El presente trabajo es una compilación del material psicoanalítico que hoy en día permite entender los orígenes de la creación artística. Partiendo de las definiciones de cultura y arte, se hace un recorrido por diferentes conceptos psicoanalíticos que explican la existencia del arte. Además, se aborda los posibles significados que éste posee para la sociedad y por ende para el individuo. Por último, se hace una pequeña analogía entre el arte y el psicoanálisis en base a lo expuesto.

Autor: Citlali Amado

 “Como en el amor, la pasión por el arte es una locura del amor único”
Maria Cristina Melgar

Introducción

 ¿Qué es el arte? ¿Por qué crea el ser humano? ¿De dónde se origina el arte? ¿Por qué no todos podemos ser artistas? Estas son algunas de las preguntas que han estado en el pensamiento de la humanidad desde mucho tiempo atrás.

 Cuando hablamos de arte y psicoanálisis, los podríamos colocar en ese orden dada la aparición de cada uno de ellos en el transcurso de la humanidad; el arte, se ha encontrado en la vida humana desde tiempos mucho más remotos, de ahí que su influencia en las diferentes épocas sea más identificable.

 El arte y el psicoanálisis son dos ciencias que se encuentran sumamente ligadas entre sí, en la medida en que ambas han sido un intento de expresar la forma en que se ha desarrollado el humano durante toda su evolución.

 Gracias al estudio del arte, el psicoanálisis ha podido llegar a conclusiones importantes que denotan en su teoría. Sin embargo, en las manos de los psicoanalistas de hoy en día se encuentra la tarea de aumentar y mejorar los trabajos en tan importante área.

El psicoanálisis ha podido llegar a conclusiones acerca del origen de la creación artística y el presente trabajo es una compilación de diversos trabajos acerca de este tema.

Arte

En “El porvenir de una ilusión” Freud (1927) establece que cultura es todo aquello en lo cual la vida humana se ha elevado por encima de sus condiciones animales y se distingue de la vida animal.

El diccionario de la real academia española define al arte como una manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

A través de su obra, Freud va a retomar: lo que distingue al hombre no es la condición de ser creado a imagen y semejanza de la supuesta perfección divina sino más bien su imperfección; no algo con que cuente sino algo que le falta. Entonces, el hombre es un ser  incompleto, se encuentra en falta, está en su constitución esa falta, inconformidad que  hace de él un innovador, un transformador, un creador. (Gerber, 2001)

Desde la aparición de las primeras obras freudianas (La interpretación de los sueños en 1900, Psicopatología de la vida cotidiana en 1904) el estudio de la cultura y el arte pareció un campo en el que el psicoanálisis se podría introducir para hallar sus propias bases. La investigación en el plano artístico, hecha por Freud como por sus seguidores, es casi paralela a la difusión de las  primeras teorías psicoanalíticas. (Del Conde, 2002)

La creación artística se liga también con otro rasgo fundamental del ser humano: saberse mortal, poseer la certeza de la muerte como lo único seguro en su vida y anticiparse de esta manera al momento de su acaecimiento. Este saber  es la razón de una necesidad de permanecer más allá de los límites físicos de la existencia, de dejar huella transcendiendo el relativamente breve paso por la vida. (Gerber, 2001)

La obra, en este sentido, no es el objeto hecho para ser consumido y desaparecer, sino para durar, mucho más allá de la existencia de su creador. Hay entonces una relación estrecha entre creación y muerte en la medida en que sin ésta última como trasfondo la primera sería imposible. (Gerber, 2001)

Según Ernst Kris (1955) la apertura a este campo no clínico se concentró en torno a tres problemas: la universalidad en la tradición mitológica y literaria de ciertos temas conocidos a través del examen de fantasías y los sueños; la estrecha relación entre la biografía del artista y su obra; y por último, en la relación entre el funcionamiento de la imaginación creadora, la capacidad productiva del hombre y los procesos de pensamiento observados en el estudio clínico.

