Capitán Garfio en el diván.

Autor: Clementina Faraggi

En medio de ellos, la mayor y más negra joya en ese oscuro engaste…. Estaba tumbado a sus anchas en un tosco carro tirado e impulsado por sus hombres, y en vez de mano derecha tenía el garfio de hierro con el que de tanto en tanto animaba a sus hombres a acelerar el ritmo de la marcha. Este hombre terrible los trataba y se dirigía a ellos como perros y como perros le obedecían. Tenía la tez demacrada y morena, y el pelo adornado con rizos que a corta distancia parecían velas negras y conferían un aire particularmente amenazante a su apuesto rostro. Sus ojos eran del azul de las no me olvides, y transmitían una profunda tristeza, salvo cuando estaba hincando su garfio en ti, en cuyo momento aparecían en ellos dos puntos rojos que se iluminaban de manera horrible. (Barrie & Tatar, 2013, p. 73).

Posiblemente todos conozcan la historia de Peter Pan, el niño que nunca creció, pero hoy se hablará de una bastante menos conocida, la historia de James Garfio. Es importante recalcar que Barrie (el autor de Peter Pan) dio a Garfio su propio nombre de pila. La historia nos cuenta que este personaje pierde la mano derecha debido a la mordedura de una malvada cocodrila (sí, es hembra) que encantada de su sabor persigue a este pirata eternamente con el afán de devorarlo (Barrie & Tatar, 2013). En la historia de Peter Pan la introducción a la letal reptil es la siguiente: “[después de describir en procesión cada personaje de la historia] llega la última figura de todas, un cocodrilo gigantesco.” (Barrie & Tatar, 2013, p. 75). María Tatar, tras hacer una ardua investigación y biografía acerca de la vida y obras de Barrie comenta este párrafo diciendo: “algunos se sorprenderán al descubrir que el cocodrilo que persigue a garfio es hembra. Como “la última figura de todas” en la procesión, el cocodrilo adquiere una importancia simbólica, representando la aniquilación y la muerte.” (Barrie & Tatar, 2013, p. 75). Esto último es importante, ya que es posible que este relato tenga fundamentos en experiencias de la vida misma del autor: Tatar menciona que:

Mientras [Barrie] escribía Mary Rose (una obra de teatro sobre una madre difunta que visita en forma fantasmal a su hijo vivo), Barrie desarrolló un fuerte calambre en la mano derecha y, a partir de entonces, escribió solo con la mano izquierda. Así lo cuenta: “Hace unos quince años tuvo lugar en mi un gran cambio en mi escritura. Me vi salvado por un ataque de calambres de escritor, al cual, detestado en su día, hoy le dedico un reverencial saludo, aunque se halle hoy tan presto como el primer día en abalanzarse sobre mí si cojo la pluma sin darme cuenta con la mano derecha. Tuve que aprender a escribir con la izquierda, algo no tan fastidioso en mi caso como para la mayoría, ya que soy zurdo de nacimiento. Ahora escribo con tanta facilidad con esta mano como en su día con la otra, y si pongo un poco de cuidado, el resultado es casi agradable a la vista. Sin embargo, escribir con la mano izquierda no resulta igual de placentero que con la derecha. Uno piensa a través del brazo derecho, mientras que el izquierdo es, en el mejor de los casos, un amanuense [es decir, una persona que copia escritos, los pasa a limpio o escribe dictado]”. (Barrie & Tatar, 2013, p. 65).

Freud en su escrito de Inhibición, síntoma y angustia explica que cuando una persona padece de inhibiciones neuróticas para escribir es porque existe una erotización hiperintensa de los órganos requeridos para esas funciones ya que, cuando aumenta la erogenidad de un órgano en específico, la función yoica de este se deteriora (Freud, 2004b, p. 85).

