Algunas aportaciones del psicoanálisis para la prevención del embarazo adolescente.

Irais Mendoza.

 

Actualmente los adolescentes reciben información, tanto en las instituciones educativas como en los diversos medios de comunicación, sobre métodos anticonceptivos eficaces para la prevención del embarazo no planeado. Además, hoy por hoy, en México, los adolescentes, son el foco de atención en la creación de campañas preventivas, en la elaboración de planes y programas para la prevención del embarazo no planeado y hasta existe el día mundial de prevención del embarazo no planificado en adolescentes. Pese a eso, según la CONAPO 2017, actualmente México ocupa el primer lugar en embarazos no planeados en adolescentes, entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad. Asimismo, en México, el 23% de las y los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y los 19 años. De estos, 15% de los hombres y 33% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. Es así que, de acuerdo con estos datos, aproximadamente ocurren al año 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años.

Para atender dicha problemática, el Gobierno de la República Mexicana ha desarrollado la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, que tiene el objetivo general de reducir el número de embarazos en adolescentes en México. No obstante, la dirección de tal estrategia es incidir en los factores socioeconómicos, la mejora del contexto para incentivar decisiones saludables e intervenciones clínicas (como acceso efectivo a métodos anticonceptivos de larga duración y los reversibles de acción prolongada), así como la educación integral en sexualidad. Lo cual, me hace cuestionar el hecho de que a la fecha la atención a dicha problemática se centre en atender únicamente aspectos físicos, fisiológicos y socioeconómicos, dejando de lado la parte emocional, la atención al aspecto psíquico, lo que sucede y se elabora en el mundo interno del adolescente. 

Y al respecto, pienso que el psicoanálisis tiene mucho que aportar, pues si bien es cierto que los puntos elegidos que forman parte de la estrategia, antes mencionada, son de vital importancia, es un error dejar de lado el hecho de que la parte afectiva juega un papel fundamental en la toma de decisiones de los adolescentes.  

Y para abordar dicho punto, la teoría psicoanalítica tiene un gran número de aportaciones en torno al tema y dentro de éstas, hay dos que desde que comencé a estudiar el tema de la adolescencia, desde el punto de vista psicoanalítico, han llamado mi atención. En primer lugar, la distinción que el psicoanálisis hace de lo que es la adolescencia y la pubertad. En segundo lugar, el momento óptimo para proveer, al niño y futuro adolescente, con recursos que le faciliten redireccionar el incremento de energía sexual propia de la pubertad. 

Pues bien, desde 1905, Freud, en su obra tres ensayos sobre la teoría sexual, estableció que es un error suponer que la vida sexual del niño empieza con la aparición de la pubertad y que previo a eso existe una asexualidad en la niñez, habló a detalle de las fases del desarrollo sexual del ser humano  y presentó la primera concepción psicoanalítica referente a la pubertad, señaló que “con el advenimiento de la pubertad se introducen cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación definitiva” (p.189). Y en 1962, Peter Blos amplió dicha idea, marcando una importante diferencia entre lo que es pubertad y adolescencia, planteando con claridad que, el término de pubertad se puede emplear para referir las manifestaciones físicas de la maduración sexual, mientras que el de adolescencia para lo referente a los procesos psicológicos de adaptación a las condiciones de la pubertad. Diferenciación que me parece fundamental, pero que no siempre es considerado al tratar con adolescentes. 

Desde mi experiencia, al trabajar planes y programas para la prevención del embarazo no planeado en adolescentes, en centros educativos, se hace considerando sólo lo que se refiere a la pubertad, se dan pláticas y talleres para que los adolescentes estén informados respecto a los cambios físicos y fisiológicos que su cuerpo presentará, los diferentes métodos anticonceptivos con los que cuenta, así como sus derechos sexuales y reproductivos. Pero no hay un espacio para que puedan integrar esa información que viene del mundo externo a su mundo interno.

Entiendo que ofrecer dicho espacio para cada adolescente sería una tarea casi imposible, sobre todo en lo que se refiere a los adolescentes que viven en situación de máxima vulnerabilidad, en zonas rurales y en comunidades indígenas o en zonas urbanas de alta marginación. Y que, posiblemente, son la población que más lo necesita. Pero considero que es necesario seguir señalando dicha necesidad, de tal manera que sea conocido más allá de quienes nos acercamos a la teoría psicoanalítica. Pues, si bien es cierto que sería imposible hablar de que todos los adolescentes tengan al alcance la posibilidad de un análisis, pienso que hay contribuciones que el psicoanálisis debe compartir más allá de un consultorio. 

Dichas contribuciones, como la diferenciación entre lo que es pubertad y lo que implica la adolescencia, me parece, crean conciencia de lo que muchas veces, en una relación como docente, padre o personas cercanas a un adolescente, tenemos frente a nosotros pero que quizá nos negamos a ver por temor a no saber manejarlo. Aunque, también se que hablar de lo más íntimo del ser no es tarea fácil, ya que cada contacto con el otro, inevitablemente, nos mueve situaciones del mundo interno personal y en lo que se refiere a la relación de un adulto con un adolescente, según Knobel, 1988, las fluctuaciones imprevistas del adolescente conmueven tanto al adulto que reedita en ellos ansiedades básicas que habían logrado controlar hasta cierto punto. Por lo que involucrarse con la parte emocional del adolescente le es un trabajo complejo y por lo mismo llegan a evadir.  Por lo que, desde mi punto de vista, se vuelve necesario el hecho de divulgar que

El cambio producido en cualquier sector de la vida mental trastorna el equilibrio previamente alcanzado, y que debe lograrse una nueva avenencia. Dicho cambio puede afectar las pulsiones instintivas, como ocurre en la adolescencia; o puede producirse en la esfera del yo, vale decir, en la instancia cuya función es manejar o controlar los impulsos; o bien pueden cambiar las exigencias que el individuo se plantea a sí mismo, sus objetivos e ideales; o sus objetos amorosos en el mundo externo; u otras circunstancias de su ambiente. Los cambios pueden ser de índole cualitativa o cuantitativa. Sea como fuere, siempre alteran el equilibrio interno. (Freud, A., 1985, p. 188).

