Algunas elucidaciones psicoanalíticas del poliamor.

Autora: Alejandra Marín

Hace 3 seminarios hablé sobre “El amor y psicoanálisis”, como un intento de responder algunas grandes lagunas que tengo cada vez que intento o escucho a alguien intentar hablar de él. Como aquella vez dije, cada vez que se “desea hablar de él, el alma se llena de un sentimiento de conocimiento, de dominación del tema, sin embargo cuando uno se propone empezar a hacerlo, pareciera que las palabras se atascan al instante mismo en que uno las quiere expresar”.

Desde que empecé mi práctica clínica me he dado cuenta que todo gira alrededor del amor, y que a pesar de que tenga un papel principal en nuestras vidas, parece que está cubierto de una nube que nos termina imposibilitando. Pareciera que la tarea final del hombre postmoderno es encontrar el amor. Ya sea amor al trabajo, amor a la familia, amor propio o el bastante idealizado amor romántico. Como si por amor, el hombre esperara encontrar la felicidad máxima y eterna. Pero, creo que queda claro, hasta el día de hoy no hay nadie que lo haya encontrado para definirlo concretamente y hacer una receta de felicidad.

Cuando hablo de amor, me refiero a esa pulsión de vida de la que Freud habló. A esa cosa que nos hace seguir haciendo y seguir creando conexiones para alejarnos de la muerte (Freud, 1920). Sin él, las personas mueren, esto se ha observado en el marasmo en bebés o en el suicidio. El amor es la base de la supervivencia humana. Quizás debido a esto, el hombre ha ido cambiando sus prácticas de amor, para así asegurar la supervivencia.

El amor ha ido cambiando a lo largo de la historia y, en especial el amor romántico ha ido teniendo múltiples transformaciones. Por ejemplo el amor romántico ha ido evolucionando, desde el matrimonio tradicional y por conveniencia, hasta lo que ahora se conoce como relaciones no-monógamas consensuadas. En este tipo de relaciones “hay un acuerdo, en que uno, ambos o todos los individuos pertenecientes a la relación pueden tener contacto sexual o romántico con otras parejas” (Balzarini, y otros, 2017). Se estima que alrededor del 4-5% de la población están actualmente involucrados en una relación así, y otro estudio sugiere que 1 de cada 5 personas han formado parte de una relación así a lo largo de su vida (Balzarini, y otros, 2017).

Las relaciones no-monógamas consensuadas pueden tener múltiples formas, según el estudio Three’s a crowd: public awareness and (mis)perceptions of polyamory, éstas pueden ser una relación abierta (pareja estable, permite que 1 o ambos mantengan relaciones sexuales con otro individuos. No hay sentimientos de por medio), swingers (una pareja estable, hace intercambio de parejas con otros swingers. No hay sentimientos de por medio), poligamia (una persona tiene varias esposas/os, por lo general los hombres tienen muchas esposas), y finalmente el poliamor, que consiste en una relación de más de dos personas en donde todos los integrantes mantienen relaciones sexuales y amorosas sólo entre ellos (Hutzler, Tracy, Herselman, & Johnson, 2016) .

Al escuchar sobre estas nuevas formas de amar surgieron en mi mente muchas preguntas. Las relaciones abiertas o los swingers tenían un poco más de sentido para mí, puesto que se conformaban por una pareja emocionalmente comprometida y fiel, pero que sólo busca satisfacción sexual fuera de la pareja (Hutzler, Tracy, Herselman, & Johnson, 2016). La sexualidad era vista como un acto físico nada más. No obstante, en las familias poliamorosas, se quita el elemento pareja y se añade 1 o más integrantes. El resultado es la convivencia consensuada en donde se obtiene satisfacción sexual y amorosa con todos los integrantes que la conforman (Hutzler, Tracy, Herselman, & Johnson, 2016).

Algunas de las preguntas que vinieron a mi mente, fueron ¿cómo será la configuración edípica/narcisista en estas relaciones?, ¿cómo se configura el inconsciente en el poliamor?, ¿cómo toleran la competencia y la rivalidad, que en una pareja de dos ya es difícil algunas veces de manejar?, ¿estas nuevas relaciones son un síntoma de la sociedad postmoderna? Y si esas personas que ahora tienen una relación poliamorosa y deciden empezar una familia ¿cómo evoluciona el papel de madre y padre en los hijos?