Si el acto de escribir, que consiste en hacer fluir algo líquido de un tubo sobre un papel blanco, ha cobrado la significación simbólica del coito…. [Esta acción se omitirá] porque sería como si de hecho se ejecutase la acción sexual prohibida. El yo renuncia a estas funciones que le competen a fin de no verse precisado a emprender una nueva represión, a fin de evitar un conflicto con el ello…. [y con] el superyó  (Freud, 2004b, p. 85 y 86).

Dicho esto, se podría inferir que escribir Mary Rose fue para Barrie una experiencia que erotizó su mano derecha de una manera significativa, provocando así la inhibición del uso de su brazo derecho para la escritura. Y, aunque el autor logra retomar su carrera resolviendo esta situación al escribir con su mano izquierda, él mismo dice que “escribir con la mano izquierda no resulta igual de placentero que con la derecha” a pesar de llevar a cabo esta acción con la misma facilidad con la que lo hacía antes del calambre (Barrie & Tatar, 2013, p. 65) Pareciera entonces que su brazo derecho tuviera mucho más carga libidinal que el izquierdo.

Otro dato interesante de la vida del autor es que (aunque él nunca quiso hablar del tema) se dice que Barrie jamás consumó su matrimonio ni tuvo vida sexual. Este fue uno de los motivos por los que Mary Ansell decide divorciarse de él (curiosamente es este el nombre que le pone a la madre fantasma que se aparece al personaje en la obra Mary Rose) (Barrie & Tatar, 2013). ¿Será que la cocodrila persecutora de Garfio fuera en realidad una mezcla de sus propias fantasías sexuales capaces aniquilarlo?, ¿como un superyó extremadamente punitivo? Esto es solo una hipótesis, pero de pensarlo así se podría explicar gracias a Freud desde sus tres ensayos, ya que menciona que:

     Por este camino [el del psicoanálisis] se averiguó que los síntomas son un sustituto de aspiraciones que toman su fuerza de la fuente de la pulsión sexual.… un aumento de las resistencias a la pulsión sexual, resistencias que conocimos como vergüenza, asco y moral; una especie de huida instintiva frente a todo examen intelectual del problema sexual, que en los casos más acusados tiene por consecuencia mantener una total ignorancia sexual aun después de alcanzada la madurez genésica (Freud, 2004a, p. 149).

A pesar de que el calambre en el brazo derecho le estorbara para seguir con su carrera, Barrie resolvió usando la mano izquierda en vez de la derecha. Es curioso que la inhibición funcionara de esta forma ya que, retomando lo anterior: Barrie no volvió a sentir el mismo placer que sentía antes.

La ocasión de enfermar se presenta para la persona de disposición histérica cuando, a consecuencia de su propia y progresiva maduración o de las circunstancias externas de su vida, el reclamo sexual objetivo se torna serio para ella. Entre el esforzar de la pulsión y la acción contrarrestante de la desautorización sexual se sitúa el recurso a la enfermedad; esta no da una solución al conflicto, sino que es un intento de escapar a él mudando las aspiraciones libidinosas en síntomas. El hecho de que una persona histérica, por ejemplo un hombre, enferme a raíz de una emoción trivial, de un conflicto en cuyo centro no se sitúa el interés sexual, no es más que una excepción aparente. En tales casos, el psicoanálisis puede demostrar regularmente que fue el componente sexual del conflicto el que posibilitó la contracción de la enfermedad sustrayendo los procesos anímicos a la tramitación normal. (Freud, 2004a, p. 150).

Barrie aun así siguió con su carrera de escritor y fue muy exitosa. Adoptó cinco niños (huérfanos de una pareja amiga de Barrie, la familia Davies) a quienes les dio la mejor vida que pudo a pesar de haber vivido los horrores de la Primera Guerra Mundial y haber perdido a su hijo mayor en el campo de Batalla. Tuvo nietos que lo amaron y con los cuales jugó con el mismo entusiasmo con el que lo hizo con sus hijos George, Jhon, Peter, Michael y Nicolás. Muere de neumonía el 19 de junio de 1937 (Barrie & Tatar, 2013).

