child-dreaming-1240846Por: Xóchitl González
La siguiente investigación está basada en el tratamiento de niños, profundizando en algunos puntos importantes de la técnica y  en observaciones de procesos psíquicos en la infancia. Inicio con la formación de sentimientos comunes como la culpa para continuar con situaciones más complejas como la influencia que tienen ciertas problemáticas familiares en la vida psíquica infantil, para poder desarrollar estos puntos utilizaré como ejemplo ciertos fragmentos de una viñeta clínica.
 
El juego como herramienta en el análisis de niños
 
Para nosotros como analistas, cada elemento del juego es de gran valor informativo, ya que el niño por medio de jugar, expresa cosas que son verdaderas asociaciones libres, es decir el niño actúa en lugar de hablar, debemos recordar que la acción es más primitiva que la palabra, de esta forma se utilizan formas arcaicas y simbólicas de representación.
 

  1. Freud señaló: “El análisis de un niño neurótico parecerá más digno de confianza, pero no puede ser muy rico en material, demasiadas palabras y pensamientos deben ser prestados al niño, y aun así los

más profundos estratos de su mente pueden resultar impenetrables a la conciencia”
 
Melanie Klein por su parte mencionó: “El análisis de niños muestra repetidamente los diferentes significados que pueden tener un simple juguete o un fragmento de juego, y sólo comprendemos su significado si conocemos su conexión adicional y la situación analítica global en la que se ha producido”
 
El juego también depende de otros factores como la edad, por ejemplo los niños que ya han entrado en la latencia, optan por juegos más adaptados a la realidad, no tan imaginativos, resultado de una mayor represión y desarrollo del yo.   Los niños en esta etapa les atrae el representar e intercambiar roles dentro del juego.
 
Por otra parte a esta edad no solamente juegan, también proporcionan información por medio de la palabra, en ocasiones la dinámica de los niños, nos puede parecer monótona o alejada del proceso imaginativo, sin embargo tiene un alto valor informativo sobre el mundo interno del paciente.
 
Melanie Klein señaló que tras cualquier actividad de juego, se descubre un proceso de descarga de fantasías masturbatorias, lo cual se puede observar en un continuo impulso a jugar, una compulsión a la repetición, en el cual se basa el juego infantil, por tanto las inhibiciones en el juego, revelan una fuerte represión de estas fantasías, lo cual genera a su vez una inhibición de la imaginación en el niño.
 
Dentro de estas representaciones de la experiencia sexual del niño, se encuentran frecuentemente la escena primaria y el reconocimiento de la diferencia entre sexos.
 
Cuando los niños juegan dentro del consultorio, cada elemento y acción son importantes, sin embargo es importante tomar en cuenta la situación general en la que se dan esto significantes, tanto dentro del consultorio, como en el mundo interno del paciente y su conexión con el mundo exterior.
 
Por otra parte al trabaja con niños, inevitablemente se trabaja también con los papas, es importante considerar que el niño se encuentra dentro de un grupo familiar del cual depende totalmente y  que determina en gran medida su vida.
 

  1. Winnicott en sus escritos sobre el niño como miembro de un grupo, señala que: “En todo trabajo con un caso familiar, debe decidirse quién es el enfermo. A veces, aunque se atribuye esa condición al niño, es otra persona la que causa y mantiene el trastorno, o incluso es un factor social lo que constituye el problema”

 
Sin embargo también señala que cuan un niño presenta estos síntomas, está sufriendo y la mejor manera de ayudarlo es mediante el trabajo realizado con el niño.
 
Retomo la importancia de considerar al niño dentro de un grupo y como posible portador o actor del síntoma, ya que la viñeta clínica que presentaré a continuación muestra claramente cómo afecta la problemática grupal en la psique de los niños.
 
Viñeta clínica “Daniel”
 
Daniel llega al consultorio ya que su padre solicita asistencia familiar, este se encuentra muy preocupado ya que cree que existe un problema familiar, que ha rebasado la capacidad de los miembros para solucionarlo: la insuperable muerte de uno de los miembros de la familia.
 