Así, el psicoanálisis emplea sus conocimientos para “aportar pruebas de la existencia de sistemas de fantasía y operaciones mentales en ámbitos distintos a la situación clínica. Sin embargo, los “no psicoanalistas” de estos “ámbitos distintos” rara vez se han mostrado completamente de acuerdo con los resultados de la aplicación del psicoanálisis; pues éste parecería comprender el objeto estudiado por la disciplina mejor que ésta. El conocimiento psicoanalítico, les da la impresión de que trivializa el fenómeno al que se aplica mostrando que el fenómeno no es lo que parece ser y la disciplina que lo estudia queda igualmente ilusoria (Kuspit, 2003)

 El psicoanálisis ha introducido nuevas ideas revolucionarías sobre la naturaleza del contenido temático del arte y ha podido establecer que éste, siempre se encuentra relacionado de alguna u otra manera con el hombre. (Brown, 1987)

 Es importante dejar clara la ausencia de una teoría psicoanalítica general del arte; dado que, como bien lo mencionaba Freud, “no existe un significado particular para ninguna obra de arte”.  (Brown, 1987) Así, toda obra de genio, por ser innovadora, por traer un nuevo discurso visual y hablado que da origen a nuevos discursos, encierra un mito de origen. (Melgar, 1996)

 De igual modo, no debe perderse de vista que si bien una obra artística puede ser sometida a una interpretación a partir de la teoría psicoanalítica, ésta interpretación no sería la única que podría hacerse debido a que la creación artística es poseedora de múltiples significados.

¿Creación artística  =  generación espontánea?

 Freud nos dice que es el proceso primario, junto con los procedimientos del inconsciente carentes de significado y de intención consciente, la base de la técnica artística. (Brown, 1987)

 Sin embargo, diversos autores post freudianos se han ocupado de investigar un tipo de pensamiento presente en la creación artística, se trata del “proceso terciario”, que sería como un espacio flotante que permite ir del proceso primario al proceso secundario con la finalidad de crear. Por ejemplo, la pintura siempre incluye elementos del proceso primario como lo son los óleos. El proceso secundario puede verse en las palabras que debe usar el poeta para crear. (Sumlacher; Habif 1996)

 El significado del arte ha tenido muchas explicaciones, lo que podría dificultarnos su estudio. Por ejemplo, en ciertos fragmentos de la obra freudiana el arte se asimila a los sueños y a la locura, en otros reconoce una intención social y un control formal del espíritu conciente. (Brown, 1987)

 El arte está inseparablemente ligado al principio de placer, y es de hecho la prueba más poderosa en apoyo a la doctrina freudiana, de la indestructible sumisión del hombre al principio de placer. (Brown, 1987)

 En el chiste y su relación con el inconsciente (1905), Freud afirma el vínculo entre arte y principio de placer; nos habla de la persecución del placer a través del arte,  incompatible con el principio de realidad.

 El neurótico busca la felicidad de tiempos pasados, pero lo que antes fue satisfactorio, ahora resulta intolerable debido al principio de realidad. El artista mediante su poesía, intenta regresar y volver a aprehender esa perdida felicidad, aunque sabe que es irrecuperable. Ensaya pues el poeta un consuelo con el arte que le niega la realidad (Díaz, 1980).

 A través del síntoma, el principio de realidad pareciera ser mitigado, permitiendo la búsqueda de placer; aunque se trate de un retardado y disminuido placer, pero que resulta seguro para el individuo.

 El síntoma sustituye a algo que no ha logrado manifestarse en el exterior. Nos revela, al igual que el arte, vicisitudes internas que el alma no ha podido superar. El artista no puede combatir su arte, así como el neurótico no puede evitar su síntoma. (Díaz, 1980).

Por ejemplo, la música penetra directamente en el espíritu y cuenta con la posibilidad de hallar en él una resonancia, tal como los instrumentos musicales que sin ser tocados directamente, vibran al unísono con otro. (Radchik, 1991).