A medida que más me preguntaba, más me preocupaba, porque si fue una preocupación lo que sentí la primera vez que escuché hablar del tema, me di cuenta que muy probablemente en un futuro no muy lejano llegarían a nuestro consultorio familias conformadas así, y que muy probablemente alguno de nuestros hijos decidiría tener una relación poliamorosa. De pronto me di cuenta que la preocupación tenía más que ver conmigo y con la falta de información, que con el fenómeno en sí.

El poliamor, dice Marco Posadas (2019) cuestiona “las normas de relación amorosa y de vínculo que hemos internalizado” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018) tanto como sociedad psicoanalítica como sociedad mexicana. Si definimos el poliamor desde el psicoanálisis, inevitablemente llegaríamos a la conclusión de que se trata de una perversión, ya que el objeto sexual, que según Freud (1905) debe de ser del sexo contrario. Sin embargo, en el poliamor, el objeto es colocado en más de 1 persona al mismo tiempo y no necesariamente son del sexo contrario. Si continuamos con esta teoría, inevitablemente llegaríamos a la conclusión que las bases del poliamor se estructuran antes de que el niño formara los “diques anímicos contra los excesos sexuales: la vergüenza, el asco y la moral” (Freud, 1905).

Si se abordan así las nuevas sexualidades, quizás también debemos preguntarnos si estamos qué tan parciales estamos siendo. Para trabajar con estas nuevas familiar, debemos preguntarnos “¿cuáles son nuestras definiciones de intimidad, de anonimatos, de relación, de fidelidad, de pareja?” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018) . Debemos revisar “nuestro concepto de familia, ¿cómo pensamos la idea de salud mental?; ¿hay un prejuicio sexual? Cuando escuchamos sobre una sexualidad que hemos entendido como perversa” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018). Marco Posadas (2018) termina preguntándose el ¿cómo podremos definir una sexualidad que hemos entendido como perversa?

Al investigar el tema, descubrí que se habló por primera vez de las relaciones no-monógamas consensuadas en la IPA en el 2005, y no encontré nada hasta el 2018, una conferencia impartida en Buenos Aires por la APA. Esto llamó mi atención, puesto que después de haber revisado mucha literatura, las familias poliamorosas existen desde la década de los 70’s, surgiendo después de las comunas creadas en el movimiento hippie  (Dominguez, 2009). Como anteriormente dije, la probabilidad de que una familia conformada así llegue a nuestro consultorio es altísima, y Freud (citado en Nuevas Formas de Amar) dijo

“nos negamos de manera terminante a hacer del paciente que se pone en nuestras manos en búsqueda de auxilio un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle nuestros ideales, y con la arroganza del criador, a complacernos de nuestra obra luego de haberlo formado a nuestra imagen y semejanza. […] No se debe educar al enfermo para que se asemeje a nosotros sino para que se libere y se consuma su propio ser.

Algunas consideraciones sobre la posible configuración inconsciente de los integrantes de relaciones poliamorosas

Juan Pinetta (2018) dijo que es sabido que todas las parejas son atravesadas por conflictos sexuales y de deseo. Torres Arias (1990) dice que en una relación amorosa y sexual, “se demanda del otro que sea la razón y causa de su deseo, es decir lo que desea es el deseo del otro” (Torres Arias, 1990). Continúa diciendo que “el punto donde la mujer y el hombre se encuentran es en la castración, como una dimensión omnipresente en las relaciones entre ambos, la castración —que evoca una falta— es el paso obligado al amor, ya que sólo se desea lo que no se es ni se tiene”.

Si continuamos con esta idea, se puede cuestionar la idea de que en una relación poliamorosa quizás se esté negando la castración, ya que no se reconoce la falta y se quiere encontrar toda satisfacción en las demás parejas. Es posible, que al intentar tener muchas parejas al mismo tiempo, lo que se esté intentando negar sea la falta, y la frustración que ésta conlleva.