Daniel tiene 7 años, cursa el segundo año de primaria, es el primer hijo de Amanda y Manuel y le encantan los autos, en especial los bochos.   Le gusta mucho contar sus sueños, ya que estos son extremadamente detallados.
 
Su madre comenta que su embarazo fue muy complicado, presentando tres amenazas de aborto, Daniel presentó desde sus primeros años problemas de asma, nunca aceptó alimentarse del pecho de su mamá y fue un niño muy enfermizo.
 
Los motivos conscientes por los cuales llevan a Daniel a terapia son los siguientes:
 
Su mama, está preocupada porque percibe a su hijo como un niño muy inseguro, que siempre necesita sentirse cerca de ella, que no puede estar solo y que constantemente habla y se comporta como si fuera un niño mucho más pequeño, al cual le cuesta trabajo superar la muerte de su hermanita menor, ocurrida hace dos años y medio.
 
Su padre describe a su hijo como un niño distraído, disperso y por lo tanto malo para la escuela, tímido, inseguro, dependiente totalmente de su madre y últimamente siente que “se le sale de control” y se puede percibir un sentimiento de enojo y distanciamiento hacía Daniel.   “Daniel de chiquito era… más bonito, menos problemático”
 
Los padres en el tratamiento de sus niños
 
Como podemos observar las entrevistas iniciales o posteriores con los padres, así como su participación en el tratamiento de sus hijos es de suma importancia, tanto por la información que nos proporcionan como por la oportunidad que nos da de observar la dinámica familiar.
 
Por medio del análisis de los niños, los papas disminuyen el sentimiento de culpa, ya que al pedir ayuda se perciben como asumiendo su responsabilidad en la problemática de sus hijos.
Sin embargo el proceso inicial de las entrevistas puede ser complicado o doloroso para los padres, ya que el revelar detalles de la vida familiar los hace sentir incómodos.
 
Por otra parte pueden existir celos por parte de los padres por el vínculo confidencial que se establece con el niño y el analista, en ocasiones buscan estar demasiado involucrados en el proceso.   Estos sentimientos dolorosos e inconscientes podrían generar ciertas dificultades y convertirse en factores perturbadores en el análisis de los niños.
 
En el caso de Daniel, el primer acercamiento con sus padres fue un poco complicado y llamo enseguida mi atención, ya que después de las entrevistas iniciales con ellos, estos temían que él no fuera capaz de estar solo en sesión conmigo y una vez que entramos al consultorio, decidieron quedarse en la sala de espera a pesar de que les comenté que la dinámica conveniente consistía en dejar a su hijo en sesión y volver por él a la hora de termino.   Daniel les pidió que fueran a ver si el auto estaba bien, a lo que ellos contestaron que el auto estaba bien y que lo esperarían ahí.  Por tal motivo mi primera impresión fue que al no estar acostumbrados al proceso de terapia, podrían haber surgido sentimientos de angustia e inseguridad hacia el tratamiento y la dinámica de este.
 
Melanie Klein señaló en su escrito “Psicoanálisis de niños”, que más allá de explicaciones teóricas a los padres al inicio del tratamiento, sería más conveniente dar pocas ideas sobre el significado y el efecto del análisis, mencionando que durante el tratamiento se podrían dar ciertas dificultades y aclarando lo importante de la confidencialidad en el análisis del niño.  “El niño que me hace sus confidencias tiene tanto derecho a la discreción como un adulto”.
 
Desde su punto de vista, la relación con los padres, debe de tener como objetivo, recibir una ayuda de modo pasivo, evitando cualquier interferencia como preguntas al niño sobre lo que hablo en análisis o incluso el reforzamiento de cualquier resistencia que se puede producir.  Contando con la cooperación activa solo en caso de ansiedad aguda y resistencias violentas, de forma temporal.
 
Si existe una buena relación con los padres y se logra esta cooperación pasiva y respetuosa de su parte, podemos utilizarla como una herramienta para obtener información importante o extraordinaria, sobre el comportamiento del niño fuera del consultorio.
 