 La función del arte como síntoma puede ser diversa, es posible que la creación artística esté satisfaciendo una exigencia del súper yo o rechazando una aspiración del mundo externo, aportando una satisfacción narcisista o haciendo sentir a la persona más buena y mejor que aquéllos que la rodean. (Díaz, 1980).

 Bajo esta perspectiva de arte-síntoma, no debemos perder de vista la manía. El fenómeno maniaco busca un incremento de autoestima o una disminución en el grado de conciencia, la expresión de las potencialidades y los impulsos a través de objetos. (Díaz, 1980).

 Consideradas en función de principio de realidad las consolaciones del arte resultarían carentes de sentido e insuficientes. Pero si el destino del hombre es cambiar la realidad hasta conformarla al principio de placer y luchar por la liberación de los instintos, entonces el arte aparece como una ultima meta. (Brown, 1987)

 Crear una nueva realidad es una forma de negar y sobrecompensar otra realidad, es fabricar “Una realidad aparte”. El psicoanálisis reconoce en el ejercicio del arte una actividad encaminada a la mitigación de deseos insatisfechos, tanto en el artista creador, como en el espectador de la obra de arte. (Díaz, 1980).

 En “Los dos principios del acaecer psíquico” (1911), Freud menciona que el artista se aparta de la realidad porque no se resigna a renunciar a la satisfacción de sus deseos, cosa que la realidad exige. La obra de arte crea nuevas realidades que dan cause a los impulsos del artista, amorosos u hostiles.

 La función del arte es ayudarnos a encontrar nuestro camino hacia las fuentes de placer que se ha hecho inaccesibles por la capitulación al principio de realidad que llamamos educación o madurez, es recuperar la risa perdida de la infancia. (Brown, 1987)

 Pareciera que la inspiración del artista se independiza del Yo, renuncia a su influencia y al principio de realidad;  sometiéndose, como ya lo dijimos con anterioridad, al sistema de lo inconsciente y a sus principios de condensación y desplazamiento que le dan al arte la posibilidad de “engañar” al espectador. (Díaz, 1980)

El arte como juego

Así mismo, en “El chiste y su relación con el inconsciente” (1905) Freud distingue  el arte como una vuelta al principio de placer y a la infancia, constituyéndolo como una actividad de juego. Gracias a esta asimilación del arte como juego, se puede también explicar la influencia del proceso primario, de lo infantil y lo inconsciente en la creación artística. 

En “El Poeta y la Fantasía” habla Freud de cómo el niño y el poeta juegan creando un mundo de fantasía al que se sienten íntimamente ligados, pero que no dejan de diferenciar de la realidad. Es mediante el poeta que el adulto evoca estos juegos y rechaza el agobio demasiado intenso de su existencia. (Díaz, 1980).

 M. Klein comparó el juego con las asociaciones libres y los sueños. El arte y el juego, sin embargo se diferencian del sueño porque intentan traducir la fantasía en realidad. (Rascovsky, 1996)

 Por otra parte, Freud en “El poeta y los sueños diurnos” de 1907 menciona: “Un poderoso suceso actual despierta en el poeta el recuerdo de un suceso anterior, perteneciente casi siempre a su infancia, y de éste parte entonces el deseo; es mediante la obra poética que, integrada de elementos de ocasión reciente y del antiguo recuerdo, se obtiene  satisfacción”. (García, 2005)

 La literatura nos permite percatarnos de cómo una creación artística arranca de fijaciones infantiles del autor y denota cómo mediante la escritura, el artista fue capaz de liberar una abrumadora tensión interna. El artista viaja en su fantasía hasta primitivas regiones de su alma, aprehende y transforma sus vivencias y retorna de este viaje pudiendo enlazar su mundo interno a una realidad artísticamente expresada. (Díaz, 1980).

