the-end-1517690-1Por: Julio César Paredes 
“Mi nombre es Peiwo, su Majestad. En mi humilde opinión, creo que los demás han fracasado porque querían que se oyeran sus propias músicas. Lo que yo he hecho ha sido dejar que la cítara cantara los temas de su elección. Y sería incapaz de decir si fue Peiwo quien tocó la cítara o la cítara quien tocó a Peiwo” (Fauliot, 2007).
Era un día como cualquier otro y me hallaba en mi consultorio pensando en O, cuya sesión iniciaba en 10 minutos. ¿Para qué sigue viviendo O? – Pensaba – no veo una demanda en sí de análisis y ha crecido bastante. (O había llegado a análisis debido a su incapacidad de separarse de su ex pareja, con quien tenía una relación que se caracterizaba por estar llena de agresión y violencia. A lo largo de los años se había trabajado acerca de su dependencia, de su ser madre, su feminidad, su identidad como persona, los miedos a la pérdida del amor y sus problemas para expresar su agresividad debido al temor a la venganza que los demás pudieran realizar) Mi mente rondaba en esa idea cuando tocó la puerta del consultorio.
Salí a su encuentro, saludó, dejó sus cosas en un sillón y se recostó en el diván. Comenzó a hablar acerca de la muerte de Juan Gabriel y de cómo al ver a un imitador del cantante recordó a su papá y comenzó a llorar. Recordó su muerte y de la promesa que le había hecho de cuidar a su mamá, promesa que no cumplió, había roto un compromiso. Después recordó a aquel hombre joven y moreno con el cual se había comprometido hace muchos años y con el cual también había roto un compromiso dado que no se casó con él. Recordó sus miedos y angustias ante el enojo de su familia por cancelar el compromiso, el rechazo que podía provenir de ellos y la sensación de haberles fallado porque ella quería otra cosa.
Mientras la escuchaba mi mente divagaba: primero pensé ¿Qué está intentando decirme? ¿Otra vez esta sintiendo culpa? Últimamente habla mucho de eso ¿Juan Gabriel? ¿Qué tiene que ver Juan Gabriel con todo esto? Bueno Querida es una linda canción, Juan Gabriel era un buen compositor, compuso muchas canciones para otros artistas, aunque creo que muchas de sus canciones son tristes, por lo general son de despedidas o amores perdidos. ¿Cómo que se sintió culpable por no casarse con quien no quería y sentía que iba a ser infeliz? ¡No tiene sentido! Es como cuando me siento culpable por faltar a análisis, no tiene sentido, digo ni que mi analista se vaya a enojar porque falte, eso es cosa mía, si quiero usar mi tiempo de una u otra manera pues es cosa mía, ya después lidiare con las consecuencias. ¡Ah!
“Me parece O que hay algo que te está costando mucho trabajo decirme y me parece que lo que intentas decirme es que ya no quieres venir a análisis”.
O se quedó callada un momento y con una voz tímida, como aquella que muchas veces llegan a utilizar los adolescentes cuando quieren pedir algo me contesto: “La verdad ya lo había estado pensando, pero no sabía cómo decírtelo, ya han pasado 7 años desde que vengo contigo ¿si son 7? Sí, son 7 porque vine cuando recién me separé de mi esposo. Y pues ya ha sido mucho tiempo y siento que ya puedo hacer las cosas por mí misma, ya no soy como antes en que hacía las cosas sin pensar o no sabía cómo reaccionar ante ciertas situaciones, ahora ya puedo pensar por mí misma, incluso el otro día que estaba con mis hijos se pusieron a discutir conmigo. La verdad ya me estaba enojando, pero en eso recordé algo que me dijiste hace mucho tiempo: trata de pensar como si fuera tu análisis. Al acordarme de eso puse mucha atención a lo que me estaban diciendo, tratar de entender que es lo que los estaba enojando tanto y también poner atención a que me estaba enojando tanto a mí y después de eso entendí porque se estaba dando la discusión y pudimos hablar bien”.