La culpa en la infancia
 
Sabemos que a pesar de su corta edad y de tener una visión diferente a los adultos, en cuanto a los suceso de la vida real, los niños también experimentan el sentimiento de culpa, derivado generalmente de sus deseos y fantasías sádicas o de destrucción, que los hacen vivirse como dañinos y omnipotentes, generando una gran angustia por pensarse malos, no merecedores de amor y con la posibilidad de ser dañados o castigados. Por medio del juego en el análisis, podemos descubrir el origen de este sentimiento de culpa, el cual está relacionado con los deseos edipicos y anteriormente con la escena primaria.   El vivirse dentro de relaciones de objeto ambivalentes refuerza esta sensación de culpa, con la fantasía de dañar a sus objetos más amados.
 
En referencia a como se vive la situación edipica Melanie Klein mencionó lo siguiente: “Los niños neuróticos no pueden tolerar bien la realidad debido a su incapacidad de aceptar frustraciones. Buscan protegerse de la realidad, negándola, pero lo más importante y decisivo para su futura adaptabilidad a la realidad es la mayor o menor facilidad con que toleran estas frustraciones surgidas de la situación edípica.”
 
Dentro de las primeras entrevistas los padres de Daniel coincidieron en estar preocupados por algunas conductas observadas en su hijo en los dos últimos años, ellos señalan que Daniel presenta intensos temores nocturnos, que lo hacen llorar durante largo tiempo, en estos episodios, él no logra dormir si no está acompañado por su mamá o su papa.   Por otro lado parece estar muy apegado a su padre, de tal forma que se angustia en demasía cuando este sale de viaje, necesita esperar hasta que este regresé y ver que se encuentra bien o saber que este se encuentra bien.   Otro señalamiento que aparte de preocuparles les molesta es la sensación de que Daniel es muy curioso, pregunta muchas cosas y si no encuentra respuesta lo investiga a como dé lugar, esto los hace sentir muy incómodos.
 
Otro dato importante es que hace aproximadamente un año y medio o dos, los padres de Daniel, decidieron que él ya no dormiría en la misma cama que ellos, así que le compraron su propia cama instalada en el  mismo cuarto de ellos, la idea fue principalmente del padre, ya que la mama de Daniel comenta que para ella fue extremadamente difícil dejar de dormir con su hijo, sobre todo después de la muerte de su hija menor.
 
Los padres de Daniel, atribuyen este apego y preocupación por el padre, así como los temores nocturnos a un problema de angustia de separación, sin embargo, también debemos tomar en cuenta que hace año y medio o dos años, Daniel se encontraba en plena etapa edipica, acostumbrado a estar dentro de la triada familiar, durmiendo con sus padres, esta situación aunada al enamoramiento por su madre y rivalidad por el padre, pudieron generar sentimientos de culpa, reflejados en una fijación por el padre (buscar estar siempre con él) y en terrores nocturnos.
 
Podemos observar que Daniel solo se puede dormir hasta asegurarse que no dañó a su padre amado con sus pensamientos.   En otras palabras, esta culpa se origina por los deseos o pensamientos de odio y amor relacionados a las fantasías de la escena primaria y al Edipo.
 
Para continuar ejemplificando este sentimiento de culpa, regresaremos a la entrevista inicial con Daniel, donde, mientras sus padres me describían cuales eran sus motivos para llevar a Daniel a terapia, este escuchaba jugando tímidamente y dándome la espalda, cuando señalaban algunas de sus deficiencias, él volteaba y me decía muy seguro de sí mismo, que era verdad, que él era un inseguro y desobediente.
 
Cuando en la primera sesión le pregunté ¿qué pensaba de lo que habían dicho sus padres? Me dijo sin poder profundizar más, que tenían razón, que él era un niño malo y que por eso temía que en la noche ya sea el “coco” o la “llorona” lo atacarán.
 
Dentro del consultorio, Daniel juega, creando una situación donde él ocupa el rol del  hijo y estando en su casa, en espera de la llegada del padre, le hablan del hospital para decirle que este tuvo un accidente y está muy grave en el hospital, siendo él quien va rápidamente a su encuentro y quien lo revive haciendo todo tipo de maniobras.  Al señalarle que él también tiene ese miedo – deseo de que algo le pasé a papá porqué se siente enojado con él, Daniel deja radicalmente el juego y comienza otro totalmente distinto.
 