Lo contado anteriormente pasó hace aproximadamente un siglo. Hoy en día realmente nos encontramos con pocos casos de histeria de conversión ya que según la investigación de Kinetz en el 2006 se encontró que:

     La epidemiología es vaga; una estadística comúnmente citada sostiene que los trastornos de conversión son entre en 1 y el 4 % de todos los diagnósticos hechos en todos los hospitales occidentales. Además, los pacientes presentan síntomas heterogéneos que afectan a un número cualquiera de funciones sensoriales o motoras voluntarias, tales como ceguera, parálisis o ataques. (Kinetz, 2006).

Aún así, gracias a la tecnología se han encontrado interesantes respuestas:

En un artículo publicado en 1997, el doctor Halligan analizó el funcionamiento del cerebro en una mujer cuyo costado izquierdo estaba paralizado. ‘La paciente quería mover la pierna – cuenta Halligan-. Pero el acto de querer gatillaba un área orbito frontal primitiva y activaba el cíngulo anterior para contradecir la instrucción de mover la pierna. Ella quería hacerlo, pero la pierna no se movía…. Estudios subsecuentes reforzaron la idea de que las partes del cerebro que tienen que ver con la emoción pueden ser activadas de manera inapropiada en los pacientes con trastornos de conversión y pueden inhibir el funcionamiento normal del circuito cerebral responsable del movimiento, las sensaciones y la vista. (Kinetz, 2006).

Freud, que ya proponía en su época que los síntomas histéricos eran provocados por emociones o pensamientos sentidos como inapropiadas, estipuló que:

El psicoanálisis elimina los síntomas de los histéricos bajo la premisa de que son el sustituto – la transcripción, por así decir- de una serie de procesos anímicos investidos de afecto, deseos y aspiraciones, a los que en virtud de un particular proceso psíquico (la represión) se les ha denegado el acceso a su tramitación en una actividad psíqiuica susceptible de conciencia. Y entonces, estas formaciones de pensamiento que han quedado relegadas al estado de lo inconciente aspiran a una expresión proporcionada a su valor afectivo, a una descarga y en el caso de la histeria la encuentran en el proceso de la conversión en fenómenos somáticos: precisamente, los síntomas histéricos. (Freud, 2004a, p. 149).

Y ¿qué pasa cuando la inhibición en un artista no es observable por un síntoma de conversión (que son la mayoría de los casos y, debido a esto, con los que más nos podamos topar en el consultorio)?: Aunque hoy en día la histeria de conversión no sea tan común como hace un siglo (ya que la cultura, las represiones, prioridades, actitud hacia la sexualidad y la vida cotidiana han cambiado), la gran mayoría de los artistas expresan haber tenido alguna vez en su vida algún bloqueo creativo que los ha dejado pasmados, embobados y/o paralizados en frente de un lienzo o un pedazo de papel sin saber qué hacer o cómo continuar con su proceso creativo. Freud comentó que:

     La inhibición del trabajo, que tan a menudo se vuelve motivo de tratamiento en calidad de síntoma aislado, nos muestra un placer disminuido, torpeza en la ejecución, o manifestaciones reactivas como fatiga (vértigos, vómitos) cuando se es compelido a proseguir el trabajo…. Las inhibiciones más generales del yo obedecen a otro mecanismo, simple. Si el yo es requerido por una tarea psíquica particularmente gravosa, verbigracia un duelo, una enorme sofocación de afectos o la necesidad de sofrenar fantasías sexuales que afloran de continuo, se empobrece tanto en su energía disponible que se ve obligado a limitar su gasto de manera simultánea en muchos sitios. (Freud, 2004b, p. 85 y 86).