Por otra parte, generalmente, lo referente a la pubertad y la adolescencia, se comienza a hablar y atender a la llegada de éstas, no hay una previa preparación, lo cual es un grave error pues, abordar el tema de la prevención del embarazo adolescente no planeado tendría que iniciar con mayor antelación a la pubertad, en el periodo de latencia, el cual, según Peter Blos 1962, es el periodo en el que el niño adquiere fuerza y competencia para manejar la realidad y los instintos, para lograr la sublimación. Por lo que los logros en este periodo serán los elementos que permitirán afrontar la llegada de la pubertad. 

Y si bien, en el desarrollo que va del niño de dos años al de edad escolar, el papel de la satisfacción del deseo va cambiando en forma gradual para dejar de ser directa e inmediata y llegar a ser indirecta y sublimada, de manera tal que, al final, el niño puede llevar a cabo con placer ocupaciones que no son en sí mismas placenteras, sino que sirven indirectamente a un propósito placentero. (Freud, A., 1985, p. 90)

Hay que tener presente que, en el período de latencia, parte de lo que sucede en el mundo interno, a nivel inconsciente es la sublimación de “la necesidad de conquistar a las personas mediante el ataque directo o de convertirse en papá y mamá en forma apresurada: ahora aprende a obtener reconocimiento mediante la producción de cosas” (Erikson, 1993, p. 232). Pero que más adelante, con la llegada de la pubertad tendrá que enfrentarse a un incremento de libido, para lo cual, lo ideal, sería que estuviera preparado. 

Al respecto, acertadamente, “el periodo de latencia, cuando el niño no está dominado exclusivamente por conflictos internos y sus instintos se han apaciguado en forma considerable, lo aprovecha la educación para iniciar el moldeamiento intelectual” (Freud, A., 1988, p. 72). Y en el mejor de los casos para acercar y generar interés por lo cultural. Pero no en todos los casos, se le dedica un espacio para comenzar a dirigir la mirada y energía, del infante, hacia aquellas actividades que serán sus alternativas para expresar su amor y deseo libidinal por sus objetos en la llegada de la pubertad y etapa de la adolescencia, lo cual, considero tendría que ser preciado como punto central dentro del tipo de estrategias, planes y programas que buscan ocuparse de la prevención del embarazo adolescente no planeado, para así lograr el equilibrio entre los impulsos instintivos, sentido de la realidad y adaptación al ambiente del adolescente.

Si retomamos lo que, Freud en 1914, nos refirió, que “la sublimación es un proceso que atañe a la libido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción sexual; el acento recae entonces en la desviación respecto de lo sexual” (p. 91). Al buscar brindar apoyo en la pubertad y adolescencia, a la descarga, conveniente, del incremento de la libido, es necesario, tener presente la importancia que tiene el fomento y reconocimiento de las actividades deportivas y culturales, como la danza, la poesía, el teatro, la pintura, la música, etcétera, para el logro de dicho proceso.

Con esta observación, que a primera vista parece simple podría mejorarse la atención que se le brinda a los adolescentes. Y quizá, para ampliar el panorama al respecto, el psicoanálisis tiene la tarea pendiente de incidir con mayor fuerza, en aspectos sociales, como el que he planteado, pues, como en este tema, es la corriente que más podría aportar en el aspecto emocional, ya que el psicoanálisis ha tenido la visión de extender “el concepto de la sexualidad más allá de todos los límites aceptados… [y desde hace tiempo ha señalado] que el instinto sexual del hombre no despierta de súbito en la pubertad… sino que obra en el niño desde el principio de todo desarrollo, pasando gradualmente de una forma a otra y progresando de fase en fase, hasta alcanzar en la vida sexual del adulto el resultado final de una larga serie evolutiva” (Freud, A., 1985, p. 68).

Bibliografía

  • Aberastury, A; Knobel, M.(1988). Introducción. En La adolescencia normal (1ª. ed.). Buenos aires: Paidós.
  • Blos, P. (1981) Psicoanálisis de la adolescencia (3ª ed.). México: Joaquín Mortriz.
  • Erikson, E. (1987). Infancia y Sociedad (11ª. ed.). Buenos Aires: Paidós.
  • Freud, A. (1985). Psicoanálisis del desarrollo del niño y del adolescente. Barcelona: Paidós.
  • Freud, A. (1988). Introducción al psicoanálisis para educadores (4ª. ed.). Buenos Aires: Paidós.
  • Freud, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (1914) Introducción al narcisismo. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Población, C. N. (2017). Página oficial del gobierno de México. Recuperado de https://www.gob.mx/conapo/documentos/documento-oficial-de-la-estrategia