Por Gabriela Silva
“La música comienza donde el habla es incapaz de expresar, la música está hecha para lo inexpresable”.
Claude Debussy (1862-1918, compositor francés)
Los efectos de la música sobre la mente o el cuerpo enfermo mantienen, desde tiempo inmemorial, notables semejanzas. Se han utilizado como procesos curativos los que se relacionan con la magia, con la religión y con el pensamiento racional (Steimberg, 2013).
Usar la música como un medio para curar se remonta a tiempos muy antiguos. Esto es evidente en escrituras bíblicas y de antiguas civilizaciones tales como Egipto, China, India, Grecia y Roma. (Rainbow Babies & Children’s Hospitals, 2005).
Sin embargo, es hasta el siglo XVIII que aparecen los primeros artículos sobre los efectos de la música en diferentes enfermedades (Zárate & Díaz, 2001).
En estas épocas antiguas el sonido y la música por su origen mágico eran empleados para comunicarse directamente con el espíritu. Los cantos primitivos, a pesar de ser monótonos, recorrían diferentes modalidades emocionales que procuraba persuadir, adular o amenazar al espíritu del mal y con esto obtener la cura del enfermo. Más tarde, la música y aún los instrumentos musicales estaban considerados como dones de los dioses, los griegos los usaban para dirigirse a ellos y para propiciarlos, en la esperanza de que los escucharan y de que ellos quisieran responder. Entonces la música había llegado a ser un medio de comunicación humana con la omnipotencia, ya no un medio de amenazar, de obligar ni de dominar a las fuerzas sobrenaturales. Ahora el hombre las usaba como un instrumento de persuasión, que debía ser grato a la deidad como al hombre, sensible a la armonía y a la belleza. La música que acompañaba los ritos curativos antiguos debió haber puesto indirectamente al paciente, en una actitud de descanso, de esperanza y de receptividad (Steimberg, 2013).
Actualmente la Asociación de Musicoterapia Americana (AMTA) define musicoterapia como: “la utilización de la música y/o de sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta calificado, con un paciente o grupo, en un proceso destinado a facilitar y promover comunicación, aprendizaje, movilización, expresión, organización u otros objetivos terapéuticos relevantes, a fin de asistir a las necesidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas” (Pacheco, 2010.)
La profesión de musicoterapia en los Estados Unidos comenzó a desarrollarse durante la I y II Guerra Mundial, cuando la música era utilizada en hospitales como una forma de intervención en heridas traumáticas de guerra. Los pacientes participaban en actividades musicales que se enfocaban en el alivio de la percepción del dolor. Numerosos doctores y enfermeras presenciaron el efecto que la música tenía en el estado psicológico, fisiológico, cognitivo y emocional. Desde entonces colegios y Universidades han desarrollado programas para formar a músicos en el uso terapéutico. (Rainbow Babies & Children’s Hospitals, 2005).
Una de las importantes cualidades de la música es su flexibilidad. La música puede ser usada de manera pasiva (solo escuchando), activa (tocando un instrumento), pasiva y activa a la vez (tocando instrumentos y escuchando) e inactiva (silencio absoluto). También puede ser utilizada de manera grupal (socializando) e individual (explorando creatividad y expresión personal) (Zárate & Díaz., 2001).
Generalmente los tratamientos con música se enfocan en la estimulación sensorial y orientación a la realidad. El musicoterapeuta realiza actividades musicales para que el paciente redescubra el contacto con el medio ambiente que lo rodea. Este contacto puede ser redescubierto a través de actividades musicales muy simples y pasivas que sólo exijan a los pacientes metas básicas como estar despierto durante la sesión, responder si o no a una pregunta cantada, pequeños movimientos de dedos, brazos, pestañadas, etcétera(Zárate & Díaz, 2001).
En general, la musicoterapia ha demostrado tener los siguientes resultados en las diversas esferas de la persona:

  • Ayuda a explorar los sentimientos.
  • Mejora el estado de ánimo y el estado emocional.
  • Pone en práctica habilidades para resolver problemas y conflictos.
  • Mejora la socialización.
  • Reduce la tensión muscular y relaja.
  • La música suave y de ritmo armonioso puede disminuir en varios grados la temperatura corporal.
  • El gozo y las emociones producidas por la riqueza musical, puede producir estados de anestesia al dolor y mejorar el sistema inmune. (Pacheco, 2010)

 
Algunos efectos que tiene la musicoterapia en los niños son: (Gallostra, S.F. )

  • Produce cambios en el ritmo cardiaco y respiratorio así como en la tensión muscular.
  • Estimula la expresión de los problemas y las inquietudes.
  • Favorece el desarrollo emocional y afectivo.
  • Agudiza la percepción auditiva y táctil.
  • Estimula la actividad y mejora la coordinación motriz.
  • Fomenta la interrelación social.
  • Apoya en la formación, desarrollo personal y superación de dificultades de aprendizaje.
  • Puede reducir el dolor en pacientes médicos que se enfrentan a situaciones difíciles como cirugía, enfermedades terminales, cuidados intensivos, entre otros.
  • Mejora la autoestima y la capacidad de comunicación de los pacientes.