Además del psicoanálisis, existen otros tipos de terapia y cursos que al igual buscan la manera de ayudar a la gente a lidiar con este tipo de inhibiciones. Cameron (1992) propone en su libro The Artist’s Way un proceso de doce semanas para ayudar al lector a ir recuperando su creatividad paulatinamente. Semana con semana va dejando tareas como: caminar veinte minutos al día, redactar diario tres cuartillas de “escritura automática” (media hora aproximadamente) apenas el lector se despierte en la mañana (esto con el fin de evitar al máximo las represiones) llamadas morning pages, salir sin compañía a algún lugar o actividad atractiva al menos una vez a la semana, contestar preguntas acerca de su pasado, entre otras. Especialmente el ejercicio de la escritura automática podría parecerse a la asociación libre que se practica en el psicoanálisis. Se realizó una entrevista a un hombre que había tomado dicho curso “Las morning pages al principio me daban mucha flojera, pero fue lo que más me ayudó a fluir después cuando pintaba mis cuadros o escribía mis cuentos. Siento que mi creatividad fluye con mucho más facilidad que antes.” (El entrevistado prefirió conservar su anonimato).

A partir de la psicoterapia de arte también se han logrado ver resultados interesantes, pues el paciente puede enfrentarse a su síntoma de manera visual, kinestésica y auditiva; pudiendo trabajar desde una escucha empática mezclando la parte lúdica artística. Laing, J. expone que: “exteriorizando los conflictos internos a través del arte, los pacientes con una predisposición hacia ciertas enfermedades físicas podían evitar el desarrollo de tales enfermedades. Así sugería que la Arteterapia debe emplearse tanto como ‘medicina preventiva’ como para  ‘rehabilitación’.”. (en Naumburg, 2017). Esto, para artistas con inhibiciones, puede dar muchos frutos pues viven este síntoma en el momento que están en el consultorio con el terapeuta y este último tiene la oportunidad de observar al paciente en vivo en su proceso creativo.

Partiendo de los resultados obtenidos a través la propuestas que expresan Freud, Cameron y Laing  se puede concluir que enfrentarse a uno mismo es la mejor manera de conocerse y reconciliarse con su cuerpo, su creatividad y sus emociones; que una persona que se encuentra inhibida puede encontrar resultados favorables al darle cara y nombre a su o sus síntomas a pesar de que este sea un proceso muchas veces difícil y doloroso. Y que así como cada pintor tiene su pincel preferido, cada quién elige cómo lidiar con uno mismo con su herramienta favorita.

Bibliografía:

  • Barrie, J. M. & Tatar, M. (2013). Peter Pan Anotado. Edición del centenario. Madrid, España: Akal.
  • Cameron, J. (1992). The Artist’s Way: A Spiritual Path to Higher Creativity. Nueva York: Tarcher Penguin.
  • Freud, S. (2004a) Obras Completas: Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora). Tres ensayos de teoría sexual y otras obras (1901-1905). Tomo VII. Buenos Aires. Amorrotu
  • Freud, S. (2004b) Obras Completas: Presentación autobiográfica. Inhibición, síntoma y angustia. ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Y otras obras (1929-1926). Tomo XX. Buenos Aires. Amorrotu
  • Kinetz, E. (2006). Volvió la histeria, aunque ahora con otro nombre. La Nación. Recuperado el 8 de septiembre de 2018 de: https://www.lanacion.com.ar/845081-volvio-la-histeria-aunque-ahora-con-otro-nombre.
  • Naumburg, M. (2017) Autores Representativos en la Arteterapia. Psicología, Terapia Gestalt, Arteterapia, Humanista. Recuperado el 14 de septiembre de 2018 de https://arteterapiahumanistagestaltica.wordpress.com/tag/margaret-naumburg/.
  • Pellejero, M. (2018).  Freud y Peter Pan. El Sigma.com. Recuperado el 9 de septiembre de 2018 de http://www.elsigma.com/literatura/freud-y-peter-pan/13466.