonido, las imágenes del mar embravecido, nos advierte del peligro inminente; pero no es el mar, sino la relación íntima que se va estableciendo entre estos dos personajes lo que nos mantiene en tensión. 

Sé que no es el tipo de película que gusta a todos, porque no es una película de “acción”. No se trata de una historia, sino de los afectos que despierta en cada uno de nosotros. Las emociones movilizadas por una serie de referentes culturales asociados a las distintas imágenes. Pero, de hecho, es así como se construye el pensamiento. 

Voy a retomar cuatro elementos ya considerados por los críticos de cine: 1) la estética del expresionismo alemán, 2) el homenaje a cineastas, 3) las referencias mitológicas y 4) las referencias literarias, para explicarlos tal y como yo los identifico en mi propia construcción. 

1) Para empezar, primer punto, la estética del expresionismo alemán 

surgido como reacción al impresionismo: los expresionistas defendieron un arte personal e intuitivo, en el que predominaba la visión interior frente a “la plasmación” de la realidad. Se trataba de expresar lo que se vive (la emoción) frente a la impresión de lo real percibido (la imagen). Es decir, no se trata de imitar la realidad sino de cuestionarse sobre la objetividad del mundo que percibimos. El psicoanálisis, y yo como psicoanalista, comparte(imos) esta visión. Al cuestionar a “la razón”, Freud busca alejarse de la “realidad aparente” y en su lugar atender a la construcción subjetiva y profunda del ser humano. Y no es que Freud fuera expresionista, sino que el expresionismo es antecedente del existencialismo, al que Freud habría de contribuir. 

La luz, los rostros, el blanco y negro, las sombras (recordarán el “Gabinete del doctor Caligari”), y ese sonido sordo, constante, todo el formato nos conduce desde el inicio y sin preámbulo, a una ética que ya tenemos incorporada por los antecedentes con los que hemos tenido contacto, y nos sitúa en el campo de la visión interior del sujeto. Nos prepara: lo que vamos a observar no es la realidad, sino el conflicto interno, que lleva a sentimientos de soledad, miseria, amargura y angustia existencial. 

Los expresionistas (antecedente del psicoanálisis, insisto) pretenden reflejar el mundo interior. Las líneas, los contrastes, el blanco y negro, son empleados en este film tanto para demarcar el espacio como, y principalmente, para enfatizar las expresiones emocionales y temperamentales de los actores, consiguiendo con ello guiarnos a su contenido simbólico. Captan la existencia íntima, nos permiten vislumbrar lo que subyace bajo la realidad aparente. “Consiguen mostrar lo inmutable y eterno del ser humano y su naturaleza”, que son las características fundamentales del expresionismo y premisa de la construcción del psiquismo desde el punto de vista del psicoanálisis. 

2) Segundo punto, para continuar con estos comentarios hechos por la 

crítica cinematográfica: Se trata de un homenaje a diferentes cineastas. Ingmar Bergman sin duda. El Bergman de “El séptimo sello”, de “La hora del lobo”, pero sobre todo de “Persona”, a la que suele considerarse su mejor película. Todas estas filmadas en blanco y negro. 

Como anécdota: durante el rodaje de Persona, Bergman conoció a Liv Ullman y mantuvo una relación pasional con ella. Relación que les llevó a construir la 

casa de FARO”, una casa en la isla Faro, en Suecia, en la que vivieron los años que duró esa relación (no muchos) y a la que regresó al final de su vida. (Por cierto, Bergman calificó a esta relación como un gran error). 

Para quienes vieron “Persona”, recordarán la trama: una enfermera que cuida a una mujer que ha tomado la decisión de no hablar. Es una película que, mediante diversas expresiones de lo femenino (mitología, homosexualidad, maternidad), consigue hacer a un lado el encubrimiento de lo aparente para exponer los terribles conflictos internos (entre ellos, y de manera importante, el deseo FILICIDA); con ello se adentra en la construcción más profunda de la identidad. En Persona, la intimidad impuesta por el aislamiento lleva a las participantes a no poder distinguirse una de la otra. Si recuerdan la película, hacia el final Bergman proyecta un rostro compuesto por la mitad de cada una de ellas. Bergman nos presenta la visión interior de las dos mujeres, poniendo de manifiesto los supuestos del existencialismo: el substrato que subyace bajo la realidad aparente. El mutismo de la actriz representa a mi juicio la represión. La imposibilidad de nombrar esos deseos inmutables y eternos del ser humano, que no pueden ser aceptados por uno mismo. El conflicto entre los impulsos animales y la razón. 