Hilda Katz (2018) dice que en la actualidad se evita y previene todo tipo de sufrimiento psíquico. “La obligación de gozar y la obligación de ser felices, como si el hombre fuese para que se viviera como una empresa, donde la aparición de cualquier fragilidad, la tristeza y el dolor, fuese vivido como un fracaso en la gestión empresarial. Tu empresa fracasó, no puedes estar triste, ni puedes sufrir por dolor. Negar el sufrimiento inherente a toda relación amorosa” (Zizek, citado por Hilda Katz”.

Algunas de las frustraciones que intentan negar,  es sobreponerse a los sentimientos de posesión y celos. En las relaciones poliamorosas se intenta crear una ilusión de utopía, en donde “la honestidad y la comunicación son básicas para que funcione la relación” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018). Se cree que al comunicarse honestamente, los celos son superados y el sentimiento de posesión es olvidado. De nuevo, lo que se busca es evitar el displacer y sentir la falta. Considero que parte de la configuración psíquica de las personas involucradas en relaciones poliamorosas es una incapacidad a tolerar la frustración.

Ahora, sé que esta idealización también surge en todo tipo de parejas, puesto que el ingrediente inicial en cada relación es un gran monto de idealización. Cada vez que se empieza una relación nueva, es inevitable pensar que la pareja se va a basar en sentimientos de confianza y honestidad, así como se evitará el displacer, los celos y la posesión. No obstante, creo que lo que lo diferencia del poliamor, es que con el tiempo esa idealización va desmoronándose, y se abre espacio para conocer a la pareja y a uno mismo. Utópicamente, se supone, que una vez que el enamoramiento termina, se aprende a amar al otro con sus fallas, así como se aprende a tolerar las fallas de uno mismo. A mí parecer, al tener más de 1 pareja puede favorecer la escisión y la proyección de los propios impulsos en los diversos personajes que conforman la familia. Y así, escindidos los propios impulsos y colocados en diferentes personajes, es más fácil mantener la idealización.

Al relacionarse de forma escindida con sus objetos, las relaciones se vuelven parciales, ya que cada sujeto cumple diferente función.  No obstante, a pesar de tener vínculos parciales, si buscan tener cierta constancia objetal. A decir de los testimonios obtenidos en (Hutzler, Tracy, Herselman, & Johnson, 2016) en todo poliamor se busca fidelidad dentro de los integrantes de la familia, así como se busca estabilidad temporal. En el artículo de Construcción del significado de poliamor y familia en personas que practican relaciones poliamorosas a través de narrativas dice que “buscan relaciones duraderas, afectivas y profundas, su objetivo es  hallar una pareja, pues si se tratase de solo sexo, eso se tendría con cualquier persona” (Dominguez, 2009).

Torres Arias (1990) dice, que en una pareja hombre-mujer, ambos se demandan algo, que es conocer la verdad de su propio sexo. Ambos se viven como incompletos y buscan completarse en el otro. “Es como si cada uno fuera depositario de un saber cuya posesión reclamara el otro” (Torres Arias, 1990). En el caso de las relaciones poliamorosas, pareciera que una sola persona sigue siendo insuficiente para sentirse completos y amados, porque en la realidad, ninguna relación es suficiente para sentirse acabados y satisfechos. Es como si en dos o más personas pudieran encontrar pedazos de su propio reflejo, para así irse completando.

Según Torres Arias (1990), lo que se busca en una pareja es lo que no se tiene, se anda con la ilusión de que el otro me va a completar, y que lo que realmente deseo de esa otra persona, es que me desee. Ella también se pregunta si “los amores modernos son más triviales, si hoy en día no tenemos un discurso de amor porque nuestras relaciones se basan en la satisfacción narcisista y la idealización” (Torres Arias, 1990).

La Dra. Rosalía Álvarez dice que “es posible que este poliamor intente colocarse a mitad de camino entre uno y otro enfoque en su concepto de conversión”. Ella continúa preguntándose  “si estas configuraciones se presentan como respuesta y desafío a los malestares que imponen las formas establecidas, como un intento de dominar el narcisismo, evitar el dolor de los celos y la lucha que nace de la rivalidad, las heridas infligidas por la rivalidad del otro, o la culpa por la propia” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018).