 Al respecto también podemos decir que en nuestra vida cotidiana, al dormir logramos reestablecer la vida intrauterina; en esta situación regresiva perdemos contacto con el mundo externo y nos ponemos en contacto con nuestro mundo interno. Al despertar, volvemos a tomar contacto con el entorno real. En el caso de los artistas, este ir y venir del mundo real y la fantasía no es tan esquemático; los artistas al reconectarse con el mundo real logran proyectar las imágenes de su mundo interno a través de sus creaciones. (Rascovsky, 1996)

 Freud, en “El Sueño y la Poesía” nos habla del principio de represiónsecular en la vida anímica de la humanidad, mismo que encontramos en la literatura universal con representaciones más o menos encubiertas o deformadas, o atenuadas, del mismo conflicto primitivo, conflicto cuya elaboración atrae siempre de nuevo a los poetas. (Díaz, 1980).

El arte distinto de otras manifestaciones inconscientes

 Freud no se limita a vincular el arte con lo inconsciente y lo infantil; lo distingue además de otras manifestaciones de lo inconsciente tales como los sueños y las neurosis. Cabe señalar que los sueños y los productos artísticos presentan una fórmula de transacción entre la satisfacción de deseos instintivos y las fuerzas de represión.   

 Si embargo, a diferencia del sueño, el arte tiene una referencia social y un elemento de  control consciente.  El ingenio, ubicado en el arte, es la función psíquica más social de todas las búsquedas de placer, puede utilizar la deformación que es posible en el inconsciente por medio de la condensación y del desplazamiento. Elsueño, por su parte, es un producto psíquico asocial, permanece inteligible para la persona misma y por ello carente de interés absoluto para cualquier otro. (Brown, 1987)

 Del Conde (2002) establece que el sueño es un producto completamente narcisista y asocial de la psique, mientras que la obra de arte es algo tangible y cumple una función social.

 El arte entonces, hace consciente lo inconsciente y es capaz de liberar los instintos reprimidos. Su objetivo es liberarnos de nuestras inhibiciones, y con ello hacer más accesibles para nuestra satisfacción aquellas fuentes de placer que han estado bloqueadas en otro tiempo. (Brown, 1987)

 Los sueños son fantasías de deseos satisfechos; los síntomas neuróticos son sustitutos de placeres prohibidos, pero como compromisos nunca satisfacen. El arte, no siendo un compromiso con el inconsciente proporciona una satisfacción positiva, y no pude ser clasificado junto a los sueños y las neurosis como una satisfacción sustitutiva. (Brown, 1987)

 Pese a lo mencionado con anterioridad, también se ha podido observar que dolor, angustia y tristeza parecen ser las fuentes a las que más recurre el alma del poeta en busca de inspiración.

 Radchik (1991) establece que se pueden presentar ocasiones en que la elaboración artística surge después de haber captado una experiencia traumática. Se representa una situación como tentativa de síntesis, donde se aplica el principio de ordenación a lo que puede haberse vivido como una experiencia caótica.Esto nos lleva a pensar en el arte como un paliativo de dolor. En un principio, esta nueva función del arte parece surtir efecto, pero lo vemos como un síntoma en el momento en que detiene y encapsula al poeta en su nostalgia. (Díaz, 1980).

 La experiencia estética da cuenta del esfuerzo del artista para reparar su yo atormentado por las huellas que dejó las huellas entre el amor y el odio de la infancia. (López, 1996)

 El arte y la civilización

 El artista se aferra al arte, el neurótico al síntoma y ambos lo integran y luchan por su conservación. Sin embargo, el arte posee otra característica, que generalmente está ausente en el síntoma neurótico, de la cual no hemos hablado  y es su anhelo de comunicación. El deseo del artista por romper su soledad, por comunicar su dolor, su deseo siempre insatisfecho para que en su obra encuentren consuelo hombres que sufren como él.

 El artista busca en primer lugar su propia liberación y la consigue comunicando su obra a aquéllos que sufren la insatisfacción de iguales deseos. Se plasma y reencarna en su creación. (Díaz, 1980).