 
Para embarazos y partos: (Fridman, 1993)

  • Profundiza el vínculo familiar.
  • Favorece la expresión de sentimientos y ansiedades de los padres.
  • Puede contribuir al desarrollo de la inteligencia musical y afectiva del niño.
  • Sirve como apoyo durante el parto.
  • Ofrece sensación de seguridad al niño.
  • Convierte los estados de vigilia de los neonatos en más activos.

Para cuidados dirigidos a los bebés prematuros se han encontrado los siguientes beneficios: (BBC News, 2009)

  • Calma tanto a los bebés como a los padres.
  • Contribuye al aumento más rápido de peso.
  • Se reduce la estancia en el hospital.
  • Hay una mejora en el corazón y la frecuencia respiratoria.
  • Disminuye la percepción del dolor.

 
Para los pacientes en la Unidad de Terapia Intensiva o que se encuentran en estado de coma: (Asero & et.al., 1993)

  • Tiende a desarrollar vínculos afectivos positivos.
  • Permite revivenciar experiencias gratificantes relacionadas con el fenómeno musical.
  • Promueve cambios fisiológicos y psicológicos en el paciente y la familia.
  • Suscita un medio de comunicación de la familia hacia el paciente y viceversa.

Después de conocer los grandes efectos que tiene la música en el cuerpo y en el mundo interno de las personas en diferentes momentos y condiciones de vida, me gustaría dar una visión de la mirada psicoanalítica profundizando en las características de la música y citando principalmente al Dr. Alejandro Radchik.
Hablando del desarrollo infantil, en un primer momento de la vida musical de un niño, refiriéndonos a todo aquello relacionado a las funciones desempeñadas por la madre en su vínculo, así como las formas en que el infante se comunica. Es a partir de esta relación que se harán melodías y ritmos entre madre e hijo. (Rose, 1999).
Resulta interesante pensar que el ser humano posee un medio tan rico en posibilidad de ligazón de afectos previos a la palabra. Y pareciera ser que entonces lo musical de un niño es  basto en contenidos afectivos.  También resulta importante destacar, que la posibilidad de comunicación a través de lo musical, sea algo que persista a lo largo de los años, y que en general,  sea un gusto para la gran mayoría de las personas.  Existe tanta música, como afectos posibles.  Y la a-musicalidad es también una posibilidad como un medio para expresar el afecto. Los silencios de la vida, también tienen su musicalidad. En la música también hay silencios (Rose, 1999).
La música puede calmar, aliviar o casi hipnotizar, como la canción de cuna que puede poner temporalmente una voz de amor donde había una reclamación interna.  La música se convierte así en parte y órgano del yo del sujeto. De la organización estructural dependerán por ejemplo nuestras elecciones musicales. Nuestros “cuerpos”  musicales compartirán coincidencias con los “cuerpos” de personalidad que tenemos, así como en alguna ocasión ocurrió entre el cuerpo del hijo y el cuerpo de la madre (Radchick, 1990).
La combinación armónica de los sonidos en el tiempo, los timbres característicos de los instrumentos y su intensidad, producen un impacto psicológico semejante a aquel de la pintura. La expresión musical comunica ideas y afectos a través de los colores que tienen los instrumentos y la forma como se estructura su aparición  (Radchick, 1990).
Los factores primordiales que interactúan en el desarrollo de la capacidad de crear, interpretar y escuchar la música son los siguientes:
 
1.- Creación y dominio de los sonidos:
El impulso primario de la música es el hacer ruidos. A través de los cuales se lleva a cabo una diferenciación cualitativa y cuantitativa de los efectos de ciertos sonidos que poseen volumen, timbre e intensidad definidos de otros ruidos perceptibles (Radchick, 1990).
2.- Control cinestésico y ritmo:
La música se relaciona con los ritmos corporales, además de ser una experiencia auditiva. A veces provoca efectos fisiológicos tales como el incremento en el ritmo cardiaco o contracciones musculares (Radchick, 1990).
3.- Tiempo y ordenación de los sonidos:
La música ocupa un espacio en el tiempo y sólo puede apreciarse en función de la secuencia en que se desarrolla. Por ejemplo el hecho de que se escuche determinada obra musical en repetidas ocasiones puede tener como objeto recrear simbólicamente todas las facetas de la relación madre-hijo en sus aspectos placenteros como ocurre en la compulsión  (Radchick, 1990).
 