Debemos tomar en cuenta que es posible que al enfrentemos con la ansiedad y el sentimiento de culpa del niño dentro del análisis, se levanten resistencias difíciles de vencer.
 
En el caso de Daniel, su reacción también nos muestra la intensa preocupación por acercarse a temas relacionados con impulsos sexuales que constantemente lucha por controlar.
 
Hasta este punto hemos analizado cómo reacciona la psique de los niños ante procesos psíquicos que son parte de su desarrollo, es decir que todo niño tiene que lidiar con estas situaciones, ahora pasaremos a detallar ciertas situaciones del mundo externo que complican algunas de las historias infantiles y afectan de forma importante su funcionamiento psíquico y por tanto su desarrollo.
 
El duelo en la niñez
 
Ahora abordares uno de los principales temas en el análisis de Daniel, ya que dentro de los motivos de consulta de sus padres, se encuentra la preocupación por la incapacidad que tiene Daniel, a decir de sus padres, para superar la muerte de su hermana menor, la cual ocurrió de la siguiente manera:
 
La madre de Daniel, decide embarazarse cuando él tenía aproximadamente 4 años, su embarazo fue muy problemático y al estar en los 6 meses de gestación,  su vida y la de la bebe corrían un gran peligro, así que tuvieron que inducir el parto, la bebe estuvo tres días al hospital y falleció por un paro respiratorio
A Daniel se le informó que su hermana había fallecido, ya que esta había sigo cremada, lo llevaron únicamente a la misa que se realizó por la muerte, la explicación que se le dio, fue que su hermana había nacido malita y por lo tanto había muerto y que ahora su cuerpo ya era “polvito” pero que su alma estaba en el cielo.
 
La madre de Daniel, decidió que las cenizas de su bebe se quedarán con ella y actualmente las tiene en su cuarto, en un pequeño altar donde siempre hay flores.  El padre de Daniel contantemente le sugiere que sería mejor que estuviera en una iglesia pero la madre se rehúsa argumentando que le quedaría muy lejos ir a verla.
Los padres de Daniel no quisieron incluirlo en gran medida en la ceremonia y muerte de la bebe.  El padre desde ese entonces decidió refugiarse en un trabajo donde pasará la mayor parte del tiempo fuera de su casa.
El único comentario que ha hecho Daniel sobre la muerte de su hermana, fue “Me falto decirte que estoy muy muy triste por mi hermanita, mi deseo más grande es tener un hermanito o hermanita” y lo hizo cuando escuchó a sus padres acercarse a la puerta del consultorio para recogerlo, en realidad no se percibía muy triste, pero me dio la impresión que quería convencerme de su gran tristeza de alguna manera.
 
Sabemos que ante la pérdida de objetos importantes, se requiere madurez emocional y cierta salud mental para poder realizar un duelo no patológico.
 
Winnicott aborda desde un punto importante el duelo en la etapa infantil, resaltando que la vida no es un juego y una pérdida es una situación permanente, donde en el caso de los niños en la mayoría de los casos no le damos la suficiente importancia a los efectos que genera, siendo estos de gran influencia en su desarrollo.
 
El niño se distrae con facilidad y eso nos hace pensar que está bien y que no se ha dado cuenta de todo lo que implica la pérdida, sin embargo él sabe por primera vez que para estar vivo se debe pagar un precio, en ocasiones se crea una falsa personalidad, superficial o chistosa que evade los verdaderos sentimientos de dolor.
 
En el caso de Daniel, no se logra distinguir un sentimiento de tristeza, hablando del tema como algo pasajero y normal.
 
A pesar de que él ni siquiera conoció a su hermanita, las ideas o expectativas que se formaron, crearon un vínculo con ese objeto imaginario, esto puede resultar doloroso y difícil de enfrentar y debemos saber que el querer proteger al niño, evitándole el sufrimiento, la desesperanza y el pensar en la pérdida, no ayudará para aliviar su dolor.
 