 La relación entre el artista y la tercera persona (el espectador) es una relación de identificación. La finalidad de la asociación entre el artista y el auditorio es la liberación de los instintos. (Brown, 1987)

 Es posible establecer entonces que en la medida en que el objeto del arte es suprimir las represiones y la civilización es esencialmente reprimir los instintos, entonces el arte es en este sentido subversivo a la civilización.(Brown, 1987)

Radchik (1991) establece que una condición fundamental para que una obra musical transmita un mensaje al escucha es que los núcleos conflictuales del autor que proveen un contenido a la pieza musical sean fuente de fantasía para el sujeto.

Radchik (1991) también nos indica que diversas obras artísticas, como es el caso de novelas o películas, dan la posibilidad al espectador de identificarse con ciertos aspectos de sus personajes, tales como sentimientos de frustración amor, fidelidad, justicia. De tal forma que  “el individuo que consigue descargar tensión a través de la simbología musical tendrá la capacidad de vibrar con la obra, fantasear cuando escucha una composición e identificar y dar salida a sus ideas y afectos con las escalas mayores y menores, tonos altos y bajos, las diversas intensidades, colores y formas que contiene esta manifestación creativa. La música funciona como aquello que puede rodear, amparar, sostener y dar unidad a las fantasías individuales”.

 La creación artística, va a ser correspondiente con los tiempos en que vive su creador. En palabras de Kandinsky (1972) se diría de este modo: “Toda obra de arte es hija de su tiempo, y muy a menudo la madre de nuestros sentimientos. Cada época de una civilización crea un arte que le es propio y que jamás puede repetirse. Intentar revivir los principios del arte pasado, solo puede conducir a la producción de obras nacidas muertas…”

Pulsión

 En cierto sentido puede considerarse que toda pulsión es de meta inhibida, en la medida en que toda pulsión tiene como meta la función genital. Entonces la pulsión es parcial, de meta inhibida. Si la inhibición presupone un obstáculo al cumplimiento de la meta, éste no es externo ni accidental sino necesario e intrínseco. (Rodríguez, 2004)

 Freud señala que la pulsión sexual se caracteriza por su incapacidad para procurar la satisfacción completa: “Muchas veces uno cree discernir que no es sólo la presión de la cultura, sino algo que está en la esencia de la función (sexual) misma, lo que nos deniega la satisfacción plena y nos esfuerza por otros caminos” (Gerber, 2001)

 Una pulsión se distingue de un estímulo en que proviene de fuentes situadas en el interior del cuerpo, actúa como fuerza constante y la persona no puede sustraérsela mediante la huida.

 Como ya es bien sabido, en la pulsión pueden distinguirse fuente, objeto y meta. La fuente es un estado de excitación corporal, la meta la cancelación de esa excitación.  Por fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión. Para la pulsión lo absolutamente decisivo es su origen en la fuente somática, debido a que dentro de la vida anímica no nos es conocida de otro modo que por sus metas.

 La meta es capaz de representar en el psiquismo a la fuente. La meta de una pulsión es en todos los casos la satisfacción que solo puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión. (Rodríguez, 2004)

La pulsión adquiere eficacia psíquica en el camino que va de la fuente a la meta. La pulsión se representa como cierto monto de energía que esfuerza en determinada dirección y transcurre entre fuente y meta. (Rodríguez, 2004)

Las pulsiones sexuales son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas. Al comienzo actúan con independencia unas de otras y solo después se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta a que aspira cada una de ellas es el logro del placer del órgano. (Rodríguez, 2004)

Según Freud en Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933), un gran número de pulsiones parciales con bastante independencia recíproca pugnan por alcanzar una satisfacción y la hallan en algo que podemos llamar placer de órgano.

