Sign, pointing to the toilet and bathroom
Por: Gabriela Silva
Caso clínico: (León Kreisler, Michel Fain y Michel Soulé, 1974)

  • Niño de 11 años que sufre de encopresis.
  • Presenta una malformación rectal congénita, ha sido operado varias veces. La primera a los 4 meses, la segunda a los 4 años, luego a los 6 años y por último a los 8 años.
  • Nunca ha tenido defecación voluntaria. Solamente con ayuda de un termómetro, un enema o cuando realiza alguna actividad física fuerte (juegos violentos, carreras, etc).

(El enema es un método para limpiar el colon que consiste en introducir agua o una infusión en él mediante una cánula).

  • Si el niño está quieto no defeca y es necesario utilizar enemas.
  • Después de las cirugías no existen factores anatómicos ni funcionales que justifiquen el trastorno.
  • Se lleva bien sus padres, las características afectivas de sus padres son positivas. No hay trastorno neurótico.

 
La problemática anal:

  1. Pasividad anal: Satisfecha por los enemas aplicadas por la madre. Temor de ser vaciado o despojado.
  2. Actividad anal: Al movilizar emociones sádicas y erotizar la musculatura, mantiene ligadas esta actividad erógena y la defecación.
  3. La retención: Fue tolerada por el niño pero sacó provecho de ella. Podríamos hablar de una erotización secundaria.

 
En el niño normal la retención genera un placer ligado a la acumulación de las heces en el recto. El hecho de erotizar la retención constituye una etapa importante para el desarrollo psicoafectivo, puesto que liga la sensación de placer con el aumento de la tensión.
Es común que existan fantasías internas de omnipotencia con el comienzo de los esfuerzos para defecar.
La retención también es el origen de todo lo retenido que la educación valoriza. El niño normal modifica su pulsión anal para que los padres lo amen. De esta manera compensa la pérdida del placer con el amor que recibe a cambio de su buena conducta.
 
Este intercambio habitual ha fracasado en este paciente.
Las cirugías por las que pasó acentuaron en él la angustia de castración y le impidieron evolucionar hacia la organización genital.
 
En el paciente existe una fuerte fijación anal que presenta:
 

  1. Aspectos eróticos activos: La defecación ocurre cuando el niño realiza juegos violentos.
  2. Aspectos eróticos pasivos: Durante años hubo que recurrir a la estimulación anal directa para provocar la defecación.
  3. Rasgos de carácter anal: Necesidad de prever el futuro y de acumular. Sus padres lo consideran muy maduro. Existe una inhibición en el plano intelectual, su rendimiento escolar es mediocre.

 
Dentro del baño, aislado de los padres el niño normal da rienda suelta a su imaginación. Se ve realizando miles de actos que le dan un intenso sentimiento de potencia. Este paciente no ha tenido este desarrollo porque su actividad defecatoria siguió siendo pública (enemas, es observado por médicos y familiares) y estuvo acompañadas de fantasías actuadas vistas desde el exterior.
 
Su angustia de castración adoptó regresivamente el aspecto de un temor de ser vaciado, temor que se contrapone con la angustia de los padres a que haga del baño.
 
La relación con sus padres está focalizada únicamente en el trastorno y en su resolución, no da cabida para nada más.
 
Existen dos tipos principales de encopréticos:
 

  1. El tipo activo: Se trata de niños en los cuales su encopresis es voluntaria y está constituida por heces bien moldeadas. El hecho de evacuar sin ajustarse a las reglas establecidas les produce placer. Son niños que preparan con mucho cuidado sus maldades. Sus fantasías son muy pobres en general. Se desbordan frente a las dificultades de la vida. El tipo activo hace pensar en un futuro delincuente. El fondo depresivo es compensado con agresión.

 

  1. El tipo pasivo: Se trata de niños sumamente pasivos que “se dejan ir”. Carecen de toda posibilidad de organización y dependen mucho de sus padres. Su esfínter anal funciona de forma inapropiada y sus heces no son moldeadas, más bien parecen como las de una vaca. El contexto familiar se caracteriza por el abandono. Estos niños no han interiorizado a sus padres bajo la forma de reglas educativas debido a las carencias del medio familiar. El tipo pasivo hace pensar en un futuro vagabundo. Son depresivos.

 
En este paciente existe una mezcla, es activo en el momento de la defecación, pero no puede retener las heces voluntariamente, o bien es pasivo y sólo defeca mediante maniobras mecánicas.
La curación después de la hospitalización hizo que el paciente se deprimiera porque en su fantasía sus padres dejarían de mostrarle interés, lo abandonarían. Es por eso que nos inclinamos más por el tipo pasivo con este paciente. El encoprético pasivo quiere escapar de la depresión catectizando agresivamente al mundo externo y de esto modo se protege de la autoagresión.
 
Otra variedad de encopresis: las actividades del tipo perverso.
 
El obsesivo fracasa frente al conflicto edípico y hace una regresión el estadio sádico-anal, mientras su yo elabora defensas contra las pulsiones anales reactivadas por la regresión. La defensa principal es el manejo del pensamiento.
Esta regresión es idéntica en la actividad encoprética.
En la encopresis existe una incapacidad de encauzar por vías mentales una tensión interna y se expresa a través de una agitación motora.
Existe una retención erotizada de los excrementos. Podría ser una actividad masturbatoria.
En los comienzos de la latencia los niños normales suelen hacer cierta regresión durante la cual vuelven a sexualizar su pensamiento. Esto facilita los procesos de aprendizaje y se desarrolla nuevamente cierto grado de erotismo anal. Este pensamiento sexualizado se sublima con todos los procesos de aprendizaje.
En el encoprético existe una distorsión de sus actividades mentales y fantaseadas que son un complemento de la satisfacción perversa. Esta deficiencia en los procesos metales se desarrolla en la fase anal.
La erotización de las heces y su expulsión parecen compensar un sentimiento de incertidumbre con respecto a los límites del cuerpo y del yo.
La erotización de la actividad excretora es el único vínculo con el ambiente puesto que generalmente este medio ambiente reacciona con violencia ante la encopresis.
 
 
Conclusiones:

  • En el paciente encoprético hay una tendencia a acumular.
  • Existen emociones sádicas movilizadas.
  • Erotización.
  • La retención genera placer.
  • Fantasías de omnipotencia
  • Agresión contra los padres. El niño normal hace del baño para que los padres lo amen. En el encoprético esto está alterado.
  • Fuerte fijación anal.
  • Temor a vaciarse.
  • Placer por evacuar sin ajustarse a las normas.
  • Agresión premeditada.
  • El niño no tolera las fantasías dentro del baño, fuera de la mirada de los padres y las expulsa evacuando fuera del baño. Parecido al obsesivo, pero en lugar de desplazar la fantasía a pensamientos elaborados, la desplaza en las heces.
  • La encopresis compensa frustraciones con la madre.
  • Hay incertidumbre respecto a los límites del cuerpo.

 
Bibliografía:
 

  • León Kreisler, Michel Fain y Michel Soulé. (1974). El niño y su cuerpo. Estudios sobre la clínica psicosomática de la infancia. Amorrortu editores. Argentina

 
Imagen: freeimages / Robert Owen-Wahl
 
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