  1. Winnicott señaló:

 
“Cuando nos encontramos con un niño retraído e infeliz, sin duda una operación de sostén comprensivo será más eficaz que arrastrarlo a un estado de olvido y de falsa animación. Si esperamos y esperamos junto a él, a menudo seremos recompensados por cambios reales, que indican una tendencia natural a recobrarse de la pérdida y del sentimiento de culpa que alienta el niño, por más que de hecho él no haya contribuido al suceso trágico”
 
Con este fragmento retomamos el tema de la culpa, donde al parecer Daniel pudo haberse sentido culpable por los celos o envidia sentidos contra su hermana en el vientre o contra su madre embarazada. Lo que hace que actualmente se viva como alguien dañino y que merece constantemente un castigo.  El haber tenido sentimientos ambivalentes en el Edipo, hacia un padre deprimido, también pudo generar un sentimiento de culpa.
 
Dentro del análisis tanto de adultos como de niños, el analista ayuda a que se cree el espacio mental para poder estar triste, es decir que el niño pueda pensarse triste o enojado por una pérdida
 
 
Regresión como reparación.
 
En una de las primeras sesiones del tratamiento Daniel mencionó lo siguiente: “Yo sé que en este momento me estoy comportando como cuando era pequeño y sé que ahora debía ser como cuando era pequeño, pero no sé por qué me pasa esto”. Es decir él entendía ya desde este momento,  el cambio de posición a través del tiempo que estaba experimentando.
 
Continuando con el tema del duelo ante la muerte de su hermana menor, debemos observar que Daniel no solamente la pierde a ella, si no que comienza a lidiar con la gran tristeza de su madre, es decir no pierde a su madre de forma real, pero si experimenta la pasividad y depresión de esta, así como la dificultad de su madre ante la realización de este duelo.
 
Esto hecho marca la vida de Daniel de tal forma que actualmente el presenta un terror intenso hacia la imagen de “la llorona”, la madre que llora por sus hijos muertos, creyendo todas las noches que será ella quien llegue por él y lo dañe.
 
Cómo podemos observar Daniel se ha desarrollado en un entorno donde la separación y por tanto el duelo no resultan ser algo sencillo, de este modo él pudo haberse identificado con rasgos depresivos vividos en su madre, donde esta niega hasta cierto punto el hecho de que su hija menor ya no está.
 
Como resultado de esta combinación de factores y sentimientos angustiantes y dolorosos, Daniel eligió la regresión, el comportarse como un niño mucho más pequeño, como método para reparar a su madre, ser él el niño pequeño que la madre tanto extraña, identificándose hasta cierto punto con su hermana menor, negando de forma inconsciente, la muerte de esta.
 
Como apartado final, tomo el siguiente tema que no solo es unión de las situaciones anteriores, sino que al mismo tiempo da sentido y complementa los apartados anteriores.
 
Secretos familiares y su influencia en la vida infantil
 
Al notar que los papas de Daniel continuaban muy angustiados por tener que dejar a su hijo cada sesión, quise investigar cuál era su preocupación, el padre de Daniel me pidió que conversáramos un momento, ambos padres me informaron que Manuel no era el padre biológico de Daniel y que él no lo sabía aún.   Tuvimos una sesión exclusiva para tratar este tema con los padres de Daniel.
El padre biológico se había separado de Amanda mientras ella estaba aún embarazada.  Manuel había conocido a Amanda cuando Daniel tenía dos años, Daniel comenzó a decirle “papa” y Manuel le sugirió que lo registraran como su hijo, decidieron no decirle la verdad para no lastimarlo.  Pero ahora comenzaban a tener un conflicto, el padre biológico quería ponerse en contacto con su hijo.
 
La noticia fue una gran sorpresa para mí, mi sensación no fue muy agradable ya que me sentí dentro una mentira que por una parte cambiaba completamente mi panorama pero por otra me hacía entender varios de mis interrogantes. Comencé a entender ciertas actitudes que había percibido entre padre e hijo, cierta lejanía o tipo de relación que no lograba comprender del todo.
 