4.- Separación del objeto original y relación con el objeto:
La música puede ser vivida como un objeto ideal que ni mata ni muere. Mahler (1967), menciona que en el proceso de separación-individuación el individuo puede recurrir a la música como un objeto intermedio que no corresponde al mundo externo pero tampoco al interno. La música tiene un efecto tranquilizante ante una angustia de separación.
El sujeto puede recurrir a la música, como un objeto intermedio, que le permite a nivel simbólico permanecer en lo familiar y,  través de la melodía, vivenciar  a la madre, evitando así la angustia de separación, que le llevaría a sentirse perdido en una soledad infinita y aniquilante (Steimberg, 2013).
 
5.- Uso de la fantasía, identificación y simbolismo:
Una condición fundamental para que una obra transmita un mensaje al escucha es que los núcleos conflictuales del autor que proveen un contenido a la pieza musical sean fuente de fantasía para el sujeto. Cuando se escucha una composición se puede fantasear y dar salida a las ideas y afectos con las escalas mayores y menores, tonos altos y bajos, las diversas intensidades, colores y formas que contiene una manifestación creativa (Radchick, 1990).
La capacidad para crear, interpretar y escuchar música se va desarrollando a lo largo de la vida. El compositor imagina la forma que tendrá su obra, el intérprete debe tener la capacidad de demora suficiente para poder retirar catexis de la pieza que va a interpretar, poner contracatexis, y así estudiar parte por parte, hasta dirigir nuevamente sus catexis a la obra esta vez ya dominada. Y el escucha tendrá que invertir mayor cantidad de energía mental en una composición que oye por primera vez, para disponer las veces subsiguientes de más catexis para disfrutarla (Radchick, 1990).
Como conclusión, al escuchar música las personas tenemos la oportunidad de descargar impulsos libidinales y agresivos. Además nos permite dar rienda suelta a nuestra fantasía porque funciona como un contenedor que además de tranquilizarnos, siempre nos comunica algo.
En mi experiencia, trabajar con música tanto con niños en el consultorio como con pacientes adultos en el hospital con diferentes diagnósticos médicos ha sido muy enriquecedor. Realmente el efecto es muy positivo y les ayuda a los pacientes a sanar su dolor físico y su dolor emocional.
La música es una de las expresiones más fabulosas del ser humano ya que logra transmitir de manera inmediata diferentes sensaciones que otras formas de arte quizás no pueden. La música es un complejo sistema de sonidos, melodías y ritmos que el hombre ha ido descubriendo y elaborando para obtener una infinidad de posibilidades diferentes que hacen sentir y vibrar a quien las escucha. Estas posibilidades las transmite la música sin necesidad de la palabra y la mejor prueba de esto es cuando le ponemos música a un bebé que aún está en el vientre materno o a un paciente en estado de coma, porque como mencioné en un principio, la música está hecha para lo inexpresable.
 
Bibliografía:

  • Asero, L. M., & et.al. (1993). Musicoterapia en pacientes en coma en Terapia Intensiva. Worldkongress of Music Therapy (págs. 439-441).
  • BBC News. (27 de Mayo de 2009). Music ‘nurtures’ premature babies.
  • Fridman, R. (1993). Musicoterapia en la Etapa Prenatal. Worldkongress of Music Therapy (págs. 491-497).
  • Gallostra, S. (S.F. ). Musicoterapia para bebés y niños.
  • Pacheco, A. (2010). Spactual Magazine.
  • Radchick, A. (1990). La música y el incosciente: Consideraciones psicoanalíticas acerca de los compositores, interpretes y escuchas. Gradiva, 4.
  • Rainbow Babies & Children’s Hospitals . (2005). Music as Medicine
  • Rose, G. (1999). Música, pérdidas y regulación de afecto. Revista de psicoanálisis.
  • Steimberg, G. (2013). Rescate Gradiva: Comentario al trabajo “La música y el inconsciente”. Gradiva.
  • Zárate, P., & Díaz., V. (Febrero de 2001). Aplicaciones de la Musicoterapia en la Medicina. Revista Médica de Chile.

 
Imagen: freeimages / Francois Carstens
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