Lo mismo ocurre en “El faro”: la intimidad a que obliga el aislamiento entre estos dos personajes les lleva a descubrir, mediante diversas expresiones de lo masculino, los deseos secretos más íntimos, más profundos, de cada uno de ellos, que son exactamente iguales a los del otro e iguales a los de las protagonistas de del film al que hace referencia. Tom se confunde con Tom: Son en realidad un solo sujeto enfrentado a sí mismo, a su miseria, a la devastación producto de los deseos más primitivos: deseos homicidas. 

3) Seres Mitológicos: La escena final, por supuesto es Prometeo 

Zeus condena a Prometeo a soportar que un buitre acuda todos los días a devorar sus entrañas que, dada su inmortalidad, habrá de recobrarse a diario para ser nuevamente atormentado. Prometeo poseía el conocimiento profético de la persona que habría de derrocar a Zeus, pero rechaza divulgar esta información, podríamos decir que al respecto permanece mudo (gesto que comparte la protagonista de persona). Pero, sobre todo, Prometeo es un Titán que desafía a los dioses y da fuego a la humanidad, dos actos por los que es castigado por Zeus. En la versión de Esquilo, el oráculo ha predicho que Zeus habría de ser destronado por un hijo más fuerte que su padre. (Una representación simbólica del parricidio). 

También en el mito bíblico de Adán y Eva se señala la prohibición de Dios a que el hombre adquiera conocimiento. Su temor es que el hombre adquiera el conocimiento que le permitirá generar vida. Dios prueba la fidelidad y obediencia de su creación mediante la advertencia de no nutrirse del “árbol de la ciencia del bien y del mal”, para asegurarse que no 

accederán al “árbol de la vida”, y como castigo por su desobediencia: el sufrimiento eterno (tal como ocurre al protagonista al final de la cinta). 

Entonces, Prometeo es castigado por no someterse al Dios y dar conocimiento a los hombres. Adán y Eva son castigados por exactamente por las mismas razones. El conocimiento en ambos casos podría llevar al hombre a superar al Padre (de nuevo, representación simbólica del parricidio). 

4) Referencias literarias: La lista es larga. 

En “Los hermanos Karamazov” de Dostoievski, Dmitri acepta ser culpable del asesinato de su padre (aún cuando sabe que ha sido su hermano) porque piensa que no haberlo realizado no lo exculpa, pues él ha tenido el mismo deseo, y que finalmente el hermano sólo se le ha anticipo. Por lo tanto merece el castigo. 

Mismo deseo, aunque transformado y desplazado, oculto en Hamlet o Macbeth de Shakespeare, o el Edipo de Sófocles. La tragedia de Edipo inicia, y esto es importante, sólo cuando se da cuenta de lo que ha hecho: ha matado a su padre (y, en consecuencia, no como lo buscado, ha de tener a su madre como esposa). Edipo se saca los ojos para no ver más la monstruosidad de sus actos. No tolera el conocimiento. También lo hace Tom… 

¿Qué por qué el estómago -las entrañas- encogidas durante toda la proyección? 

Porque este film reúne una serie de elementos simbólicos que por asociación, en un proceso, inconsciente, “primario”, nos acerca a lo más primitivo de nosotros mismos: porque aunque intente justificar y disfrazar o negar mis deseos más profundos, se que merezco el castigo. Porque lo inmutable y eterno del ser humano y su naturaleza, el sustrato inconsciente de lo aparente, es que para acceder a ser yo, debo matar a mi Padre. Porque en toda relación afectiva, incluso con lo más propio como podría serlo un hijo, el deseo de destrucción juega un papel importante. 

Una de las propuestas freudianas más criticadas por difíciles de aceptar es que en la naturaleza del ser humano, igual que en cualquier ser de la naturaleza, además de la pulsión de muerte, el impulso de vida (la libido) está compuesto por el instinto sexual pero también por un instinto destructivo. 

Son estas reacciones fisiológicas que acompañan a la lucha interna: lucha ética, sobre el bien y el mal; las que hacen evidentes los deseos inconscientes que con frecuencia conseguimos “enmudecer”. Son la preparación para la 

huida porque es un acto que no queremos cometer. Pero que desearlo, por sí mismo, merece castigo… 

Y una vez echada a andar, me podría seguir. Pienso que todo esto está en la elaboración de Eggers, pero pienso que es más que suficiente…