Como habíamos mencionado, es recomendable que la relación con los padres sea limitada, sin buscar influir o guiar en la  forma educar a sus hijos, sin embargo cuando existen situaciones extremas, es conveniente explicarles el daño o beneficio en el desarrollo de sus hijos.   En este caso, la recomendación para continuar el tratamiento de Daniel, fue que él debía saber la verdad sobre su padre biológico.  Tomando en cuenta lo mucho que podría afectar el proceso del tratamiento, guardar este secreto para él.
 

  1. Winnicott señaló lo siguiente:

 
“Cuando el niño es muy inteligente, necesitamos hablarle a su inteligencia, nutrirla. A veces constituye una complicación el hecho de que se trabaje con un niño que siente que algo sucede, pero no comprende intelectualmente de qué se trata. En todo caso, es una lástima desaprovechar la comprensión intelectual del niño, que puede ser un aliado muy poderoso, aunque, desde luego, en ciertos casos los procesos intelectuales sirven como defensas, y dificultan el análisis”
 
Pronto empecé a recordar y a asociar el comportamiento que Daniel tuvo desde el inicio del tratamiento, en efecto desde el principio tuve la sensación de que Daniel era muy curioso, me describió detalladamente como estaba conformado el edificio donde está el consultorio y cuantos consultorios más había, me aseguro que ya sabía dónde estaba el baño y como este tenía una puerta secreta hacía mi consultorio, me describió los pacientes que entraron antes que él e incluso me mencionó un poco de lo que escucho del otro lado de la puerta, me dio la sensación de que no solo era curiosidad por conocer, si no que Daniel necesitaba estar atento y escuchando todo lo que sucedía para tener todo bajo control y sentirse menos amenazado.
 
Durante las sesiones estaba atento a los ruidos que le indicaban que había alguien más, haciendo muchas preguntas.  Por otra parte me di cuenta que sus padres utilizaban esta técnica de mantener secretos, con la excusa de “no lastimarlo” en muchos otros temas o situaciones como por ejemplo la muerte de su hermana, la situación de separación que ellos comenzaban a vivir, la reaparición del papa biológico de Daniel, etc.
 
A la par toda esta información se desplegaba en los juegos dentro del consultorio, me di cuenta de que Daniel sabía que varias cosas estaban sucediendo, incluso algunas las conocía perfectamente, pero la dinámica de ocultarle información, lo hacía sentirse en peligro todo el tiempo, no sabía si el terreno que estaba pisando era seguro o no, no sabía ni podía confiar en las personas y constantemente luchaba por entender qué era lo que estaba sucediendo, sabía que había algo que él tenía que encontrar y prever.
 
Daniel recuerda que cuando era pequeño, sus padres jugaban a asustarlo con la idea de que venía la llorona por él, su padre tocaba la puerta mientras lo cargaba en sus brazos y su madre sin que él la viera imitaba el llanto de la llorona, el cree que en este juego también participaba el resto de la familia.  Daniel menciona:  “Ellos creían que yo no me daba cuenta de la mentira, pero yo sabía la verdad”
 
Piera Aulagnier en su libro “El aprendiz de historiador y el maestro – brujo” explicó detalladamente la función que tiene el yo de unir los fragmentos de recuerdos sobre nuestra historia, dándoles sentido en una construcción, de tal forma que se logre una continuidad temporal.
 
Sobre todo en historias que aparentemente no tienen sentido o hay espacios en blanco y confusiones temporales.  Ya que con esta función se logra unir lo que se es a lo que se ha sido y por lo tanto se proyecta en el futuro un porvenir en donde se evite encontrar en este futuro la imagen de un desconocido.
 
Este trabajo de historización que realiza el yo, con base en la identificación, reemplaza un tiempo perdido definitivamente por un discurso que lo habla, es decir “Es por la historia de las relaciones con sus objetos como el yo construye su propia identidad”.
 
De esta forma podemos observar como Daniel busca entender su historia para poder sentir una continuidad, en la medida en que no encuentra claridad en la información ni congruencia, tiene la sensación constante de estar en peligro, un angustia que se genera al no poder entender quién es él a partir de lo que fue su origen.
Por medio de sus exhaustivas búsquedas e investigaciones sobre los otros intentaba armar su historia personal, de la cual ahora tenía muchas dudas.
 