O siguió recordando otras ocasiones en las cuales había echado mano de las cosas que había aprendido en sesión, en cosas que podía entender y hacer gracias a que estaba más consciente de sí misma y a separar sus fantasías e ideas de la realidad que se le presentaba, creo es bueno aclarar que todo esto no lo narraba como un listado para demostrarme que sí podía hacer las cosas, en realidad me estaba contando acerca de sí: su voz y sus palabras estaban llenas de vida, de alegría ante su propio actuar, la felicidad que le daba el poder pensar, hacer y deshacer lo que ella quisiera sin todas las preocupaciones que antes tenía.
Yo la escuchaba con atención y dentro de mí aparecieron la felicidad y la tristeza. Ante mí ya no se encontraba una niña, no eran las narraciones que buscaban mi aprobación, ahora me imaginaba a una joven adulta que emprende la salida de casa para poder construir su propia vida, me sentía feliz de que fuera feliz y al mismo tiempo sentía tristeza de tener que despedirme de ella… 7 años, no estaba consciente de que hubiera pasado tanto tiempo, 7 años de escuchar sus penas, dolores, sinsabores, dificultades, logros, éxitos, sueños logrados; 7 años de haber compartido no sólo el espacio del consultorio, sino también de estarla pensando y sintiendo… y después de 7 años ella quería marcharse, ¡que felicidad y que tristeza!
¿Pero en verdad era momento de terminar el análisis? – Pensé mientras ella seguía su relato – ¿En verdad era el momento adecuado? Es cierto que ya me estaba preguntando a qué seguía viniendo y ella misma está manifestando su deseo de terminar, en realidad no tengo derecho alguno de cortarle su libertad y crecimiento, si lo hago terminaría siendo como su papá. Si lo pienso bien aún le costó trabajo decirme que ya no quería venir y está la cuestión del enojo que tiene con su papá que no se ha solucionado ¿Qué decía Freud al respecto? ¡Ah sí!, que la transferencia negativa de preferencia debe analizarse antes de terminar un análisis, bueno siempre se lo puedo plantear y ver qué sucede, llevemos esto hasta donde se pueda.
“O, como sabes no puedo retenerte ni obligarte a quedarte, puedes terminar el análisis cuando quieras, sólo pienso que justo ahorita abriste un tema que es importante trabajar antes de terminar. Y es que me dio la impresión de que te costó trabajo decirme que ya no querías venir porque temías que fuera a reaccionar como tu padre cuando le dijiste que querías ir a la universidad. Me parece que eso te hizo enojar mucho, ya que era algo que te hacía desde que eras niña y querías hacer cosas que te gustarán. Lo más temible de todo esto fue que ese enojó continuó hasta el día de su muerte y es cuando muere que por fin te sientes libre de hacer tu vida, pero culpable porque el costo de tu libertad fue su muerte y sientes que la única forma de ser libre de mí es matarme”.
O retomó la narración de Juan Gabriel, de cómo cuando escuchaba al imitador lloraba porque sentía que por fin había matado a su papá, que si en ese momento había llorado era porque al fin había matado simbólicamente a su papá y era libre de él. “Y pues en ese sentido, sí, siento que para poder irme tengo que matarte simbólicamente porque te he puesto en un lugar muy grande, muy alto y pues la única forma de irme es matándote, deshacerme de ti y me siento mal por eso” Siguió asociando acerca de cómo en muchas ocasiones se había enojado conmigo y no había podido decirlo, de cómo sentía que a la terapia sólo venía a que la regañaran cuando no le daba la razón de las cosas, de cómo sus llegadas tarde eran probablemente pequeñas venganzas en mi contra, que probablemente llegaba tarde para hacerme daño, para desobedecerme, para rebelarse en contra de mí, pero que esas eran las cosas que podía hacer porque no podía hablarlas, le daba miedo.
Por mi lado seguía escuchando y pensando: ¿Qué le da tanto miedo? ¿Qué la vaya a matar? No, no está hablando de eso. ¡Ah claro que recuerdo sus llegadas tarde y cancelaciones! Seguro lo hacía para hacerme enojar y que yo actuara de manera similar, cancelándole las sesiones. ¡Ah!