La libido se ve forzada a disfrazarse para buscar satisfacción y es así como surge el síntoma, que visto como una transacción entre el impulso y la defensa, se somete a cierta censura del yo preconsciente, por lo que se vuelve un producto deformado que pretende una satisfacción extraordinariamente limitada y apenas reconocible de la satisfacción real. (Díaz, 1980)

Como es de esperarse, el arte-síntoma ofrece también una satisfacción limitada y muchas veces irreconocible, por lo que el artista se ve en la necesidad de intentar su captura constantemente. (Díaz, 1980)

El síntoma se vuelve una organización psíquica y se comporta como una entidad independiente manifestando un instinto de conservación y un “modus vivendi” con los demás sectores de la vida psíquica. Al volverse útil consolida y protege su existencia. Esto puede verse reflejado en el caso del artista, quien a través del síntoma (creación artística) logra comunicarse con el medio que le rodea.

Sublimación

Como mencionamos anteriormente, la fuerza que se opone al impuso es la defensa o sea los procedimientos de protección del Yo contra las exigencias de los instintos. Estas cuando son exitosas han sido agrupadas bajo el nombre de sublimación. (Díaz, 1980)

La sublimación se caracteriza por la inhibición del fin instintivo, la desexualización del impulso, la absorción del instinto por sus secuelas y una alteración dentro del yo. Las pulsiones pregenitales son el objeto que se somete a la sublimación.

Sin embargo, en la labor creativa persiste el intento de elaborar o disfrazar pulsiones instintivas y un regreso a objetos infantiles que no logran ser abandonados. Ello da por resultado una falta de flexibilidad en la temática de la obra y determinadas características en los personajes así como en su conducta. Si la sublimación hubiera tenido efecto la libertad creativa en la elección del tema y su desarrollo tendría otra dimensión. (Rodríguez, 2004)

En las “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” (1933) Freud establece que “distinguimos con el nombre de sublimación cierta clase de modificación de la meta y cambio de vía del objeto en la que interviene nuestra valoración social. La sublimación consiste en que la aspiración sexual abandona su meta dirigida al placer parcial o al placer que procura el acto de la procreación, y adopta otra que se relaciona genéticamente con la resignada, pero ya no ella misma sexual, sino que se la debe llamar social”.  

En la sublimación encuentra acción el yo en la medida en que en su afán de producir un objeto singular, se está uniendo, ligando, se encuentra Eros, se produce aquella unicidad por la cual el yo se distingue. (Rodríguez, 2004)

Mediante el concepto de sublimación Freud explica diferentes actividades que estarían motivadas por un deseo que no apunta de modo manifiesto a una meta sexual, como lo son: la creación artística, la investigación intelectual y, en general, todo aquello a lo que la sociedad concede un alto valor, como se desprende de la relación entre el término sublimación con el adjetivo sublime. (Gerber, 2001)

La valoración social, como componente de la sublimación, posee gran relevancia, pues las pulsiones se subliman en la medida en que su meta se desvía hacia aquello que es socialmente apreciado. (Gerber, 2001)

En “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”  Freud establece el descubrimiento de que la experiencia estética forma parte de la constitución del yo, la dimensión estética está incluida en el sujeto (Melgar, 1993)

El trauma pone en juego la actividad de Tánatos y también d Eros, con sus consecuencias sobre la configuración del mundo externo e interno. (Melgar, 1993) De tal forma que la creatividad musical puede ponerse al servicio de la resolución del proceso de duelo cuando ocurren pérdidas significativas de objetos externos o del self (Radchik, 1991)

 Fantasía

Mientras más insatisfecho se encuentra el hombre, más se verá en la necesidad de fantasear y son sus deseos insatisfechos la fuerza impulsora de sus fantasías, volviéndose cada fantasía una satisfacción de deseos y una rectificación de la realidad insatisfactoria. (Díaz, 1980)

El arte ha sido considerado como el camino de retorno desde la fantasía a la realidad y el artista un introvertido próximo a la neurosis, quien animado de impulsos extraordinariamente enérgicos, quisiera conquistar dinero, gloria y amor, pero le faltan los medios para procurarse esta satisfacción y por lo tanto vuelve la espalda a la realidad y concentra su interés y su libido en los deseos creados por su vida imaginativa. (Díaz, 1980).