Por otra parte empecé a entender porque el Daniel que me describieron sus padres durante las entrevistas era distinto al niño que jugaba en mi consultorio durante sesión, es decir cuando sus padres se alejaban, él cambiaba su actitud, se desenvolvía sin pena, me miraba a los ojos y se comportaba como un niño normal.
 
Él también tenía que ocultar cosas, tenía que guardar secretos de quien era Daniel en realidad, debía seguir un discurso de forma necesaria e inconsciente, se encontraba dentro de la misma dinámica de secretos sabidos pero no hablados, que utilizaba como protección ante algo desconocido pero temido.
 
Acerca del discurso parental, Piera Aulagnier lo describe como la necesidad que tiene el yo de una vía y una voz que le posibiliten pensar en su origen, es decir en ese tiempo antes de la formación del yo, que determina el deseo de la madre acerca de su nacimiento.
 
Es decir, “el yo se descubre como resultado de un deseo y de un discurso mantenido por unas voces que precedieron a la suya”
 
“El yo se vive anticipado por el discurso del portavoz, obligado a ser y a apropiarse de los enunciados identificantes predichos y preinvestidos por ese mismo discurso, precedido por construcciones, obras de su propia psique pero no de él mismo, el yo adviene dentro de un espacio de discurso, un espacio de realidad, un espacio psíquico que no lo esperó para existir y que donde solo es aceptado si él  puede pactar con esos preexistentes y armonizar con ellos y sus contradicciones”
 
Si el yo no logra pensarse dentro de estos marcos y construir su historia, se encontrará constantemente bajo la amenaza de descubrir, de repente, que el que ha sido desmiente radicalmente al que cree ser.
 

  1. Aulagnier describe al discurso como el oráculo que revela si fueron hadas o brujas las que se inclinaron en la cuna del bebe.

 
Cuando este discurso no dice nada, es reducido o falso, la respuesta del yo en ciertos casos es aceptar que existe un secreto, un silencio o un blanco que solo el otro tiene la capacidad de cubrirlo, esta aceptación se paga caro en el funcionamiento de la psique y generalmente es ilusoria.
 
Esto lo vemos claramente en los juegos, sueños y recuerdos encubridores que tiene Daniel y que nos hacen pensar que a pesar de todos los esfuerzos de sus padres por ocultar secretos, él sabe que existes.
 
De esta forma llegó al final de este rotatorio teórico con las siguientes conclusiones:
 
Uno de los principales objetivos del trabajo analítico con niños, es el esclarecimiento de las situaciones sexuales y el acercamiento y adaptación a la realidad, lo que aumentará la tolerancia a la frustración, permitiéndole al niño tener un mejor desarrollo en los distintos retos que enfrenta, ya sea social, escolar, entre otros.
 
Al trabajar con los niños y poder dar un significado a lo que sienten, se produce en ellos un gran alivio, lo que mejora la convivencia con los demás y modifica en gran medida la forma en cómo viven todas sus experiencias. Logrando el fortalecimiento del yo y la disminución de las exigencias del súper yo.
 
Este trabajo me ayudo en gran medida a entender como estaba funcionando mi paciente dentro de una situación compleja y confusa, sentimientos que yo misma llegue a experimentar por medio de la contratransferencia, yendo desde las formas más simples hasta sus elecciones de mecanismos más complejas.
 
Termino mi trabajo con la siguiente frase de D. Winnicott:
 
“El terapeuta busca la comunicación del niño y sabe que por lo general no posee un dominio tal del lenguaje que le permita transmitir las infinitas sutilezas que pueden hallar en el juego quienes las busquen.”
 
 
Bibliografía:

  • Obras completas Vol. II “El psicoanálisis de niños” Melanie Klein
  • Obras completas “El niño en el grupo familiar” D. Winnicott
  • Obras completas “Efectos de la perdida en los niños” D. Winnicott
  • Obras completas “Realidad y Juego” D. Winnicott
  • Obras completas  Vol. XVII “De la historia de una neurosis infantil”  S. Freud
  • “El aprendiz de historiado y el maestro – brujo”  Piera Aulagnier.

 
 
Imagen: freeimages.com / matteo canessa
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