“Sabes O, no sé si esto te haya llegado a pasar, pero te imagino siendo niña yendo al parque junto con tu papá, tienes muchas ganas de ir a los juegos, pero te sientes insegura, poco a poco te vas acercando a ellos, pero eso sí sin dejar de revisar que tu papá sigue ahí, por fin te decides a ir a jugar y cuando regresas tu papá ya no está”
“No, eso no pasó” – contestó – “Bueno ahorita que lo dijiste me acordé de algo. No pasó algo exactamente así, pero sí me pasaba que cuando salía con mi hermana y su novio yo no me quería separar de ellos, sentía que si lo hacía, que si iba a ver cualquier cosa, ellos iban a aprovechar para dejarme, se iban a desaparecer y me iban a dejar abandonada”.
“Dejar el análisis implica salir a hacer tu vida, en tus palabras: deshacerte de mí, pero parece que te preocupa que sí vas y haces tu vida, el día que tengas una dificultad y querías venir nuevamente yo ya no te voy a recibir, porque me voy a sentir herido por haberme dejado”
Mi paciente O, de 55 años, guardó silencio, silencio en el cual recorrió con la mirada el consultorio, entre cruzo sus dedos, los apretaba y soltaba, después de un rato por fin habló: “Siento que si yo decido hacer mi vida, que si decido ya no regresar aquí, te vas a enojar, ya no me vas a querer ver y que si algún día vuelvo a necesitar tu ayuda no vas a volver a recibirme porque fui yo la que decidió que ya no te necesitaba” Volvió a guardar silencio, se notaba que estaba pensando algo, estaba moviendo sus manos como acostumbraba, las ponía en su estómago y después a sus costados, se abrazaba y se soltaba, la deje pensar y meditar, hasta que por fin llegó a una conclusión: “creo que sí es mejor que hablemos de todo esto antes de terminar, creo que es algo que se pueda quedar abierto y que es mejor que solucione”.
El fin del análisis, la pregunta incesante que aún hoy en día se debate y hay distintos puntos de vista ¿hay algún análisis que termine? ¿Cuál es la diferencia entre un análisis terminado y un análisis completo? Freud (2012) planteaba que un análisis completo es algo que es posible sólo cuando el conflicto es producto de eventos accidentales y no sean por razones constitucionales, sólo entonces podríamos pensar que el análisis puede ser completo, pero este sería un caso raro. Fuera de esta opción, pensar en la existencia de un análisis completo sería una fantasía omnipotente de parte del analista.
De igual manera hay que considerar que “ni siquiera un tratamiento analítico exitoso protege a la persona por el momento curada de contraer luego otra neurosis, y hasta una neurosis de la misma raíz pulsional, vale decir, en verdad, un retorno del antiguo padecer” (Freud 2012). La fantasía omnipotente del analista consistiría en pensar que su trabajo es capaz de eliminar el conflicto pulsional original haciendo que el paciente sea inmune a una recaída o desarrollo de alguna otra neurosis, la propia idea es… inhumana.
Por otro lado nos encontramos con Ferenczi. Ferenczi pertenecía al grupo que Freud denominaba: optimistas. Él habla de la posibilidad de un análisis terminado, para él “el análisis puede llegar a una terminación siempre que el analista tenga coraje y paciencia para dejar que el proceso se desarrolle sin un preconcebido límite de tiempo y sepa ocuparse de los síntomas y el carácter” (Etchegoyen, 2014).
Aunque ambas posturas parecen contraponerse, esto es sólo apariencia, el punto de la discusión se vuelca a la definición de a qué llamar un análisis completo y a qué llamar análisis terminado y si sólo se puede hablar de análisis terminado cuando está completo. Partiendo de la última idea entonces yo puedo afirmar que no existe un análisis terminado, ya que todo análisis queda incompleto.
Considero que hay algunos puntos a tomar en cuenta para hablar del término de un análisis:

  • El motivo de consulta del paciente ¿para qué vino y para qué viene en este momento? ¿cuál es su demanda actual?
  • El análisis de los conflictos que se hagan presentes durante el proceso analítico, no de aquellos conflictos que nosotros podamos observar o conocer que se pueden hallar latentes en la estructura del analizado, sino sólo aquellos que se manifiesten.
  • La consideración tanto del analista como del paciente de lo poco nutricio que puede ser el análisis en ese momento.

Bajo estos términos la duración del análisis no tiene un límite, un análisis bien terminado puede durar años o sólo algunos meses, la noción de que los análisis largos son los únicos que han terminado correctamente habría que hacerla a un lado. He aquí un punto en el cual terminado y completo se contraponen, un análisis más largo sólo implica que puede ser un análisis más completo.
Así al hablar de cuán completo es un análisis hay que tomar en cuenta:

  • Análisis de la transferencia positiva y negativa.
  • Análisis de las resistencias.
  • Análisis del funcionamiento de cada una de las etapas de desarrollo o posiciones.
  • Análisis del carácter.
  • Fortalecimiento del Yo y aumento de las capacidades adaptativas de éste.

Mientras más de estos elementos se logren trabajar en el análisis podemos decir que éste ha sido más completo, pero sólo más, no está completo de manera definitiva.
¿Por qué no hablar de un análisis completo? Porque es imposible conocer la totalidad del inconsciente; ¿Por qué es imposible conocer la totalidad del inconsciente? Porque este se halla reprimido y hay represiones que son bastante eficaces manteniendo las pulsiones y fantasías lejos de la conciencia, así como acciones defensivas que ha realizado el Yo que evitan realizar formaciones de compromiso; ¿Por qué no levantar estas represiones y hacer presentes los conflictos latentes que hay en el paciente? Pues… porque no, estamos para ayudar al paciente, no para hacerle la vida más difícil; y por último se puede agregar: el análisis completo de la psique del paciente esta negado desde el momento en que el análisis sólo puede ser realizado en interacción con otro ser humano.
El mayor obstáculo para hablar de un análisis completo reside en la misma base sobre la cual se construye el análisis: la interacción entre dos individuos. Cada uno de nosotros posee un mundo interno, mundo interno que conocemos de manera incompleta, esto genera que haya puntos ciegos o zonas que nos son desconocidas y que por tanto pasamos por alto.
Al hablar de contratransferencia, al hablar del tercero analítico, al hablar de reverie, estamos hablando de procesos en los cuales hay una interacción entre el mundo interno de cada uno de los miembros de la pareja analítica. Si el paciente y el analista comparten los mismos puntos ciegos entonces es material que queda sin analizar; si el analista no es capaz de reconocer, debido al desconocimiento de sí mismo, material que el paciente le está presentando entonces el análisis queda incompleto.
Ejemplo de ello se podría observar en la narración de la sesión al inicio de este trabajo: ¿Por qué no le dijo esto? ¿Por qué no le dijo aquello? ¿Pero también pudo hablar de esto? Yo le hubiera dicho esto otro ¿No se dio cuenta que el paciente le estaba hablando de esto?… Nuestra propia humanidad, que nos ayuda a entender al otro, es la misma que nos limita en su conocimiento.
No existe el análisis completo y la noción de si es terminable o interminable depende desde dónde se mire. Se considera que “un” análisis puede estar terminado, pero la vida continúa, los misterios del inconsciente siguen ahí, los conflictos pueden volver a aparecer y es posible iniciar otro análisis; lo interminable del análisis es que siempre puede haber algo que analizar. Y si es así podemos optar por iniciar otro análisis, ya sea con el mismo analista u otro distinto, y en ese nuevo análisis el material se podrá ver desde otra perspectiva, porque tanto para el analista como para el paciente el tiempo ha pasado, han cambiado y la forma de pensar y vivir se ha modificado… y triste destino… aun así, el análisis seguirá incompleto.
El análisis es como el concierto de Peiwo y su cítara. La música sonará, la música fluirá, los acordes resonaran en tanto Peiwo y la cítara puedan conectarse y se toquen el uno al otro; el análisis proseguirá, avanzará, sonará y resonará mientras analista y paciente puedan seguir tocando la música del inconsciente. La música cesara cuando la cítara ya no tenga notas que cantar, la música cesara cuando Peiwo quiera dejar de tocar; el análisis terminará cuando el paciente sienta que ya no hay más que producir, el análisis terminará cuando el analista se pregunte ¿por qué sigues aquí?
 
Bibliografía.

  • Fauliot, Pascal (2007), Cuentos de los sabios taoístas, Barcelona: Paidós Ibérica.
  • Freud, Sigmund (2012) Análisis terminable e interminable en Obras Completas Vol. XXIII, Buenos Aires: Amorrortu.
  • Etchegoyen, R. Horacio (2014) Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, Buenos Aires: Amorrortu.

 
Imagen: freeimages / Glen Jeffreys
 
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