El poliamor aparece entonces como un síntoma de la actualidad, en donde se quiere todo y no se renuncia a nada, en donde se crece con la ilusión de poder tenerlo todo y ser todo para el otro.

La Dra. Hilda Katz propone que el poliamor ha existido siempre, pero con ropajes acordes a la época. Dentro de esta categoría entra toda la comunidad LGBTI2S, que son diversas expresiones de la individualidad y subjetividad de cada persona. En lo personal estoy de acuerdo con ella, ya que creo que cada expresión de amor es individual a cada persona. La expresión del amor si cambia, no estoy segura de que sean los mismos conflictos con diferentes ropajes, creo que somos seres atravesados por una cultura y según los retos que esta cultura imponga sobre nosotros, será la expresión del conflicto que veremos.

Parte de las causas del poliamor en la actualidad, son “la aceptación de la mujer en igualdad de condiciones, donde de alguna manera sale del modelo patriarcal político de apropiación, de ser una posesión producto de un poder condicionado a determinadas situaciones por la cultura dominantes donde la sumisión pertenecía al orden natural de la mujer” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018). También creo, que vivimos en una época de mucha soledad, estamos atrapados en el reflejo de las “selfies” y las redes sociales. El poliamor puede ser un síntoma de la búsqueda de la mirada del otro, de sentirnos deseados debido a un vacío interno.

El poliamor en el consultorio

Otro punto por lo que me parece importantísimo que se abra la conversación sobre el poliamor en el psicoanálisis, es que conforme se hable más sobre este tipo de expresión de amor, más lugar hay en la mente de la sociedad. No podemos seguir desinformados del poliamor, es nuestra responsabilidad como analistas conocer las expresiones del malestar que se presentan en la cultura actual y conforme aparezcan más “términos que les proporcionan un lugar a quienes se sienten diferentes de la que abarca el binomio hombre-mujer” (Katz, 2018), mejor los podemos entender y más fácil será que se ubiquen en un espacio representacional. Yo puedo decir que cuando empecé este trabajo, no había un espacio psíquico que representara esta forma de amor.

Quizás no contesté todas las preguntas que me hice al principio, sin embargo confío que con forme más reflexiones e información halla sobre esta expresión de amor, más manejable será la contratransferencia en el consultorio. Hilda Katz (2018) habla de la responsabilidad como psicoanalistas, de hallar la “creatividad de encontrar nuevos abordajes para asistir a la demandas actuales planteando las necesidad de ampliar y revisar las teorías para poder incluir la diversidad del sufrimiento psíquico, aceptando los cambios inherentes a cada época y a cada cultura, sin olvidar, que el grado de humanidad en una sociedad está representado  por los vínculos y los lazos” (Posadas, Álvarez, Catz, & Pinetta, 2018).

Bibliografía

  • Balzarini, R. N., Campbell, L., Kohut, T., Bjarne, H., Lehmiller, J., Harmann, J., y otros. (2017). Perceptions of primary and secondary relationships in polyamory. PLOS one, 1-20.
  • Dominguez, G. (30 de Agosto de 2009). Freactalidades en Investigación Crítica. Recuperado el Enero de 2019, de Construcción del significado de poliamor y familia en personas que practican relaciones poliamorosas a través de narrativas: http://psicologiasocial.uab.es/fic/en/book/2009/08/30
  • Freud, S. (1905). Tres ensayos de una teoría sexual. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (1920). Más allá del principio del placer. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Hutzler, K. T., Tracy, G. A., Herselman, J. R., & Johnson, S. M. (2016). Three’s a crowd: public awareness and (mis)perceptions of polyamory. Psychology and Sexuality, 69-87.
  • Posadas, M., Álvarez, R., Catz, H., & Pinetta, J. (17 de Abril de 2018). Poliamor ¿nuevos modos de amar? Perspectivas Psicoanalíticas. Buenos Aires, Aregntina.
  • Torres Arias, M. A. (1990). Un enfoque psicoanalítico. Debate feminista, 208-211.