 Anna Freud nos dice que a mayor contacto con el mundo exterior hay mayor posibilidad de experimentar displacer. La fantasía vuelve la realidad más aceptable, pero la fantasía del adulto se tiene que ceñir al principio de realidad para no volverse una ilusión patológica. (Díaz, 1980)

 Cuando hablamos de arte, el limite entre fantasía y neurosis, parece desdibujarse, prevaleciendo tan solo la línea juego-fantasía y psicosis, puesto que al artista le es preciso el enlace de la fantasía y la realidad para hacer arte. Sin embargo, no debe pasarse por alto que la multiplicación y la exacerbación de las fantasías, son las condiciones preliminares para la caída en la neurosis o la psicosis. (Díaz, 1980)

 Las fantasías de realización de deseos, se desarrollan como un lúdico refugio y como un sustituto de la realidad displaciente y se vuelven mediadores entre impulsos rechazados y descargas sustitutivas. El arte forma un dominio en el que conservan toda su energía las aspiraciones de omnipotencia de la humanidad primitiva. (Díaz, 1980)

Psicoanálisis como arte

Como ya mencionamos con anterioridad, el arte al igual que el psicoanálisis, parece ser una forma de hacer consciente lo inconsciente. La diferencia es que mientras el psicoanálisis trata de alcanzar el inconsciente estudiando lo consciente, el arte  pareciera ser una irrupción del inconsciente en lo consciente. El arte necesita afirmarse contra la hostilidad del principio de realidad y de la razón que está esclavizada por el principio de realidad. (Brown, 1987)

La literatura y el psicoanálisis también tienen algo en común, en ambas participa la ficción. Ésta nos puede resultar más clara en el caso literario, pues puede escribirse sobre personajes inexistentes en la realidad. Encontramos esa ficción en la escucha de un analizante. Nos cuenta una realidad propia de la que, si falta algo, ya sea por olvido o por falta de datos se podría recurrir a sus parientes. Pero no es así. De lo que se trata es de analizar la ficción construida por él a partir de su entrada en el lenguaje, en una familia, en una sociedad concreta. (García, 2005)

Podríamos considerar como común también, el punto inicial del que parte un análisis y una obra. Sería el de desarrollar algo que no se conoce pero que se sabe. En el seminario “El reverso del psicoanálisis”, Lacan indica que “el analista está ahí para conseguir que el analizante sepa todo lo que no sabe sabiéndolo”.  (García, 2005)

CONCLUSIONES

El psicoanálisis ha hecho una ardua labor con respecto al estudio del arte. Y ha proporcionado diversas bases teóricas que nos permite entender su origen. Sin embargo, los psicoanalistas debemos mantenernos atentos a las exigencias del mundo moderno con la finalidad de aumentar nuestros conocimientos y poder aterrizarlos a la sociedad cambiante de nuestros días.

A pesar de que toda creación artística posee símbolos universales, es importante que no se pierda de vista que cada obra por sí misma tendrá tantos significados posibles como lo es la cantidad de espectadores que la están percibiendo, pues en esta interpretación  estarán inmersas características de la propia persona.

Como cualquier otra interpretación, la interpretación a una obra artística deberá hacerse tomando en cuenta diversos factores como lo son: la personalidad del autor y el contexto socio cultural que lo rodea. Así mismo, la obra artística estará influenciada por las tendencias expresionistas del momento en que se produjo.

El arte es una experiencia humana que permite la búsqueda del placer, lleva a “universos y espacios” irreconocibles, libera de tensión y proporciona la felicidad que la realidad niega; de ahí su importancia durante el transcurso de la humanidad. Todo esto es un reflejo del arte como vehículo del principio de placer.

El ser humano es un ser que siempre se va a encontrar en falta, lo que hace de él un ser innovador que se verá reflejado en la creación artística. Así mismo, el hombre es el único ser que sabe su propia finitud y mediante la creación artística le es posible pasar a la posteridad.

El arte es un ejemplo que nos permite explicar de manera clara el proceso terciario de pensamiento, como un enlace entre proceso primario y proceso secundario.