13 mujeres desesperadas

Dirigida por Arab y Tarzan Nasser

Año: 2015

13MUJERES

Por: Alejandro Beltrán

Suelo odiar los títulos -¿alguien sabe quién los pone?- con los que en México conocemos a las películas en lengua extranjera. Pero este caso es la excepción. Quizá de manera involuntaria, 13 mujeres… juega en paralelo con 12 Angry Men, de Sideney Lumet (1957). Si en ésta nos enfrentamos al encierro por la definición de la justicia, en 13 mujeres… el encierro se soporta por la descarnada arbitrariedad. 13 mujeres, que podrían provenir de casi cualquier lugar de clase media baja de aquello que se conoce como países emergentes (antes llamado tercer mundo), se reúnen en el salón de belleza. El espectador no sabe que ese escenario será lo único que verá durante 85 minutos. A partir de elementos simples -un solo escenario, manejo simple de las cámaras, unos cuántos personajes- los autores echan a andar un dispositivo que funciona en capas. No es casualidad de que es en este sentido que Christine, la estilista, usa la palabra dégradé, cortar el pelo en capas. Aunque, hasta donde sé, en los salones de belleza dégradé se refiere a los tonos degradados de color, degradación que también es un proceso clave para entender la película.

En este sentido, no haré un resumen de la anécdota de la película, baste decir que es una cinta palestina ubicada en la franja de Gaza; quien no la haya visto puede leer un abstract aquí http://m.imdb.com/title/tt4429074/?ref=m_nv_sr_1, sino me referiré a algunas de las capas que nos presentan los autores.

  1. Al principio la película funciona, con mediano éxito, como una continuación del primer cine de Almodovar: como Mujeres al borde de un ataque de nervios, lo cotidiano es excusa para desmontar las pequeñas grandes miserias que caracterizan a ciertos tipos de vínculos femeninos: la competencia, los celos, la envidia y el anhelo de que un hombre ponga sentido a la historia. Es una comedia que la ausente presencia masculina va convirtiendo en drama.
  2. Aquí la película toma un sentido distinto: el hombre solo se presenta como el guardián de la puerta: armado con un león, Ahmed regula la entrada y salida del salón de belleza, metáfora obvia de cómo la sociedad palestina está estructurada en función del varón. Pero de lo evidente se desprende pequeños racimos donde vemos cómo cada una de las mujeres está en función de la ausencia masculina. No hay esposos responsables, padres protectores, novios cumplidores, los lugares comunes que definen lo masculino están vacíos. Las mujeres se encuentran atrapadas, ellas sí muy cumplidoras, en las posiciones que la sociedad les asigna, pero su contraparte masculina está ausente.
  3. Pero de esta ausencia las mujeres no pueden realizar un duelo porque si bien no existe un hombre que cumpla el papel que se supone debe desempeñar, sí existe su simulación, casi su caricatura: el único hombre que es visible, Ahmed, con su pelo en pecho, sus cadenas de oro, su pelo largo, ridiculiza al héroe guerrillero con la que cierta narrativa de izquierda retrataba a los movimientos armados palestinos. El hombre y su dominio se desmorona pero queda su esqueleto fársico.
  4. Es conocida la caracterización de la civilización actual como logofalocéntrica, puestos en términos simples, quizá demasiado, con ello se denuncia la centralidad de la razón articulada por axiomas que aluden a valores fálicos. Aquí presenciamos cómo este relato que ha dado sentido a nuestras sociedades se está desmoronando. La religión basada en el patriarcado, como la musulmana en la cinta, pero también las variantes cristianas y judías, dejó de ser un aparato para crear sentido y ha quedado desnudado en su mero esqueleto de dominación. Este es uno de los recursos más afortunados de 13 mujeres…, se constituye en un documento descarnado de nuestra época, donde los relatos que daban sentido a nuestras sociedades –el bien común, la recompensa espiritual, la revolución, el progreso, la solidaridad– han desparecido sin ser sustituidos por una lógica alterna.
  5. Es, entonces una lectura despiadada de la realidad palestina. Se equivocó buena parte de la prensa internacional cuando reseñó esta película, pues la consideraron como propaganda pro palestina y anti israelí. Nada más equivocado: lo que observamos es la decadencia ideológica de los movimientos armados palestinos, en particular, Fatah y Hamas, caracterizados como bandas mafiosas dedicadas al contrabando y al narcotráfico. El que cierta prensa la haya visto de otra manera evidencia que existe una inercia a funcionar bajo los antiguos paradigmas, inercia fundamentada en el miedo al vacío que ha dejado el fin de los grandes relatos sociales.
  6. Es a este vacío que responden las 13 mujeres… Pues este vacío llenado por un descarnado ejercicio de la violencia por parte del patriarcado, incapaz ahora de seducir con logros o placeres futuros. Pero también hay una incapacidad de ese colectivo femenino para generar un discurso alterno, repitiendo al absurdo, los lugares comunes que enuncia la sociedad sobre el papel de la mujer (liberal o conservadora). Ellas tampoco son capaces de generar una seducción suficientemente fuerte hacia un otro lugar posible. La seducción es simple oropel cosmético.
  7. Entre las muchas formas de pensar los espacios cerrados en el psicoanálisis, hay dos que en su contradicción, quiero resaltar por su pertinencia con la la película. Una es el vientre materno, donde el espacio cerrado es la fuente de lo creativo y la renovación, a pesar de la rivalidad y la envidia de compartir con los hermanos. Otra, es el vientre pero como contenedor de heces fecales. Los objetos son ahí guardados en contra de su voluntad, en un área peligrosa y maloliente, sin aparente forma de salir. La única forma de escapar es la expulsión violenta. Sin largarme un spoiler para quienes no hayan visto 13 mujeres… el salón de belleza, lleno de promesas, se va degradando a un lugar de lucha, envidia, y peligro donde la única escapatoria es la muerte. La vida se ha convertido en una mierda, parecen decir los hermanos Nasser.