Por Alejandro Radchik
El término “metáfora” expresa una analogía o comparación; en términos del inconsciente, por ejemplo, desde los tiempos de la Biblia, José se encargaba de encontrar el significado de los sueños (significado inconsciente) entendidos como metáfora de algo latente.
Una persona que no sea contrabandista y que se angustie al pasar por la aduana, puede estar repitiendo recuerdos a nivel inconsciente, angustiada porque los padres/autoridades pudiesen descubrir sus secretos.
Para entender el funcionamiento del inconsciente, haremos la observación de que éste se manifiesta a través de una re-escenificación de las primeras experiencias que pudieran haber dejado huella por haber causado conflicto; es por ello que nos pasamos repitiendo conductas no deseadas conscientemente, pues nuestro inconsciente quiere resolver conflictos que venimos arrastrando.
Por ejemplo, el lugar de trabajo o la escuela pueden fungir como escenarios representadores del hogar. Siendo esto así, los compañeros de la escuela o bien los compañeros o socios de trabajo podrían fungir como representantes de los hermanos; las figuras de autoridad, (léase los padres) estarían representados por los maestros en la escuela y los jefes en el trabajo.
En algunas ocasiones, nos encontramos con que una persona demuestra sistemáticamente que ha tenido problemas con sus compañeros de la escuela porque le han “robado” el lugar del favorito, porque ellos sí se esfuerzan por cumplir con las tareas (los hay que se sientan hasta adelante para llamar la atención del maestro y se encargan de poner en evidencia a los compañeros incumplidos). De manera similar, podemos encontrar personas que sistemáticamente están compitiendo con los compañeros de trabajo por lograr favoritismo de los jefes. Al igual que en la escuela, buscarán poner en evidencia a los compañeros incumplidos y favorecerán la rivalidad entre ellos. Estas personas sufrirán porque perciben como una injusticia que el propio jefe “se crea” que el compañero-hermano fue cumplido y, por tanto, premiado por el jefe y entonces dedican todo su esfuerzo por obtener el reconocimiento del mismo.
Cuando analizamos y por tanto observamos detenidamente este conflicto, a menudo nos encontraremos con que se presentó una conflictiva similar en la escuela y “lo peor” es que cada vez que cursó algo este individuo, también tuvo este tipo de problemas con los compañeros, hermanos estudiantes. Por ello es que nos vemos obligados a reconocer que este tipo de conflictos se estarán repitiendo. Al entrar en el campo laboral, usualmente también tienen pleitos con los compañeros de trabajo. En repetidas veces hubo competencia con los hermanos por obtener el favoritismo de los padres. Esta competencia suele haber quedado en el inconsciente. Sin embargo, “curiosamente”, los individuos descritos “recuerdan” o parecen tener una relación fraternal pacífica y cordial. Y entonces, ¿qué puede estar pasando?
La razón de esta conducta a menudo es porque el inconsciente, en su afán de conseguir el equilibrio psíquico y de cumplir con las exigencias externas, habrá postergado este conflicto no resuelto y estará intentando solucionarlo a través de repetirlo, en un intento de mantenerlo inconsciente y así descargar toda esa “revolución” que viene causando el conflicto. Si nos ponemos a pensar en la figura del maestro o el jefe, estará suficientemente lejana para pasar desapercibida por la parte consciente.
Recordemos que si es que tuve que cumplir con un mandato del exterior de “querer” mucho a mis hermanos y tenía rivalidad por obtener la preferencia de mis padres para no incumplir ese mandato, me veré obligado a estar repitiendo la descarga pendiente de manera disfrazada. Los conflictos que no se hubiesen resuelto en las etapas del desarrollo, provocarán que el inconsciente recurra a la metáfora para continuar el intento de resolver el desafío que hubiesen tenido que enfrentar. Así, encontraremos que hay escenarios en la vida adulta que no serán otra cosa más que manifestaciones de la vida infantil y qué lejos se mantendrán de un pequeñín en conflicto.
La etapa anal puede servirnos para ilustrar cómo es que se irán representando los desafíos de la infancia utilizando escenarios de la vida. En esta fase, por ejemplo, el reto es el control de esfínteres y el aprendizaje será el hecho de avisar y controlar la evacuación de las heces fecales. En esta etapa adquieren importancia las nociones de orden y limpieza, puntualidad y obediencia. ¿Qué individuo que no siga estos preceptos logrará un lugar en la sociedad?
Evidentemente que en la etapa anal para el niño de alrededor de dos años adquieren importancia las heces fecales, todas ellas semejantes a las de todos los individuos y distinguidas por ser las propias. Despreciables, se acumulan, y habrá que controlar su salida.
El dinero, que es igual que el de todos, y que solamente se diferencia por ser el propio, se llega a utilizar metafóricamente como lo fueron las heces fecales para el niño que se quedó atorado en el control de esfínteres. Hay individuos estreñidos que no pueden “soltar” el dinero/heces fecales con facilidad, que cuando son adultos reciben el apelativo de “avaros” o “codos”. De igual manera los hay que de repente les da diarrea y empiezan a “despilfarrar” y lo gastan sin responsabilidad. Algunos adultos se vuelven “controladores” utilizando el dinero, así como el niño en la etapa anal mantuvo a los adultos que le enseñaron a controlar esfínteres. Si observamos bien, cuando se está enseñando el control de esfínteres, las miradas del mundo externo están sobre la bacinica. Para el niño que está en esta etapa, girará el pensamiento sobre ese asunto.
Con estas consideraciones, entonces sí que podríamos entender aquella metáfora que dice: “el dinero es el excremento del diablo…”

 
 
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